Publicado, en primera instancia, de manera independiente, se vuelve la primera novela de la futura trilogía “amor y ciencia”, escrita por Ariadna Lagos.
Esta sigue la complicada vida amorosa de Melinda Doncaster, una joven universitaria que, tras una ruptura con su novio, sigue teniendo encuentros con este a pesar de que él tiene una nueva pareja, pero las cosas irán cambiando con la llegada de otra persona a su vida.
Algo especial
La novela romántica suele ser un arma de doble filo. Por un lado, las relaciones amorosas suelen ser algo común en la vida de la gente y, al final, muchas de ellas pueden llegar a marcar profundamente a un individuo -para bien y mal-, por lo que es muy fácil llegar a identificarse con sus protagonistas.
Sin embargo, a esto se le termina añadiendo el problema de la repetición: los tópicos, clichés y temas de la novela romántica se han mantenido casi intactos, por lo que suele ser muy difícil innovar en ellos. El amor puede ser capaz de sostener una trama por sí mismo, pero, al mismo tiempo, puede reducir una obra a “otra del montón”.
Mi dilema matemático está en un punto medio interesante. No reinventa la rueda, pero es capaz de hacer una lo bastante funcional para que el lector no se aburra, a pesar de recurrir ocasionalmente a ciertas situaciones que se pueden considerar clichés del género. Esto lo logra debido a sus personajes y a su estilo de narración.
Amor y ciencia
Melina es un personaje que adora la física y se nota bastante, no solo por la manera en que habla del tema, también porque suele racionalizar sus conflictos, temores y aflicciones comparándolos con términos propios de la física.
Esto también ocurre con las cosas que le gustan o las personas que aprecia, llamando a uno de los intereses amorosos “una nueva galaxia por descubrir”.
Otros personajes interesantes son Cameron, su mejor amiga y compañera de cuarto. Ella, en primera instancia, funcionará como la voz del lector en la historia cuando Melinda sea incapaz de dejar ir a su primera pareja. Posteriormente, su carácter cínico y serio es capaz de sacar algunas risas debido a sus comentarios e ironía.
También se encuentran Nathael, hermanastro de Melina. Un muchacho tranquilo, agradable y cuya relación con la protagonista es bastante entrañable; con el tiempo, comenzará una relación con una joven que también aportará a la vida sentimental de Melina.
Finalmente, están los dos intereses románticos de la protagonista: David y Zan.
El primero es, al inicio de la historia, la ex pareja de Melina. Un sujeto bastante carismático con serios problemas con el alcohol que continúa frecuentando a pesar de tener una nueva novia, dado que es incapaz de cerrar el ciclo y tiende a aprovecharse de los sentimientos que Melina aún tiene por él.
Por su parte, Zan es un estudiante de arquitectura que comparte clases con Melina, donde interactúan por primera vez. Tiene un pasado bastante complicado y suele recibir bullying y comentarios xenófobos por parte de sus compañeros debido a su origen arábigo. En general, suele mostrarse como un sujeto amable, interesado en el arte y algo misterioso.
Un comienzo sólido
Siendo este el primer libro de una futura trilogía, es capaz de dejar planteados suficientes conflictos y personajes para lo que será el resto de la saga.
Con respecto a su calidad general, el libro es bastante sencillo de leer y no se queda atascado en conflictos (lo que es de agradecer en un género que parece empeñado en darse vueltas), teniendo un ritmo bastante seguible.
Ahora, sería mentira decir que la novela reinventa la rueda, porque continúa reciclado algunos tópicos que los lectores del género ya tienen bastante vistos (algo que parece repetirse bastante en la novela romántica), pero lo compensa con personajes agradables y una prosa ligera. Por suerte, no abusa tanto de los clichés.
Dentro de los próximos meses, esta se encontrará reeditada por la editorial CK.