Una España que vivía la tortuosa dictadura de Francisco Franco veía nacer la revolución musical del ópera rock más grande de la historia hispanohablante. Mientras en 1975 el telón se abría en el Teatro Alcalá de Madrid para mostrar la versión libre de Jesucristo Superstar, Francisco Franco vivía sus últimas semanas de vida. Así comenzó el viaje de Camilo Sesto para revolucionar la música, la religión y la ficción.
Años antes, en 1971, el compositor Andrew Lloyd Webber estrenaba Jesus Christ Superstar en Broadway, la adaptación libre de los Evangelios, centrados en los últimos años de Jesús y su pasión. En esos años, el cine ya tenía películas como La Historia Más Grande Jamás Contada, Rey de Reyes o El Evangelio Según San Mateo, es decir, la historia del Nazareno no era ajeno a la ficción. Al igual que a lo largo de la historia, el musical no gustó del todo en ciertos grupos religiosos, pero pese a eso se consideró un éxito.
De vuelta a España, un país sumamente católico, la adaptación a la gran pantalla del musical fue censurada. La idea de mostrar a un Jesús más humano que divino era una blasfemia imperdonable. La letra de Canción de Herodes no pasaba la censura del régimen franquista de ninguna manera, lo mismo con La Canción de Judas, ya que en ambas se destacaba el carácter judío de Jesús por sobre su divinidad. Imperdonable, que ardan en los infiernos.
Pero Camilo Sesto estaba deseoso de adaptar las canciones. El cantante era una estrella ascendente hispanohablante que se enamoró del musical en Londres. Quería llevarlo a España a como dé lugar y de su propio bolsillo salió el dinero para comprar y adaptar la historia. 12 millones de pesetas, casi 80 mil dólares.
Con todo, contra todos
Así comenzó la construcción del primer mega musical español, con Camilo Sesto como Jesús, Ángela Carrasco como María Magdalena y Teddy Bautista como Judas. Ahora quedaba lo más difícil, superar el ojo censurador franquista. El rock no era bien visto en esos años y el carácter pasional de los protagonistas no dejaba una buena impresión en la Iglesia. Por otro lado, la salud de Franco estaba en su peor momento. En medio de todo se dió el visto bueno para hacer el musical, eso sí, con una presentación de prueba para los censores.
Sin tener claro el porqué, la obra se permitió, pese a la carga política sumada por Camilo Sesto. El resto es historia, la obra fue un éxito y se presentó de manera ininterrumpida (a excepción del día de la muerte de Franco) por más de un año. Los arreglos de Teddy Bautista transformaron el musical en una ópera rock sin precedentes que sorprendieron incluso al creador de la obra original.
Camilo Sesto recibió el empujón que faltaba para ser considerado uno de los artistas en español más importantes del mundo. La canción Getsemaní (El único solo de Jesús) se convirtió en la número uno de un sin fin de listas, incluida la Radio Vaticana, y cuatro décadas después es parte de la historia musical. En Chile ha sido versionada por Beto Cuevas, Mario Guerrero e incluso Juan Carlos Bodoque (¡Mira mi muerte!)
El musical en España causó tal división que mientras algunos pedían la crucificción de Sesto, otros buscaban besar sus manos y que el artista bendijera a sus hijos, él era Jesús para los que lo amaban y odiaban. Indiferente no dejó a nadie. Tanto así que La versión en español llegó a eclipsar la versión original y fue un musical que cambió la escena. Décadas después, la historia sigue sonando tan fresca y alucinante como lo hizo en un principio. No por nada Jesucristo Superstar se metió en la lista de ficciones sobre la Pasión de Cristo más queridas.