Satoshi Kon fue uno de los directores que logró ser un referente de la animación japonesa por medio del cine. Es lamentable que haya partido, habiendo aportado tanto con un puñado de películas, sabiendo que tenia mucho más que entregar al mundo del cine y animación. Pero eso no impide que los amantes del cine y la animación japonesa no exploren su corta, pero magnifica, filmografía que tiene mucho de qué hablar.
En esta oportunidad, además de estar en fechas cercanas a las fiestas de fin de año, hablaremos de su obra Tokyo Godfathers, uno de esos clásicos navideños que mucha gente no conoce, pero que debería darse el tiempo de ver, ya que tiene suficiente sustancia para ser una de esas películas de fin de año memorables como lo pueden ser joyas clásicas como Mi Pobre Angelito, El extraño mundo de Jack, Batman Returns o Duro de Matar.
Para incentivar a las personas a ver esta película, esta reseña no tendrá nada de spoilers y solo se abracará la sinopsis principal. Esto porque, a pesar de que la trama no es compleja argumentalmente como Perfect Blue o Paprika, sí tiene momentos sobre el clímax final que son inesperados.
Tres vagabundos y un bebé
La historia nos traslada a la ciudad de Tokio, Japón, en vísperas de Navidad. En medio de las calles nevadas de Shibuya nos topamos con tres vagabundos muy particulares que, en medio de la basura, encuentran a un bebé abandonado. Ellos, en vez de entregar al pequeño a la policía, deciden encontrar a sus padres y saber el porqué dejaron a un bebe recién nacido tirado en la basura, en medio de la nieve y a días de ser Navidad.
Esa es la premisa de Tokyo Godfathers desde sus primeros minutos, una trama muy simple que tiene un principio y un fin. Pero dejarlo solo ahí seria muy vago para una película con una duración de hora y media, pues Gin, Hana y Miyuki, a pesar de ser unos vagabundos con una mala pinta, son un trío divertido, carismático y memorable. Además que mientras avanza la película los conocemos de poco a poco y sabemos el por qué llegaron a lo que son y el por qué no pueden volver a sus antiguas vidas.
El largometraje animado explora muchos géneros como la comedia, el drama e incluso llega un poco al surrealismo en algunas escenas. La realidad es que Satoshi Kon puede expresar muchas emociones de una manera bien ejecutada sin llegar al ridículo o un sin sentido.
Explorando las calles de Tokio
Durante la travesía de los tres vagabundos en regresar al bebé a sus padres se toparán con muchas personas, quienes de alguna forma u otra los conectará con sus vidas pasadas, aunque esto solo les haga sentir culpa y arrepentimiento de sus acciones pasadas. Al final descubriremos que nunca han sido malas personas, solo que cometieron errores que, bajo su punto de vista, es un camino el cual no creen volver a retomar.
Dejando un lado a los protagonistas, la ciudad de Tokio que nos entrega la película es muy variada. Desde grupos mafiosos a barrios bajos, llegando al metro de la ciudad e incluso un cementerio local. El largometraje hace un excelente trabajo en cómo el espectador se adentra a las calles.
Esto no llegaría a ese impacto de no ser por el trabajo de animación y escenografía que, para el año 2003, es una muestra de que el maestro Satoshi Kon tenía un estilo único en sus películas, pues más que ser un animador japonés, el ocupaba elementos cinematográficos muy bien trabajados, y Tokyo Godfathers no es la excepción.
Un imperdible navideño
Hay muchos detalles que se están quedando afuera debido a que estos ya son spoilers de la película, pero quiero que se queden con lo siguiente: Tokyo Godfathers es una película que tienes que ver si te gusta la animación japonesa y si eres de los que busca una nueva película navideña para ver.
Es triste que esta película, junto con Parpika, Perfect Blue, Millennium Actress y Paranoia Agent (serie anime), sea todo lo que ha entregado Satoshi Kon al mundo de la animación. Es lamentable que un talento tan grande se haya apagado cuando aun había mucho por iluminar. Con lo que ofreció en sus años como director y animador es necesario mencionarlo como un referente moderno del cine aunque no este presente en vida.