She-Ra y las Princesas del Poder: ¿Cuándo es que funcionan los discursos de la Inclusión?

No hace mucho que She-ra: y las Princesas del Poder llegó a su clímax, y a modo de felicitación por su excelente trabajo, le realizaremos un análisis.

Escrito por alexander.r.roez

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Estrenada en 2018, She-ra: Y las Princesas del Poder, es un remake de otra serie animada de los años 80’s y 90’s. A pesar de la polémica inicial en torno a su desarrollo, el equipo a cargo de Noelle Stevenson logró ganarse al público con una aventura frenética y llena de acción.

Así, la serie desataría su ímpetu en cinco temporadas, basando su premisa en un arco bélico. Una trama bastante habitual, pero que logró destacar gracias a su desarrollo critico del tema, siendo para esto, bien aprovechado el desarrollo de sus personajes.

¿Cómo consiguió esto?

Para empezar, denunciando un elemento muy típico en una guerra. La propaganda, y cómo esta influye tanto en Hordianos como en Eterianos (o Eternianos, si viste la serie clásica).

Tío Sam en Eteria

Como tal, esta historia es simple. Eteria está siendo invadida por los Hordianos, y Adora, que en un principio servía a los invasores, reniega de su bando al encontrar la espada que la convierte en She-Ra. Cada episodio nos muestra las distintas misiones que la heroína cumple para quitar terreno a sus antiguos camaradas, a la vez que investiga sobre los orígenes de su poder, descubriendo en el proceso a una terrible amenaza.

Dicha premisa, podría compararse con historias como Red Son, la mirada alternativa de Superman, donde sus personajes ven lo bueno y lo malo de ambos bandos, tratando de formar una síntesis, con la que luego cesar el conflicto (al menos el cómic).

Partiríamos así observando a Hordak, y su influencia, específicamente, en Catra y Adora. Ambas crecerían con esta conveniente «superioridad cívica», etiquetando a los Eterianos como salvajes que requieren de la Horda para ascender a una sociedad evolucionada. De esa forma, entrenan sin reparo para cumplir ese ideal, sin saber que solo son un medio para el beneficio de su amo.

Al otro lado, tendríamos al pueblo de Eteria, quien lucha por mantener su hegemonía, inspirándose constantemente en los mensajes de sus ancestros, los Primeros, famosos por sus avances técnicos y manejo de la magia.

En este punto, conoceríamos a Lighthope, una entidad cibernética que guiaría a Adora por los secretos de estos Primeros, mientras que le repite una y otra vez que el «destino» la ha elegido para obtener la magia de Eteria y salvar este pueblo.

Pero a pesar de lo bello que suena, resulta que los Primeros tendrían otros planes; She-Ra solo sería su herramienta y la fachada frente a Eteria, mientras se aprovechaban de su magia y su poder, aún a costa de destruirlo todo.

Adora se sentiría traicionada, usada. Pero en un contexto de guerra, la propuesta de los Primeros no dejaría de ser tentadora, especialmente para los líderes del bando Eteriano.

Pasando a otro punto, esta llegaría al segundo conflicto en esta obra: el poder y cómo este influye en la vidas, y formas de ver el mundo, de nuestros personajes.

Si quieres conocer a alguien, dale poder

El primer caso bajo el lente resultaría ser el de Hordak; gracias a quien conoceremos al principal antagonista: Hordiano Primero.

De estos dos, emerge una interesante analogía a lo que fue el colonialismo europeo, junto con un guiño al paradigma de la Modernidad. Dicha propuesta se ve en cómo los Hordianos retratan a su sociedad industrializada, explotando los recursos Eterianos, y sometiendo, para ello, a sus respectivos reinos. Por su parte, la modernidad entraría en juego bajo el discurso de Hordiano, quien ve a su gente, así como a todo Eternia, como simples piezas en su Gran Máquina, quitándoles su individualidad para adoptar los patrones de su colectivo. Aquel que no siga esa línea, es destruido.

De esta aplicación, además, emergería una tercera arista: el desarrollo de las ciencias bajo dicho enfoque.

Es aquí donde entraría Entrapta, la pequeña inquieta, amante del conocimiento. Pero lamentablemente en esta «sociedad moderna», su espíritu tiene un precio; servir como arma de la Horda. Y es que si no, ¿cómo podría contar con recursos para sus trabajos?

Sin embargo, sus ideales, especialmente del valor de la diversidad, generarían en este plano un importante contraste, quebrando sobre todo el supremacismo que Hordiano impone. Así, el modelo cede ante el valor de las particularidades, probando que las ciencias son más que auxiliares; son una fuerza de cambio, algo que hasta Hordak aceptaría.

Otra mirada a las aplicaciones del poder, se reflejaría en la relación entre Catra y Shadow Weaver. Esas dos, tendrían un lazo de abuso entre «madre e hija», cuya violencia iría en escalada hasta finalmente colapsar.

Por su lado, Shadow Weaver expone la obsesión por el control; y aquella actitud de ciertos padres, que bajo la excusa de querer sacar el potencial de sus hijos, recurren a la violencia y humillación. Algo que, a la larga, repercute en cómo estos se desenvuelven en el mundo.

Dicho y hecho, Catra reflejaría las consecuencias de aquel abuso, partiendo por su claro complejo de inferioridad, cubierto por una actitud altanera, que pretende suplir sus vacíos por medio de la fuerza y obtención de poder, aún si para ello lastimaba a sus cercanos.

Lamentablemente, esto le traería consecuencias, descubriendo que su hostilidad solo empeoraba las cosas, y que por más autoridad que alcanzara en la Horda, solo se sentía peor.

Ahora, volviendo con Adora: esta nos mostraría, no solo la peor cara de la propaganda, sino que también el peso que significa cargar con la ilusión de todo un pueblo. A la vez que su persona, como Catra, se ve reducida a un arma para su causa. Hecho que poco a poco la devora en ansiedad.

Bajo esta premisa, Stevenson daría más dimensiones a este tropo. Un enfoque muy similar a lo propuesto por el filósofo Friedrich Nietzsche, en El Origen de la Tragedia (1872), donde acusa a la figura del héroe de ser un medio que enriquece a una élite, que lo vende como la solución a los problemas de su pueblo. Un placebo, en otras palabras.

Claramente, esta denuncia la encontramos en Lighthope, quien, bajo el mito de She-Ra, y su charla sobre el destino, usaría a Adora para cumplir con el plan de los Primeros, justificando así que una niña (quien no tendría por qué estar en una guerra para empezar) incluso muera para su causa.

Un relato inclusivo

Ahora, yendo al dilema de la “inclusión forzada” que levantó esta franquicia; no es sorpresa que el número de mujeres en esta obra es mayor que el de los hombres, considerando su público objetivo. Es más, fuera de los tonos de la piel, y un par de líneas cómicas, el cast de personajes es el mismo que vimos en la serie original.

Por otra parte, se destaca la variedad de cuerpos que exponen sus personajes, al mismo tiempo, que se enmarca la diferencia entre un soldado entrenado y un civil más sedentario.

Finalmente, la razón por la que muchos odiaron este trabajo: su retrato de la comunidad LGBT.

Personalmente, no entiendo por qué el drama con los personajes LGBT en una obra, después de todo, Aquiles y Patroclo eran novios, y no veo a nadie acusar a Homero de «inclusión forzada». Lo que sí es cierto, es que obras como Teen Trans (2018) o West Coast Avengers (2017) no dejaron a este tropo muy bien parado. Por suerte, este no fue el caso.

De ese modo, Stevenson nos mostraría a Spinny y Netossa, a los padres de Bow, George y Lance, y el triángulo entre Adora, Catra y Scorpia, vínculo en que la guerra tiene mucho que ver.

Eso sí, tales personajes nunca se mostraron disgregados de la trama (como se suele alegar). Desde Spinny y Netossa peleando contra los Hordianos, hasta George y Lance desenmascarando a los Primeros. Este grupo resultó ser bastante carismático, cada interacción de ellos se sintió natural, nada empalagosa. Algo que se aprecia de esta propuesta de Noelle.

A modo de síntesis, solo diré que esta obra superó con creces a su predecesora. Y que además supo ser contingente sin la necesidad de alardeos. Ya que, como vieron, dejó que sus personajes hicieran el resto.

Aunque sí, es cierto, tuvo un par de fallas por ahí, pero fueron menores; tal vez en su ritmo, o en momentos de comedia. Pero es algo puntual, tanto que no afecta a los resultados.

Por esto, creo sinceramente que esta obra dejó a su saga en lo más alto. Saga que no solo se reinventó, se descubrió a sí misma. Salió de la sombra de He-Man y probó ser más que aquel anuncio de juguetes que apelaba a las niñas. Fue una historia capaz de valerse por sí misma. Y una que valdrá la pena recordar.