La derrota de Rancagua: un libro histórico

Enrique Inda nos trae un registro histórico de una de las batallas más decisorias de la patria vieja y su resultado: La derrota de Rancagua.

Escrito por FanoPetrikov

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La historia bélica sobre los procesos de independencia de cada país son los pilares fundamentales de la construcción social. De este enunciado romántico no se escapa ningún territorio. Pero, así como hay victorias al final del camino, en el recorrido ocurren también desgracias, esto es lo que nos presenta La Derrota de Rancagua.

Planeta sumó a su catálogo el libro “La Derrota de Rancagua” un libro publicado en el presente año. Su autor Enrique Inda, tiene un vasto recorrido por la narración de la historia, tanto en perspectivas novelescas como documentales. Es este último concepto el que mejor define al libro referido.

Y es que si nos ponemos a pensar cuándo fue la última vez que vimos, leímos o encontramos un documento que aborde con detalles el combate de Rancagua, poco o nada se nos vendrá a la mente.

Todo lo que sabemos respecto al asunto es lo que nos comentaron en nuestros colegios; el combate fue redefinido como un desastre. Es popular oír “el desastre de Rancagua”. Esta definición no está lejos de su semántica, fue una derrota apabullante. Pero esta no estuvo exenta de malas prácticas, pésimas administraciones y un contexto que vale la pena saber.

¿De qué va el libro?

El libro no solo nos comenta el hecho puntual y las horas cruciales del enfrentamiento. Va mucho más allá, la obra es un lujo de detalles respecto al contexto completo que suscitó el combate de Rancagua.

Inda comienza hablándonos de los períodos de gobierno de Carrera y en qué estaba el país mientras comenzaban a gestarse las batallas independentistas. No solo relata la historia personal de José Miguel con sus hermanos y Bernardo O’Higgins. Sino que también nos introduce en el contexto sudamericano, sobre todo en lo que acontece en Buenos Aires y en el Virreinato del Perú.

Comienza la cronología de las principales batallas, los acorralamientos a los realistas, quienes buscaban prevalecer la monarquía hispánica. El trabajo de los ejércitos y las realidades que vivían respecto a su calidad y valentía.

Paralelamente vamos sabiendo esto, comienzan a aparecer nombres secundarios desde los anales históricos chilenos. Posteriormente, cuando ya tenemos el mapa, nos damos cuenta que estos personajes son más relevantes de lo que parecen.

Enrique Inda, el autor.

El ritmo de lectura va acorde a lo convulsionado del país

Este título define a cabalidad el cómo se van desarrollando las cosas. No solo tenemos que valorar el trabajo que hace Inda trayendo tanto dato, nombre y hecho puntual con que arma de manera precisa la cronología del período, sino que también el cómo lo va relatando.

El constante mensajeo entre Carrera y O’Higgins, su previa disputa y la disposición del colorado de poder entrar en paz con el gobernador para poner fin a los realistas, hace que sepamos de la propia mano de los protagonistas la cosmovisión de su época.

Acá no se romantiza nada, acá hay una lucha de una franja de tierra enorme, que busca independizarse de sus imperialistas que viven a más de 13.000 kilómetros de distancia.

El tema es que el ejército chileno está en clara desventaja. Y los egos de quienes están al cargo son más grandes que el bien común, nada muy alejado de la realidad actual.

Por último, el desastre. Básicamente, la desgracia de Rancagua es solo el resultado de malas prácticas estratégicas, decisiones temperamentales, poco compromiso gubernamental y por supuesto, el poderío español.

Representación de la batalla.

En conclusión

Yo siempre me había considerado carrerista, O’Higgins para mí era un general más, al que sentía que la historia romantizaba y al que odiaba en cierto grado, por el encargo de asesinato a Rodríguez.

Lo cierto es que no sé si el sujeto de las monedas pueda reivindicar esa visión que tengo de él. Pero acá, el traidor no fue él, fue Carrera. Queda claro en el cómo se relatan los intereses personales del prócer, y los caracteres que hacían de él, un gobernador inestable.

De buena formación académica, elitista, egocéntrico, clasista, experto en nepotismo, manipulador y cobarde. Todas estas definiciones calzan perfecto en la época en que Carrera estaba a cargo y coordinaba el trabajo en conjunto a O’Higgins para la batalla de Rancagua.

No sabremos nunca si realmente las cosas hubiesen sido diferentes si Carrera hubiese llegado con el ejército que prometió que llegaría, o si hubiese abastecido decentemente las tropas del patriota de O’Higgins. Pero si sabemos que el tipo tenía un rol que cumplir y los pantalones le quedaron anchos.

No dudamos del amor que ambos pueden haber tenido por la patria, tampoco somos inconscientes al saber que los próceres más populares de un país son solo la pantalla del trabajo de cientos o miles de nombres que están en un lugar secundario y que son igual de importantes.

Pero cómo seres inconformistas que somos, por este oculto placer de la batalla que tenemos, y para los amantes de la historia también, siempre nos va a quedar la duda del ¿Qué hubiese pasado sí?

La derrota de Rancagua es un rescate histórico, periodístico y cultural de uno de los hechos más importantes de la patria vieja, decisorio para los cambios que vinieron para después y por supuesto, también es difusión histórica para poner en su lugar a quienes por tanto tiempo nos han hecho admirar desde que somos unos niños.

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