100 Bullets: noir para los 2000s

Con su excelsa modernización del noir, 100 Bullets se convirtió en un clásico del sello Vertigo de DC Comics.

Escrito por Claudio Cubillos

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¿Qué harías si alguien te diese un maletín con 100 balas imposibles de rastrear?  ¿Qué pasaría si alguien arruina tu vida y te dieran la chance de vengarte de aquella persona, sin repercusiones? Esa es la simple pero interesante propuesta de 100 Bullets, publicada por DC en el subsello Vertigo que, si bien parecía ser otro cómic de crimen urbano, terminó volviéndose un espiral de tramas sobre conspiraciones, corrupción, humor negro y redención, en una macrosaga de, obvio, 100 números. 

Creada por Brian Azarello (Hellblazer, Joker, Luthor, Wonder Woman, Moonshine) y Eduardo Risso (Johnny Double, Logan, Batman: Knight of Vengeance y Broken City), 100 Bullets empezó en 1999 y, por una década, ganó múltiples premios Eisner y distintos tipos de galardones, debido a su excelsa mezcla de neo-noir y drama, además de personajes inolvidables.

Nuestra serie empieza con un hombre misterioso, conocido como Agente Graves, que le ofrece a Dizzy Cardova, una ex convicta recién salida de prisión, un maletín con una pistola con balas “mágicas”. Luego de que Dizzy acepta y se vuelve esencialmente su pupila, Graves le ofrece maletines a Louis Hughes, un joven pandillero, y a Cole Burns, un heladero con una vida sumamente mundana y aburrida.

Es aquí cuando las primeras ramas de las demás subtramas se empiezan a abrir, ya que se revela que Burns y Graves se conocían previamente: ambos eran parte de un grupo de asesinos a sueldo llamados The Minutemen, que trabajaban para una organización conocida como The Trust , compuesta por las 13 familias mafiosas más poderosas del mundo.

A medida que la serie prosigue, conocemos a los demás minutemen: Lono, Milo Garrett, Wylie Times, Victor Ray, Remi Rome y Jack Daw. Estos asesinos implacables fueron “desactivados” por The Trust, luego de que se negaran a cometer “El Crimen Más Grande En La Historia de la Humanidad”, que era un genocidio. Con las memorias borradas de sus años como criminales, los minutemen fueron enviados a vivir vidas normales con una salvedad: la palabra «croata» sería la llave mental para que vuelvan a ser quienes fueron.

Es en los arcos donde se nos muestran las vidas personales de los minutemen, y allí es donde 100 Bullets deslumbra. Jack Daw es un drogadicto que trata de superar sus tendencias autodestructivas; Milo es un detective privado y su arco, The Counterfifth Detective, es una excelente modernización de las historias pulp de los 30; Wylie es feliz con su vida como bombero en una estación de bencina (y ladrón ocasional); Remi trabaja en la carnicería de su familia; y Lono sigue siendo un criminal sádico y amoral. 

Cuando lo inevitable pasa, y el plan de Graves para “reactivar” a los minutemen funciona, la serie cambia su enfoque para darnos un thriller criminal, lleno de giros en la trama, donde nadie puede confiar en nadie y cada personaje tiene algún secreto que podría afectar al plan maestro del Agente Graves.

Azarello nos da lo que mejor sabe hacer: guiones muy en la onda Hard-Boiled, con personajes cínicos y moralmente ambiguos, femme fatale frías y calculadoras, además de mucho humor negro. Pero aun así, con mucho corazón, en particular el arco de Wylie Times llega a resultar bastante emocional. Eduardo Risso aporta un apartado visual muy deudor del cine negro, con caras toscas y sombras constantes, entre persianas y humo de cigarros.

Risso domina como pocos el chiaroscuro

Las portadas corrieron de parte de Dave Johnson (Superman: Red Son y diseñador en las serie de Batman de los 90s), con una estética muy art deco.

Un ejemplo de la estética de Dave Johnson

100 Bullets es el mejor ejemplo de cómo tomar ciertos elementos típicos de un género y trasladarlo a un contexto moderno. También es el ejemplo perfecto de que los cómic «oscuros y brutales» pueden tener una carga emocional y tramas complejas, cuando hay una intención de fondo de contar una buena historia.