Putzi. El Confidente de Hitler: La paradójica vida de un nazi

Ernst Hanfstaengl, alias Putzi, fue pianista y amigo de Hitler. El relato de su vida revela detalles inéditos del nazismo y el Füher.

Escrito por Lord Dragón

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Adolf Hitler. Un nombre que de solo escucharlo nos transporta a los horrores del nazismo. Un nombre que hoy, ocho décadas después, sigue siendo polémico y dando de qué hablar. Un hombre que representa lo peor de la raza humana y una época que la mayoría desearía olvidar.

De él se han hecho cientos de películas, se han escrito biografías, se han rodado series y hasta ha inspirado videojuegos. Entonces, ¿qué podemos decir de él que no se haya dicho con anterioridad?

Putzi, el amigo de Hitler

Ernst Hanfstaengl, mejor conocido como Putzi, tiene la respuesta a eso. Pues el conoció de cerca al tirano alemán, y por muchos años fue su amigo y confidente.

Pero no se queda solo ahí. Putzi fue mucho más que “el amigo de,” ya que su vida fue suficientemente interesante por sí misma para deleitarnos (u horrorizarnos) con sus experiencias. Conoció presidentes, se codeó con la realeza y tuvo un papel activo en los hechos más significativos del siglo XX y la 2da Guerra Mundial.

Este es el relato de la vida de Putzi contado en parte por él mismo y complementado por sujetos que lo conocieron, además de la investigación del autor, Thomas Snégaroff.

Nació en Múnich en el año 1887. De padre alemán y madre estadounidense, fue criado con todas las comodidades de una familia bien posicionada y heredó de ellos un firme interés por la cultura y las artes. Aunque destacaba por su gran altura, cercana a los dos metros, su apodo desde niño siempre fue Putzi, que significa hombrecito, y así lo llamaban todos hasta el final de sus días.

Vivió varios años en Estados Unidos, se graduó de Harvard y trabajó en el negocio de su padre en Nueva York hasta que regresó a Alemania en la década del 20, década en que conoció a Adolf Hitler.

Putzi y su cercanía con el Führer

La fascinación y admiración por Richard Wagner fue lo que los unió. Hitler reconoce en la vasta obra del compositor alemán una importante fuente de inspiración para desarrollar su pensamiento político filosófico, los que derivarían en los postulados que componen el nazismo. Putzi, además de idolatrar a Wagner a un nivel similar al de Hitler, tocaba de forma sublime las piezas del compositor, algo que le encantó a su nuevo amigo.  

Ernst era un hombre culto y de estudios, que a la vez podía ser el alma de la fiesta y divertir a todos a su alrededor, principalmente con su piano. Siempre que pasaba una velada con Putzi, Hitler le pedía que lo deleitara tocando una pieza de Wagner de las que tanto disfrutaba.

Esa suma de aptitudes le sirvieron para granjearse la confianza y amistad del líder del partido nazi. Se transformó en su amigo y pianista personal.

Hitler escuchaba sus consejos (al menos por un tiempo), le pedía ayuda recurrentemente, conoció a su familia e incluso se escondió de la policía en su casa.

Durante muchos años fueron muy cercanos. Con un par de excepciones, fue una de las personas que conoció más a fondo al líder alemán. Su cercanía nos entrega datos e información que ningún otro manejaba y a la vez aporta con un punto de vista único sobre Adolf y sobre la Alemania nazi

Con frases inéditas como:

Años más tarde, tras tratar pese a todo de encontrarle esposa, Putzi les confiaría a unos amigos “Hitler es asexual”

Thomas Snégaroff

Putzi, un hombre clave en el nazismo

Por ser mitad estadounidense, por su dominio del idioma inglés, por los más de quince años que pasó en U.S.A y los contactos que tenía, lo convirtieron en un hombre clave para hacer de nexo entre Estados Unidos y la Alemania Nazi. Los reporteros, diplomáticos y personas influyentes de Norteamérica lo buscaban para acercarse al Führer y forjar alianzas o amistad entre ambas naciones.

El año 1933 fue nombrado por el mismo Adolf Hitler como jefe de la oficina de prensa extranjera. Un cargo importante y de mucho poder, que dejaba en sus manos la tarea de presentar una buena imagen del dictador para el mundo. Todo periodista extranjero tenía que pasar por Putzi.

Decepción

Su relación con Hitler y su fe en el nazismo se vieron mermadas por la ingratitud que mostró el Führer con muchos de sus colaboradores más fieles. Tras los infames hechos de la noche conocida como “la noche de los cuchillos largos”, los que perdieron su favor y ostentaban un poder que pudiera cuestionar su autoridad fueron asesinados o tuvieron que arrancar. A eso hay que sumarle la influencia de Goebbels, ferviente opositor a Putzi, que le susurraba a Hitler al oído mensajes venenosos sobre su enemigo. Al final Putzi perdió su posición privilegiada y fue relegado a un papel menor con pocas o nulas responsabilidades. Dicha afrenta le dolió profundamente y se sintió abandonado por su Führer.

Cometió el error de revelarse su sentir a una muchacha, quien no tuvo remordimientos en contarle esto a Hitler.

Cuando fue enviado en una sospechosa misión, a todas luces dispuesta para fracasar, comprendió que su vida corría peligro en territorio alemán. Huyó a Estados Unidos, su segundo hogar, en donde trabajó codo a codo con el presidente Roosevelt proporcionándole información sobre el tirano alemán.

El verdadero Putzi

Sería fácil catalogar y juzgar a Putzi como un simple nazi, y si bien en verdad lo fue, también se transformó en uno de sus mayores enemigos al cooperar con los aliados y mostrarles la verdadera dimensión de la brutalidad y represión del régimen.

Tampoco se le puede considerar un traidor, teniendo en cuenta que es mitad norteamericano, que vivió muchos años en dicho país, y que siempre abogó por una alianza entre las dos naciones. Una vez exiliado de Alemania, era lógico que se fuera a su segunda nación y se pasara al bando de los aliados.

Putzi fue un hombre de contrastes y de varias capas. Fue pianista, periodista, historiador, escritor, editor. Siempre estuvo ligado al arte, ya sea por el negocio de su padre o por su afición a la música. Nadie se imaginaría que con esos pergaminos haya sido realmente un fiel seguidor de Hitler y un creyente en el nazismo.

Estilo y relato

Putzi. El confidente de Hitler es un libro bien documentado y con información detallada. El ritmo es veloz y se lee con presteza sin llegar a caer en el tedio. Consigue mantener el interés por el personaje y de a poco nos vamos formando una imagen de él con los antecedentes en carpeta.

Pero el relato se siente a ratos desordenado, con párrafos que se van al pasado o que explican sucesos distintos a los que se están contando en ese momento. Incluso una breve introducción de otros personajes interrumpe la trama principal sin la adecuada transición (se agrega directamente después de un punto, sin dejar espacio o iniciar en un párrafo o capítulo siguiente).

A pesar de ser un libro esencialmente de historia, la narración y el estilo se asemeja a una novela histórica, y aquello hace que el relato sea ameno, fluido y entretenido. No tiene la densidad propia de un libro de historia ni de una biografía. En resumidas cuentas, es una lectura entretenida.

Opinión

Fue una estimulante lectura que me abrió los ojos sobre aspectos del nazismo que desconocía. La vida de Putzi parece sacada de una película con todos los personajes celebres que conoció y los momentos históricos de los que fue testigo y protagonista.

Boston Public Library, Print DepartmentErnst Hanfstaengl (center, with raised arm) in the Harvard class of 1909 parade, June 1934.

Es de esas figuras que uno no sabe si considerarlas héroes o villanos. Tal vez fue un poco de ambos y por ello es que resulta intrigante indagar en su vida y descubrir sus motivos.

Fuera de un par de detalles que mencioné anteriormente, el libro me gustó. Divertido e informativo y de fácil lectura. El autor hizo un excelente trabajo, y más aún si consideramos que es su primer libro cercano al formato novela.

Para todo aquel que se interés por la historia del nazismo, de la Segunda Guerra Mundial o que sienta una fascinación por la inquietante imagen de Adolf Hitler, encontrará en este libro una excelente historia que complacerá sus apetitos intelectuales.