Bleach: Un manga que vale la pena leer

Analizamos la opus magnum de Tite Kubo: Bleach. Puntos altos y bajos de una obra que se posiciona entre las más notables del mundo manga.

Escrito por FanoPetrikov

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Mucho se ha leído de que Bleach fue de más a menos. La obra de Tite Kubo, que comenzó su publicación el 07 de agosto del 2001 y que, luego de 15 años, terminó en el mismo mes por ahí por el 2016, tuvo un paso vertiginoso y que a muchos dejó con gusto a poco.

Un año antes del inicio de la maratón, al pobre de Tite Kubo le habían cancelado Zombie Powder, y la desmotivación era notoria, pero el DIOS Akira Toriyama le enviaría una carta para que no se rindiera. Es esta inyección la que Kubo necesitaba y desde ahí nacen las aventuras de Ichigo Kurosaki y la travesía que haría Bleach a lo largo de los años.

Sinopsis

Para contextualizar un poco, Bleach trata de cómo Ichigo Kurosaki, un joven de pelo anaranjado y de 15 años que vive su época de estudiante y presenta una habilidad sensorial para ayudar a los espíritus que él ve. Un día, se le presenta Rukia Kuchiki, una shinigami que andaba haciendo su pega y que, por causas del destino, debe entregar su poder a Ichigo para que haga frente a un Hollow (vacío), una especie de espíritu maligno que se come las almas de los humanos.

Posterior a este encuentro, Ichigo asumirá un rol en el cual, a regañadientes, debe entrenarse. Un día los problemas tocan a su puerta: La Sociedad de las Almas aparece, vienen en busca y se llevan a una de sus militantes, Rukia, como castigo por su vinculación y sucesión de poderes a Ichigo, siendo condenada a muerte y motivando a este último en ir a su rescate junto con sus amigos.

Posterior a esto, se desarrolla el arco completo de La Sociedad de las Almas, para luego atravesar dos arcos principales más y llegar al final de la historia, 74 tomos tankobon después. El largo recorrido de los 16 años de publicación desgasta la obra, pero eso no quiere decir que haya cerrado del todo mal.

Vamos a ver… lo que hace de Bleach una buena obra

Si tenemos que tocar los puntos altos de Bleach, es su creación y diseño de personajes. Entrando en los estético, no sé si podemos destacar, por ejemplo, sus fondos, pero sí podemos destacar algo en lo que otros grandes mangakas se caen, el diseño de personajes. Y es que, ¿a quién no le dio rabia cuando apareció N después de la muerte de L, y eran básicamente la misma tontera?

A Kubo no le pasa eso, creó personajes fácilmente identificables, que no solo permiten que el lector no se confunda, sino que también les entrega una personalidad puntual que no se repite la una de la otra, a pesar de que en esto mismo existe el doble filo que afecta a Bleach, el exceso de personajes.

Pero a veces para leer las historias, hay que ser como caballito de carreras y centrarnos en personajes puntales y trascendentes, y no en aquellos que solo se vuelven recurrentes, que no alcanzan un rol segundario o que están ahí para el fan service. Y ese es otro punto a considerar en Bleach respecto a sus personajes: se enfoca en un buen protagonista, en personajes que arman trama y en personajes que da gusto ver.

Y colgándonos del párrafo anterior, hablemos de Kurosaki. Ichigo de alguna manera es un protagonista Shonen promedio, pero que presenta una excelente personalidad. A ratos me recuerda en su actitud media antisocial a Hanamichi Sakuragi, en otras ocasiones me da la sensación más de ver a Urameshi de Yuyu Hakusho… Si desarrollamos estas comparaciones, podemos decir que tenemos un protagonista decente.

Junto con ello, Bleach tiene los dotes puntuales que hacen de su protagonista un complemente clásico de Shonen. Un talento innato, un origen mixto y misterioso que permiten a lo largo de la historia ir dando explicaciones a sus poderes y talento natural. Y a pesar de que a cada rato pierde y gana sus poderes, no es cansador verlo en el rol, ya que ofrece excelentes batallas, interviene de manera correcta y no se siente tampoco que haga cosas que estén demás.

Rescatando lo clásico del Shonen, entremos en la trama. Es probablemente un inicio débil, pero que de todas maneras hace del lector un conejillo de biblioteca que intenta enterarse de cómo van pasando las cosas. Todo va así hasta que se entra de lleno en La Sociedad de las Almas (este arco es manjar).

La Sociedad de las Almas nos presenta un abanico de personajes cototo, logra explicar cosas que se desean saber desde que se presenta a Rukia. También muestran una escala de poderes, presentan una organización completa con una jerarquía compleja y, por supuesto, el mejor villano de Bleach, Aizen. Pero este arco también permite entender el origen de otros personajes, como Urahara, Yoruichi y Kon, además de derivar en un sub arco donde el protagonista puede desarrollarse mejor y dar también más expectación a los lectores.

El fin de Aizen podría haber representado un final redondo para la serie, y es acá donde nace lo que a todos les complica de Bleach, que es el origen de sus detractores y criticones, y es que sufrió el mal de los Shonen exitosos: ser estirada como un chicle. Y es que después de vender más de un millón de copias de su primer tomo, ganar el Shogakukan (premio más prestigioso de Japón) y ser el tercer manga más vendido el 2009, la Shonen Jump no lo dejaría ir a tontas y a locas.

Los puntos bajos

Como comentamos más arriba, Bleach fue estirado por la Jump como un chicle, y eso tuvo efectos drásticos en su desarrollo. Dicho también anteriormente: Kubo no tiene problemas en el diseño de personajes, y eso es algo que puede jugar en contra respecto a dar cierre a estos mismos; eso es lo que pasó justamente con el final, donde pudimos apreciar en sus últimos capítulos a personajes que no venían apareciendo desde años, mientras que otros que pudieron ser más importantes no se cerraron o simplemente no supimos que pasó con ellos.

Aprovechando que hablamos de esto, me faltó muerte, muerte cruel, sanguinaria y a destajo. Se notó acá el miedo del autor de matar personajes, puesto que solo murió gente que no echaremos de menos, pero cómo se hubiese visto si Hitsugaya hubiese muerto cuando fue zombie, o que Renji no hubiese aguantado los madrazos que le mandaron los Arrancar. Para qué hablar del despropósito de clasificar a los humanos como tales, con buenos poderes y cosas, si un dios de la muerte no los puede matar.

El cliché narrativo no lo voy a tocar respecto a lo que Shonen refiere, porque a la larga todos estos presentan power up, pasados tristes, pérdidas de poderes, luchas por amor, más power up, caminos del héroe y bla bla bla. Acá aplica “el que esté libre de pecado, que lance la primera piedra”.

Para ir cerrando y no extender algo que podría hablar en un podcast, consideremos el final de Bleach, abarcando el último arco, que, dicho sea de paso, será animado prontamente. La guerra sangrienta de los mil años se comenzó a publicar justo cuando el animé se canceló, y este arco es probablemente el más ambiguo de todos.

La guerra sangrienta de los mil años

Después de que Ichigo volviese a perder sus poderes, al parecer todo anda más calmo dentro de este universo. Pero Kubo intentó dar en este último arco a los personajes más intrigantes del manga y que jamás nunca habían sido tocados a excepción de la aparición de Ishida, los Quincy.

Esto, desde un punto de vista razonable, era necesario para intentar cerrar la serie. Desde los primeros capítulos del manga, con la presentación de Ishida como un personaje poderoso que proviene de una raza extinta por los Shinigamis, es que comienza a forjarse el misterio del clan. Esto no quedaría solo en el rol recurrente del arquero, sino que se potenciaría aún más, con la aparición de su padre post rescate de Rukia, luego con la aparición del papá de Ichigo y el pasado oculto de este.

Sería una continuación de acontecimientos que terminarían por consolidarse en este último arco, y con una motivación que poco se vió venir, pero que como venganza de esta raza era necesaria. Toda la trama está armada perfectamente, y da lógica al tiempo de ausencia de los Quincy, quienes por mil años estuvieron desde las sombras preparando una venganza que perpetuaron con creces, porque lo que le hicieron a la Sociedad de las Almas es el equivalente Shonen de lo que Pain le hizo a Konoha, Freezer a Namek o los alquimistas estatales a Ishval.

Este arco tendría como pro el poder darle un buen cierre a una serie, algo que era esperable y que se concretó con un villano poderoso, tal vez no tan espectacular como el rol que cumplió Aizen, pero sí con la misma violencia. También colaboraría en dar cierre al conflicto de los Quincys con los Shinigamis, serviría como vía de redención política, como crisis de trama y también como punto de quiebre que implica un antes y un después.

Es cierto que también tiene en contra el que terminaron de mixear a Ichigo como un mestizo de todas las razas posibles dentro del universo de Bleach, lo que se suma al cierre que le dio a la historia Kubo, donde quedamos con un gusto más menos amargo. En lo personal hubiese preferido que Rukia se quedase con Ichigo, pero qué más da, a la larga tuvo un final esperable, al que le faltaron muertes, despedidas y qué sé yo, pero que de alguna manera igual cerró debidamente.

Últimas palabras

Es Bleach un manga de culto. Entra en la categoría de los grandes, y compitió codo a codo con sus contemporáneos: Naruto, One Piece, Fairy Tail, 20th Century Boys o SNK. Es una serie que a ratos se desinfla un poco por lo repetitivo de sus recursos respecto a su protagonista.

También se afloja en el exceso de personajes a pesar de ser un mundo basto. Esto implica que uno se quede con un gusto amargo al no saber qué pasó con otros personajes que en algún momento fueron muy interesantes, o que tuvieron un rol fundamental, como el mismo Urahara.

Pero independiente de ello, es también una serie que puede ser apreciada como un tiraje largo que entrega buenas peleas, excelentes desarrollos de personajes principales, que no pierde el hilo y que, en consideración de que la Shonen la usó de chicle, pudo cerrar a tiempo algo que podría haber acabado mal.

A la larga, el primer y el último villano le dieron suficiente oxígeno a Bleach para poder ser desmembrada de buena manera y no ser liquidada en el olvido. Un sistema de poder interesante que podría haber sido más explotado, más complejizado y que quizá podría haber rozado el Seinen, y eso, sí hubiese sido una pérdida. Pero Tite Kubo sabía lo que quería: un Shonen, y eso fue lo que nos entregó.

Bleach merece justicia y podio.