Lentos animales interdimensionales: los matices de la ciencia ficción

El último lanzamiento de Cathartes se titula Lentos animales interdimensionales. Exploramos esta antología, escrita por Luis Saavedra Vargas

Escrito por Ktlean

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Cathartes Ediciones, editorial apostada en Arica, debe ser una de las que posee las propuestas más interesantes en torno al género en el Chile actual. Ya sea a través de antologías como Proyecto Usher, que reúne a autores chilenos y peruanos en torno a la figura de Edgar Allan Poe, o el resto de sus novelas y poemarios. Esta editorial se abre paso sin descanso a través del panorama literario local.

El turno, esta vez, es de su último lanzamiento. Escrito por Luis Saavedra Vargas, figura importante de la ciencia ficción chilena, entre otras cosas por su contribución al nacimiento del Colectivo Poliedro (que ha publicado un total de seis antologías) y que ahora presenta Lentos animales interdimensionales.

Compuesto por dieciséis cuentos y escrito con un tono que tiene regusto a poesía y a metáfora, la nueva propuesta de Cathartes parece llamada a ganarse un merecido espacio en la ciencia ficción.

Los cuentos

Editar una antología debe ser muy difícil. Decidir con qué relato abrir, con cuál continuar, cómo cerrar. Más aún cuando se trata de textos escritos por un solo autor, donde el lector se prepara, quizás inconscientemente, a descubrir cierta unidad, quizás no de temas o tramas, pero sí en cuánto a calidad.

Algo que llama la atención de Lentos animales interdimensionales es que, a medida que se avanza en la lectura, es posible sentir que los cuentos siempre van a mejor. Independiente de la extensión de estos o del tema, cada relato aumenta la apuesta, tanto respecto al género como a la forma en que están escritos.

Por ejemplo, van mutando en cuanto a la estructura. Mientras en el primer cuento del volumen, titulado El río del mundo, tiene solo una perspectiva en la voz de un narrador protagonista, páginas después vemos historias narradas de manera coral. Este es el caso del Viajero incandescente, donde un grupo de criaturas que parecen más cercanas a la fantasía demuestran que la ciencia ficción puede ser la respuesta detrás de la magia.

Los temas también se van profundizando, y uno de los más recurrentes es la muerte. Ya sea a través del propio yo con la vejez que nos espera, tema tratado en el cuento El último rey de Macedonia, por medio del duelo (Este incómodo momento) o por medio de los intentos de Camilo Santelices de alargar su vida a través de androides, ya que no soporta esperar la muerte a la que le ha condenado su enfermedad. Este relato, llamado Todos nosotros, zombies, es probablemente uno de los mejores del tomo y no parece una coincidencia que esté dedicado a Hugo Correa.

Sin duda, una de las cosas que más ayudan a que la lectura de Lentos animales interdimensionales se sienta como ir adentrándose más y más en un túnel lleno de sombras, es la prosa de su autor. Es una gran mentira creer que el género no puede ser escrito más que de una forma directa y concisa, al estilo de los best sellers que buscan que el lector imagine la escena más que cualquier otra cosa.

En el caso de este tomo de relatos, el estilo de escritura es como una mano que invita a que la persona que lo está leyendo lo complete a su forma y con sus medios. No menosprecia al lector, lo que puede mirarse también como cierta seguridad de parte del autor a que quienes lleguen a su libro serán asiduos al género y, por lo mismo, anden buscando una nueva forma de entenderlo.

Los matices de la ciencia ficción

Lentos animales interdimensionales no está libre de los tópicos propios de su género. Tiene androides, viajes en el tiempo, presencia de seres extraterrestres, futuros donde la tecnología permite cosas aún imposibles para nosotros, etc.

Aún así, sus relatos demuestran que incluso esos clichés manidos, si se escriben bien, pueden hacer sentir al lector que siguen siendo necesarios en la ficción. También ayuda el hecho de que su presencia es a veces tan sutil que se tarda en detectar.

Es el caso, por ejemplo, del cuento Ol´Fairies Bar. Con una estructura que mezcla transcripciones de entrevistas o artículos con una narración más típica en primera persona, se va perfilando poco a poco como una ucronía. Una divergencia en la historia que conocemos posterior a la Segunda Guerra Mundial, a partir de adiciones de hechos que no ocurrieron, pero que podrían haber ocurrido. En este caso, la existencia de metahumanos.

Últimas palabras

A través de sus páginas, este libro demuestra tres cosas: un manejo notable del género de la ciencia ficción por parte de su autor (cosa que no sorprende cuando uno lee el prólogo y se entera de lo que Luis Saavedra Vargas ha hecho por dicho género en Chile), una prosa que por sí sola invita a seguir leyendo y a leer todo lo que este escritor publique de acá en adelante.

Y, quizás lo más importante: que a veces basta con escarbar más profundo en lo que ya conocemos, darle otro matiz, otro tono, para hacerlo recuperar su importancia.