The Rehearsal – ¿Qué es ficción? ¿Qué es real?

Durante los últimos años, hemos presenciado grandes ejemplos de series de comedia que buscan expandir los alcances de su género, prueba de esto son propuestas como Our Flag Means Death, Barry, Russian Doll, Atlanta, Fleabag, What We Do In The Shadows, etc. Quizás me faltan otras por mencionar, pero el núcleo es el mismo: la comedia ha triunfado en su ambición de extenderse. Es en este escenario que surge The Rehearsal.

«El Ensayo«, como fue bautizada por este lado del mundo, terminó el viernes pasado y con un total de seis episodios logró coronarse como una de las series más novedosas que he visto en años. Estamos ante una genial rareza de propuesta, que por el nivel de su contenido puede llegar a ser confusa y es que sus propios márgenes, de lo posible o incluso imposible, son puestos a prueba de forma constante. De ahí el cuestionamiento fundamental que le da título a esta nota, ya que semana tras semana la producción amparada por HBO, fue presentando diversas situaciones que, además de ser incómodamente cómicas, fueron sembrando la duda en los espectadores.

¿Qué es «El Ensayo»?

Creada por el gran comediante Nathan Fielder (Nathan For You), “The Rehearsal” les ofrece a personas comunes la posibilidad de “ensayar” una determinada situación de sus vidas reales. Ni Charlie Kaufman se atrevió a tanto. A partir de esa premisa, se configura un simulacro que contempla la construcción de escenografía, la contratación de actores y una serie de otros aspectos para hacer de esta experiencia lo más “real” posible, ofreciendo así un sinfín de posibilidades a las personas que buscan reducir la intervención del azar, para obtener el resultado más favorable.

Mediante el constante ejercicio del “ensayo y error”, se van creando nuevos caminos que buscan lograr un aprendizaje en las personas, preparando una solución para cada imprevisto. Un proceso que es tratado con especial cuidado. Los actores, por ejemplo, llegan a interactuar con sus contrapartes reales con tal de aprender en detalle la forma en que se comportan. Todo es orquestado por Fielder, quien con el objetivo de enriquecer la experiencia otorgada por los simulacros es capaz de generar un nuevo tipo de intervenciones, con tal de favorecer el “ensayo”.

Es gracias a este método que somos testigos de interacciones extrañas, personajes con dichos que parecen irreales y en escenarios particulares. Desde ahí, es que surge un humor que explora las reacciones o los silencios incómodos, pero a un extremo en que te dejan dudando sobre la “naturaleza” de los hechos.

¿Qué tan real o qué tan falso es lo que estoy viendo?

Este cuestionamiento es solamente el punto de partida, porque cuando creías haber comprendido la lógica de la serie, los “ensayos” van adquiriendo distintos niveles y así los límites establecidos se van desdibujando, empujando la esencia de la propuesta hacia una nueva dimensión. No sabemos si estamos presenciando un experimento social con una mirada profunda sobre el comportamiento humano o simplemente somos espectadores morbosos, al más puro estilo de “The Truman Show”.

Gracias a esa serie de cuestionamientos antes descritos y la suma de los elementos cómicos, la propuesta logra cautivarte. Pero lo más sorprendente, es la capacidad de reflexión que se genera, junto con la constante búsqueda de la simulación perfecta, por parte de su creador.

Resulta evidente que siempre existirá un factor humano que no se puede predeterminar, que por más que se estudie o ejercite siempre se abrirá paso de forma inesperada y es, precisamente, este punto el que más atrae a Nathan Fielder, quien pese a tener toda una maquinaria a su servicio, busca experimentar algo real… O eso creemos.

Es difícil predecir cuál será el siguiente paso, ante qué sucesos se enfrentarán las personas o el impacto que tendrán en la búsqueda de Fielder, pero es imposible no haber caído en el entusiasmo de seguir este viaje y lo bueno, es que pese a los cambios que está experimentando HBO/Warner Bros Discovery, ya se confirmó una segunda temporada.