Aguas grises: la oscuridad de lo no dicho

Áurea Ediciones presenta una nueva antología de fantasía oscura: Aguas grises, el primer libro de Giovanni R. L. Aquino

Escrito por Ktlean

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Escribir cuentos es una buena forma de comenzar en la escritura. No la única forma, ya que en el arte rara vez existe algo así como «el camino infalible para todos», pero es cierto que muchos autores inician así.

Del lado del lector, también puede significar una manera atractiva de conocer a un escritor. Probar su pluma, por así decirlo. Si se trata de un creador desconocido, con mayor razón. Así, la inversión es menor a la de lanzarse con una obra de más largo aliento, como una novela.

Todos ganan, en especial si los cuentos suponen una lectura agradable e interesante.

Ese es el caso de Giovanni R. L. Aquino, escritor oriundo de Valparaíso que publicó su primer libro con Áurea Ediciones recientemente: Aguas grises. El tomo, de solo 150 páginas, es una excelente forma de saber qué es lo que tiene este nuevo autor para mostrar.

Disponible en el sitio web de Áurea Ediciones

Lo gris y lo subterráneo

Compuesto de veintitrés cuentos, Aguas grises es un libro variado y a la vez cohesionado. En esencia no parece seguir ningún patrón: no todos los relatos están ambientados en el mismo lugar, ni son todos protagonizados por el mismo tipo de personaje, ni narrados por el mismo tipo de narrador. Algunos se extienden por diez páginas, mientras que otros apenas ocupan una plana.

Esto suele ser algo común en los libros recopilatorios de relatos. Muchos autores los consideran muestrarios, por lo que pedirles cierta cohesión no corresponde. Pero a veces ocurre que sí es posible notar cierto hilo conductor.

En Aguas grises, a pesar de esas diferencias, algo subyace en todos los cuentos. Algo oscuro que se asoma, a veces de forma sutil, a veces de forma clara. Dicha pulsación roza en momentos lo mágico, se adentra en lo paranormal o retrata de manera ineludible lo real. Citando la sinopsis: aquí «todo se diluye dentro de nosotros en una suerte de aguas grises».

Cada historia es un mundo con sus propias reglas. Y, sin embargo, todos se rigen por la misma idea: siempre hay algo oculto y que nos observa desde la oscuridad. A veces puede ser alguien de nuestra propia familia o un supuesto amigo. Otras es algo desconocido, que no debería existir pero que ahí está. O en ocasiones es, por qué no, el reflejo distorsionado del mismo personaje.

La niñez y la maldad

Algo que está presente en varios de los relatos y que llama la atención son los personajes infantiles. Ya sea en calidad de protagonistas, siendo figuras malévolas o inocentes, los niños tienen un papel importante en Aguas Grises.

El primer cuento, El imperio de las luces (que es el que inspira la ilustración de la portada) marca la pauta en esto y en otro de los tópicos que se reiteran a lo largo del tomo: el uso de flashback para contar una historia. En este relato inicial, el protagonista y narrador vuelve a su ciudad natal, Valparaíso, y recuerda al único amor infantil de verdad que tuvo.

En una serie de eventos que lo ayudan a conocer mejor a la niña que le roba el sueño, se entromete un adulto (padrastro de ella), cuya presencia y actitudes pone al lector de inmediato en alerta. Parecen haber fuerzas y hechos que no conocemos ni conoceremos; tampoco las conocerá el protagonista. Quedan en la oscuridad y la interpretación.

No es el único cuento donde los niños se enfrentan a cosas o seres que nunca se desvelan del todo: lo mismo ocurre en Asfixiado, una historia que lleva a otro nivel la frase «ocultar bajo la alfombra». O en Sangre, donde una joven asiste al funeral de su abuelo y se ve a sí misma siendo una niña en los viejos vídeos del fallecido. El ojo de la cámara, que representa la mirada de su abuelo, la hace plantearse qué cosas ocultan su infancia.

Pero en ocasiones, los niños no son tan inocentes. Así ocurre en Secretos, donde una serie de vecinos norteamericanos ocultan su lado más inmoral, incluyendo los de menor edad. O en Kappa, donde la víctima se convierte en victimario mientras se oculta tras una máscara. A veces esos niños malévolos crecen y se vuelven aún peores, como en Helvete, donde no se puede esperar la más mínima lealtad.

Porque no solo lo oculto aparece siempre, vestido con diferentes ropas, en Aguas grises. También lo hace la maldad. Ya sea fruto de un amor obsesivo, como en El almendro; o por la influencia de una casa donde los homicidios o suicidios parecen sucederse en un ciclo, como En la casa del ahorcadoEstas aguas grises parecen estar, casi siempre, más cerca del negro que del blanco.

Opinión personal

Lo primero que me atrajo de este libro fue la prosa del autor. Con sus más y sus menos, la considero dueña de una belleza a veces poética, a veces directa, a veces mágica. Con el correr de las páginas, también, me fue ganando la sensación de frescura de sus cuentos. Esto último, a pesar de tratar temas muy comunes en géneros como la fantasía, lo paranormal o el terror.

Como primera obra de un escritor novel, me parece una excelente muestra de lo que en el futuro puede entregarnos. Me gustaría ver su potencial explotado en una novela, aunque no dudaría en seguir leyendo sus cuentos.

Aguas grises es una lectura recomendable, ya sea por su belleza u oscuridad latentes. O quizás por ambas cosas.