La Ciudad que no Existe: Un espectro histórico

Bruno Pólack Cavassa ahonda minuciosamente sobre qué pasó durante los tres años de ocupación chilena en la Ciudad de los Reyes.

Escrito por Nathy V. Contreras

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Una historia sepultada

Nacida desde una curiosidad infantil generada por las sobremesas familiares, una latente y muchas veces incomprensible rivalidad ciega (incluso hasta en estos días) entre estos dos países vecinos. Atrincherados sobre una batalla que ni siquiera vivieron sus hoy acérrimos defensores. La investigación de Bruno Pólack Cavassa nos lleva hasta los detalles más recónditos acerca de la invasión del ejército de Chile en Lima durante la Guerra del Pacífico.

Lo que alguna vez en clases de historia fue una mención simplista, una posibilidad nombrada e inmediatamente desvanecida cual espectro histórico. El autor ahonda y desmenuza minuciosamente que pasó realmente durante esos tres largos años de ocupación chilena en la Ciudad de los Reyes. (1881-1883)

La Ciudad que no existe (Editorial Planeta)

En la mente de los ejércitos contrincantes, el otro siempre es definido como un mortal enemigo. Pero, ¿Qué pasa cuando en plena contienda se entremezclan potentes símbolos que alguna vez fueron hermanos y hoy forman parte de las filas adversarias? ¿Qué pasa cuando literalmente la misma sangre fluye en las venas de ambos bandos?

La dualidad de la guerra

Bruno Pólack Cavassa (Lima, 1978) poeta y ensayista, nos expone abiertamente estas preguntas con ejemplos reales y claros como respuesta. Tal es el caso del Huáscar, el acorazado peruano alguna vez símbolo naval de victoria a cargo del Caballero de los Mares: Miguel Grau. Ahora desplegado en un escenario dantesco bombardeando las costas de Miraflores con la bandera chilena ondeando en la asta, mientras Chorrillos humea de fondo. Al mando del capitán Carlos Condell que al igual que el legendario navío, tenían una fuerte conexión con el Perú que ahora atacan.

Ejército de Chile (Regimiento 1º de Línea Buin) entrando a Lima, 17 de Enero 1881

En La Ciudad que no existe (Editorial Planeta) navegamos a través de las páginas siendo guiados por Antonio de la Haza un niño peruano que vive en plena ocupación chilena, escapando junto a su madre y hermana del ataque a Miraflores.

Historia entremezclada con el relato familiar del propio autor, varios años después de la guerra, intercalando un curioso partido de fútbol del Colo- Colo en 1928, siendo este visitante en el Estadio Nacional de Lima. Recibido con los ánimos más que caldeados en las graderías a poco tiempo de que la provincia de Tarata fuera devuelta al Perú.  

Luego saltamos al futuro sobre los pasos del, en ese entonces, pequeño Bruno Pólack quien por cuenta propia comienza sus propias indagaciones realizando entrevistas telefónicas. Grabadas y almacenadas cuidadosamente en casettes transcritos en el libro. Demostrando que se entiende, recuerda y en gran medida se borra respecto de la relación entre Perú y Chile durante la guerra.

El autor, Bruno Pólack Cavassa fotografiado por ©Mario Colan

Una búsqueda entre los vestigios casi olvidados sobre lo que en realidad pasó durante esos tres años de invasión chilena es lo que encontramos en La Ciudad que no existe. Un crudo pasar por sobre lo que se conoce aún como La noche más triste de la Ciudad de los Reyes, somos testigos de la resistencia a flor de piel al mando del Brujo de los Andes, variedad de ritos y devociones más parecidas de lo que pensamos profesadas en ambos países, el fratricidio presente dentro de cualquier conflicto armado, el robo de patrimonio que aún circula por nuestras plazas y avenidas (los mal llamados trofeos de guerra) y la extraña cotidianidad que perdura en calles invadidas. 

Opinión Personal

Personalmente tuve que ponerme al día tanto con la propia historia de Chile como de Perú, creo que es un ejercicio más que sugerido, debería ser necesitado, si no obligatorio ver el punto de vista desde todas las aristas y no solo de un lado cuando se aprende sobre algo, sobre todo historia.

Suelo ser lectora lenta y lo fui aún más con La Ciudad que no existe, dado que tenía que saciar mi ignorancia con los nombres de ciudades y personalidades peruanas. Lo que me dio pie a reflexionar lo reacios (al menos en mi caso) que a veces somos para interesarnos o tener en mente fronteras que no sean las propias, cosa que el libro refleja perfectamente (incluso en quién lo lee en este caso)

El autor tiene la particularidad de ser bastante imparcial, su punto si bien por medio del uso de la crónica, permite la sensación de emociones más directas al acompañar a un personaje durante los hechos históricos. Intenta siempre enfocarse en hechos y no en tomar partido político respecto de lo que ocurrió.

Combate de Angamos, óleo sobre tela de Thomas Somerscales

El mensaje por supuesto no es solo informativo, si no también emotivo y complejo porque la guerra afecta desde soldados a civiles en las formas más diversas e inesperadas.

Las transcripciones de los casettes reflejan fielmente el pensamiento colmena de muchos hasta el día de hoy. Elementos expoliados desde el Perú, que hoy se piensan como una historia mítica o un cuento de vieja, adornan insignes plazas porteñas y son fundamentados en cada página para los más escépticos.

Mención especial a las notables y consistentes respuestas del profesor Loyola con el entonces niño Bruno, ya quisiéramos más maestros de ese calibre en todas las escuelas de Latinoamérica. Yo también tuve el mío: Carlos Morales, profesor de química, a quien dedico la nota y lo recuerdo aun llamándome con cariño: “La Humanista” en cada encuentro de su clase.