Mudanzas al cielo: lo que deja atrás la muerte

Un dorama disponible en Netflix sobre la muerte y sus consecuencias, pero también sobre cómo seguir adelante: Mudanzas al cielo

Escrito por Ktlean

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Siempre es un riesgo afirmar algo tajantemente. Decir, por ejemplo: «esto es lo mejor que he visto, no habrá nada que se le pueda comparar». Eso fue lo que más o menos dijo la autora de esta reseña al terminar de ver Navillera y autoconvencerse que nunca vería un dorama (drama coreano) que se le asemejara.

Pero siempre es un riesgo afirmar algo con tanta seguridad, porque es muy probable que no pase mucho tiempo hasta que nos toque cambiar de parecer. En este caso, solo transcurrieron unas semanas antes de que otro dorama apareciera en el camino, con una calidad suficiente para hacer que esa frase dicha en medio de la emoción perdiera algo de sentido.

La serie en cuestión es Mudanzas al cielo, disponible en Netflix (al igual que Navillera, dicho sea de paso). Con un total de diez capítulos y una posible segunda temporada en el horizonte, Mudanzas al cielo se presenta como un drama sobre la familia, la pérdida y lo que queda atrás cuando alguien muere.

La historia

Han Geu-ru es un joven de veinte años que vive y trabaja con su padre, Han Jeong-u. Durante el primer capítulo conocemos a ambos personajes en medio de un día normal para ellos, la cual, por dos motivos fundamentales, pueden no ser tan «normales» para el resto de las personas. El primero de esos motivos es que Geu-ru pertenece al espectro Autista, lo que lo vuelve muy estricto con su rutina, con el orden, con la limpieza, etc. También comprendemos otro rasgo fundamental en el joven y es su perfecta memoria.

El segundo de los motivos es la empresa que Geu-ru y Jeong-u manejan: llamada Mudanzas al cielo (O Move to heaven), se centra en las limpiezas traumáticas, también denominadas limpiezas forenses. Ya sea por el llamado de algún familiar, un casero o la propia policía, padre e hijo acuden a diversos lugares a limpiar, ordenar y catalogar las pertenencias de los fallecidos. Muchos de esos objetos terminan en la basura o en algún centro de donación, pero Mudanzas al cielo también procura reunir lo más importante, para entregarlo luego a los familiares o cercanos del difunto.

El negocio parece prosperar y ambos se complementan muy bien, pero entonces ocurre la desgracia. Jeong-u, un hombre joven y aparentemente sano, fallece de pronto de un infarto (esto es el disparador de trama, no un spoiler). De pronto, Geu-ru queda solo y a pesar de que es mayor de edad, no puede cuidar de sí mismo debido a su condición. Es ahí donde entra el segundo protagonista de la serie, Cho Sang-gu. Hermanastro del padre del joven y recién salido de la cárcel, al treinteañero no le queda más remedio que convertirse en tutor de su sobrino, a quien apenas conoce. No solo, sino que también debe trabajar en Mudanzas al cielo.

Desde el segundo capítulo vemos a Sang-gu adaptándose, o intentando adaptarse a su nueva casa, su nuevo empleo y la gente que toda esta situación a traído a su vida: Geu-ru y Yoon Na-mu, la mejor amiga y vecina del joven. Todo eso, sumado a su propio pasado problemático, del que iremos sabiendo con el paso de los capítulos, lo harán replantearse toda su vida.

La limpieza como duelo

Ya sea por el rubro en el que trabajan los protagonistas de esta serie, así como también debido a un par de hechos esenciales de la trama, la muerte se transforma en el gran tema de la historia. Eso lleva a otros tan o igual de importantes, pero siempre es la muerte el punto de partida.

Si bien es un tema muy utilizado en la ficción, al ser tan amplio siempre hay formas nuevas o frescas o significativas de abordarlo. En este caso, la muerte es muy amplia, tanto en su materialidad como en sus motivos. El primer ejemplo que tenemos es el de la muerte más importante dentro de la trama, es decir la de Jeong-u. Su deceso supone no únicamente una pérdida para Geu-ru (sobre todo teniendo en cuenta que es su lazo más importante), sino también la ruptura casi total de su rutina.

Toda su vida se trastoca y al tener Asperger, acostumbrarse a ello es mucho más complejo que para el común de las personas. Por ese motivo, Geu-ru intenta, dentro de lo posible, mantener las cosas tal como estaban antes, cuando su padre aún vivía. Con la llegada de su tío, eso se pone claramente en conflicto, pero él mantiene su lucha por no dejar ir la presencia de su papá.

En contraste con esto, se hilvanan cada uno de los «casos» que Mudanzas al cielo deben resolver. En su rol profesional, Geu-ru sí puede cumplir con la terea de limpiar los lugares antes ocupados por los difuntos e incluso es muy exigente respecto a cumplir todo el protocolo. Como ya se dijo antes, una de las cosas que hace Mudanzas al cielo es entregar las pertenencias más importantes a los seres queridos del fallecido. Recolectan los objetos en una caja amarilla, y Geu-ru, siguiendo las enseñanzas de su padre, no descansa hasta que cumple con esa última parte del proceso.

No siempre es fácil, ya que cada trabajo (en una decisión de guion muy interesante que dota a la serie de un mensaje social) tiene tras de sí una dificultad. Así, vemos muertes ocurridas debido a negligencias laborales, a feminicidios, a suicidios, a descuido de ancianos por parte de sus familiares, etc. Al pasar los capítulos, podemos hacer una revisión rápida a varias problemáticas de Corea del Sur, varias de las cuales (por no decir todas) pueden verse reflejadas en el resto del mundo.

Muchas veces Geu-ru la tendrá cuesta arriba, volviendo la trama más investigativa y dinámica, pero el tesón del protagonista, sus habilidades y el apoyo cada vez más claro de su amiga y su tío, harán que lo consigan.

La muerte como catarsis

Uno de los mensajes más claros de Mudanzas al cielo es no solo la muerte, sino lo que sucede después de esta. El hecho de centrarse en los objetos que deja atrás un difunto, y en cómo estos pueden responder preguntas o cerrar ciclos de sus deudos, es algo que se refleja muy bien capítulo a capítulo, pero también como conflicto central de los dos protagonistas.

Durante gran parte de la serie, el personaje que presenta más baches es Sang-gu. Los motivos que lo llevaron a la cárcel, su actitud ante la vida, su regreso a las peleas ilegales y todo lo nuevo que supone ser tutor de su sobrino, lo ponen siempre en un equilibrio precario. Es interesante ver cómo cada caso de Mudanzas al cielo va abriendo su perspectiva del mundo y también lo vuelve más empático.

Todo eso, al igual que en el caso de Geu-ru pero de forma más clara incluso, lo lleva a su propia catarsis en los capítulos finales. Primero respecto a un amigo que representa uno de los momentos más oscuros de su vida, y luego con su hermano, el difunto Jeong-u. Esto es lo último que necesita para de verdad ser un apoyo emocional para Geu-ru cuando este más lo necesita.

Opinión personal

Me quedo con muchas cosas que decir respecto a esta serie, ya que como buen producto audiovisual puede abordarse desde diferentes ángulos. Podrían escribirse reseñas de capítulos específicos sin problemas. Pero lo importante es que cada una de las personas que se atrevan con Mudanzas al cielo puedan descubrir qué punto es el que más les toca, de qué forma la historia es significativa para ellos.

Tal como con Navillera, se la recomiendo a todo el mundo, tanto a los fans del formato como a los que no. Y sobre todo, la recomiendo como una excelente obra de ficción sobre la muerte y sus consecuencias y de cómo incluso aquellos que se van tienen cosas que decirnos. Como aprende Geu-ru, los muertes pueden hablar. No de la misma manera que antes, pero lo hacen.