El almanaque de mi padre: Cuando el amor va más allá de la imagen

Revisamos la obra de Jiro Taniguchi, una obra que trasciende a su país de origen a través de las imágenes paternas.

Escrito por FanoPetrikov

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A medida que crecemos y vamos generando más relaciones con el mundo, nuestras emociones están mayormente predispuestas a ser parte de nuestros recuerdos de una manera más madura. Así, la resignificación avanza, pero, por otra parte, nuestra infancia y pubertad permanece intacta muchas veces.

Los padres, siempre considerados una fábrica traumática para nuestra personalidad, dejan en nosotros una huella difícil de borrar. Ya sea para bien o para mal, las memorias que tenemos con ellos son recordadas más emocionalmente, porque son nuestros criadores, nuestras figuras de apego y los protagonistas de muchas primeras veces para nosotros, nuevos en el mundo.

Chichi no Koyomi, o, El Almanaque de mi Padre, es un manga dibujado y escrito por Jiro Taniguchi, reconocido mangaka y considerado un autor de culto, además de ganador de muchos reconocimientos en su arte, así como también es uno de los precursores en la expansión del arte manga alrededor del mundo. El almanaque de mi padre fue lanzado en 1994, y actualmente se encuentra disponible en una linda versión en tapa dura, cartoné, por Planeta Cómics.

Jiro Taniguchi

Sinopsis

Son los años 90´s y Yoichi lleva una vida tranquila y monótona en Tokio junto a su esposa y sus hijos. Todos sus días son normales, hasta que recibe una llamada desde su pueblo natal que le informa que su padre, una persona a la que no ha visto en años, ha fallecido.

Medio como que no quiere la cosa, su esposa le da a entender que su presencia es necesaria en el velatorio y funeral de su padre, por lo que Yoichi, a regañadientes, decide ir para poder compartir en la casa que lo vio crecer los últimos momentos del cuerpo de su progenitor en este mundo.

Al volver a su pueblo natal, no solo es él quien regresa, sino que también todos sus recuerdos. Llega al velatorio, donde verá a su hermana, sus tíos, vecinos de la infancia y amigos de su padre, todos ellos, conversando y bebiendo de manera sobria frente al tranquilo cuerpo de este.

La noche avanza junto con las conversaciones y recuerdos relacionados al difunto. El hipocampo de Yoichi hace memoria de una persona lejana y orgullosa. La dedicación al trabajo de su padre, el incendio de 1952, el abandono de su madre a la familia nuclear y la rebeldía juvenil que tenía contra el hombre se hacen presentes en su memoria.

Pero esta imagen comienza a cobrar otro sentido a través de los relatos, la pena y la rabia de algunos de los asistentes con los que le toca conversar. Detrás de la tosca figura de su padre existe un hombre trabajador, dedicado, solitario y silencioso, así como también una persona que le mostraba devoción a sus hijos y un amor que era expresado de una manera pura pero reservada.

Yoichi se dará cuenta de que su papá no era el hombre que él pensaba que era, e incluso, sentirá la culpa y el arrepentimiento, y por qué no, la vergüenza de haber sido el hijo que fue.

Algunas reflexiones

Lo que hace de esta obra algo trascendental, es que aborda una problemática bastante sistemática, que no es ajena ni para los niveles culturales del Japón, ni tampoco para los adolescentes o adultos jóvenes del resto del mundo: la compleja relación con un padre.

Podemos definir, sin miedo, que la historia representa claramente una familia Japonesa de la post guerra. Los caracteres formados por ambas figuras paternas, representan dos aristas claras de las personas de esa misma época. Por un lado, la madre de Yoichi, una mujer descendiente de una familia adinerada, que si bien quiere siempre el bienestar de sus hijos, también ha colaborado en la tensión de su matrimonio, al no ser el padre de Yoichi alguien aceptado por su familia.

Pero por otro lado, el padre de Yoichi representa el clásico temperamento y carácter japonés: reservado, serio, orgulloso, trabajólico y responsable. Esto es lo que pule la imagen delante de su hijo, quien al ser un adolescente en sus recuerdos, solo tiene memorias donde la rigurosidad de su padre es el motivo de su rebeldía.

Lo que nuestro protagonista ignora es su ambiente. El mundo emocional del joven Yoichi lo hace concentrarse solamente en él, en sus deseos y anhelos, así como también lo hace creer que su sufrimiento y malestar respecto al divorcio de sus padres es motivo suficiente para buscar y juzgar culpables, sin necesidad de contextualizar ni escuchar.

Es desde esta perspectiva es que se desarrolla el distanciamiento de Yoichi con su padre. A la primera chance que tiene de irse de su pueblo, lo hace, y decide establecerse en Tokio hasta el día en que su padre fallece. A lo largo de los años solo lo ha ido a ver dos veces, y en ambas ha mantenido la distancia y la prudencia.

Pero posterior a su velatorio, a las conversaciones con gente de su pasado e incluso a la incineración de su padre, Yoichi se percata de lo irresponsable y también de lo cruel que ha sido. No es la vida adulta lo que le ha permitido reflexionar esto, sino que es el conocimiento que ahora posee lo que le permite reconstruir su figura paterna; de pronto, es el tiempo el que ha ejercido el rigor y el castigo del distanciamiento. DEMASIADO TARDE.

Últimas palabras

Antes de reflexionar, es necesario destacar los aspectos técnicos del tomo. En lo estético, es preciosa la edición cartoné; así mismo, que sea de tapa dura lo hace más valorable. El dibujo y la estética de sus paisajes es simple, se nota la forma clásica de dibujar, donde el realismo no viene desde lo detallado sino de lo simple.

Ahora, en cuanto al manga. La historia logra dar a entender un mensaje principal: “Hay que valorar a los viejos, hay que conversar con los padres”. Pero también nos entrega el aviso de que es algo que pasa usualmente en muchas relaciones familiares alrededor del mundo. Esto es lo que permite la empatía del lector, sobre todo situaciones como que no llama a su papá hace meses, o que lo ve a diario pero no se da el tiempo de conversar de cualquier cosa con él.

Y como buena obra de un país con religiones filosóficas, nos indica también lo que es la consciencia del tiempo, la realidad que construimos y las emociones que manejamos, lo que nos puede salvar del sufrimiento de la vida. Porque a pesar de que no es sano relacionar con la familia cuando es tóxica, también hay muchos que desearían, desde lo más profundo de su ser, tener una.