Raptados, la vergüenza del genocidio en Chile

La primera novela gráfica chilena, Raptados de Huevo Díaz y Omar Campos, relata un episodio vergonzoso de la historia nacional

Escrito por VladMIR

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En el mes de las fiestas patrias, celebramos el cabildo abierto del 18 de septiembre del año 1810, aquella reunión donde se juntaron los más insignes representantes de la sociedad chilena para proclamar a viva voz que todos somos y seremos leales a la Corona Española. Por supuesto, llegaron esos jóvenes con ideas nuevas y extrañas, que se tomaron el poder y declararon que el Reyno de Chile debía ser una república independiente. El resto es historia conocida.

La vergüenza bajo la cama

Aunque no todo es tan conocido, algunas de las historias de nuestro país quedaron un poco olvidadas o, más bien, escondidas bajo la cama: archivos dentro carpetas y más carpetas, temiendo la posibilidad de su descubrimiento, y las implicancias vergonzosas ante la imagen social. Aunque no fuimos los primeros, tampoco los últimos, pero fuimos parte de esa etapa.

Los historiadores que beben de la academia decimonónica y que durante la Dictadura se encargaron de reescribir la historia de Chile, prefieren obviar este tema o reducirlo a un párrafo de tres líneas (Frías Valenzuela te estoy mirando).

Raptados se encarga de rescatar uno de estos episodios vergonzosos. Es la historia de la caza y secuestro de los aborígenes Kawésqar y Selk’Nam, por orden y permiso de los gobiernos de Chile y Argentina, entre 1881 y 1888. La obra narra el periplo de los raptados, que fueron traficados por las diferentes ciudades europeas y exhibidos como animales exóticos, hasta el trágico final que les deparó el choque contra una cultura que no los consideraba humanos.

La novela gráfica

Al estar basada en un episodio histórico, no tenemos muchas sorpresas en la novela; es más, la primera imagen de la portada es un adelanto: nos estamos metiendo en una tragedia.

El primer capítulo nos presenta a nuestros protagonistas, Pachek y Koi, jóvenes selk’nam que pasan por los ritos de iniciación a la vida adulta, para posteriormente contraer matrimonio. Tienen un hijo, Toin, al que miran dormir, deseándole que sea tan feliz como ellos lo han sido. Como buena tragedia griega, los dioses escuchan los deseos de los protagonistas para reírse de ellos y comenzar el drama.

El resto lo imaginan. La aldea es invadida y quemada por cazadores de indios, raptados y exportados como animales exóticos a diferentes ciudades europeas, exhibidos como las rarezas de otras tierras, para convertirse en éxito de taquillas en las ciudades más “civilizadas” de dicho continente.

La novela nos cuenta la historia de un pueblo pacífico, que no tiene forma de defenderse de los cazadores. Ante la incertidumbre que provoca esta nueva situación, los protagonistas actúan movidos por el instinto y la ignorancia. Decisiones confusas, nos llevan a empatizar con la tragedia que sufren.

Aparecen personajes históricos, incluyendo al famoso Julius Poper, quien en su momento era el corsario de los gobiernos de Chile y Argentina, pero en vez de cazar tesoros, cometía genocidio en nombre de la república. También Carl Hagenbeck, el empresario que se hizo millonario con su zoológico humano, será el villano compasivo, el que cree que una jaula confortable es mejor a su hábitat natural. Y un cameo del Rey de la Araucanía.

Contexto histórico

Nos encontramos en pleno auge del racionalismo científico. Con la llegada del darwinismo, todos los seres que no fueran europeos caucásicos eran considerados eslabones perdidos de la evolución. Manifestar algún grado de compasión hacia ellos, era un acto que implicaba caer en el oprobio, pues no se puede defender algo que no tiene alma.

En Chile y Argentina, la región de la Patagonia y Tierra del Fuego eran grandes extensiones de terrenos con muchas posibilidades de crecimiento ganadero. La necesidad de tomar esos terrenos para introducir el ganado ovino, implicaba desocupar la región de ocupantes indeseables. Julius Poper era considerado por las autoridades políticas un fumigador.

Todos estos antecedentes son expuestos en la novela, de forma concisa y puntual, pero más que suficiente para entender el contexto de la época.

La gráfica

Los dibujos están basados en líneas de bocetos. Lo que pareciera ser simple permite dar sustento a la historia, sin caer en una narración densa y agobiante. Las expresiones de los personajes son fácilmente entendibles y permiten empatizar con la situación.

Se repite un problema en este tipo de historias, y es la poca caracterización de los protagonistas. En varias oportunidades se confunden los personajes, y son los diálogos los que dan a entender quién es quién dentro de las viñetas.

En cambio, los colores agobian al lector. En un inicio pareciera una historia de mitos y leyendas infantiles acompañados de colores claros; sin embargo, la introducción de los elementos “civilizados” en la narración deriva en colores oscuros, claustrofóbicos, depresivos. Habrá intentos de volver a los colores iniciales, pero la trama no lo permitirá.

Edición

Publicada por Ocho Libros Editores, promocionada en el 2011 como la primera novela gráfica chilena, es una edición de buena calidad, papel grueso y brillante. Cuenta con prólogo de Francisco Ortega y Jorge Baradit, además de una introducción escrita por los autores y referida a la cosmovisión selk’nam.

Incluso realizaron una presentación audiovisual con música de la cantautora chilena Vasti Michel, Tierra del Fuego.

Pero tiene un gran defecto de edición: los globos de diálogos. Completamente blancos, sin ningún matiz, chocan visualmente en contraste con las viñetas, principalmente en las páginas más oscuras. Este defecto resta impacto visual a la obra.

Conclusión

Al intentar retratar un episodio de nuestra historia, la obra adquiere el carácter de lectura obligatoria. Pero no se piense que simplemente es por basarse en hechos reales, también es una oportunidad para intentar comprender el sufrimiento de los aborígenes más antiguos del país, aquellos que fueron el reflejo de un tiempo congelado.

Los autores crean una historia que conmueve y a la vez espanta, puesto que sabemos que los hechos no son lejanos, ni en geografía ni en tiempo. Tampoco es comparable a otros eventos sangrientos del país, debido a que los intervinientes “civilizados” eran los únicos que sabían las razones de las acciones; no así los selk’nam, que fueron arrastrados por el “progreso”.