Sin amor: encontrar una respuesta a quiénes somos

Alice Oseman no solo escribe cómics, también escribe novelas. En esta nota analizamos Sin amor, su libro sobre Georgia, una chica asexual.

Escrito por Ktlean

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Alice Oseman saltó a la fama de la mano de su serie de cómics Heartstopper, la que pronto tendrá su adaptación en Netflix. Nacida como webtoon, la historia de Nick y Charlie ya va por los cuatro tomos recopilatorios y sigue sumando nuevos fans, los que seguramente aumentarán aún más cuando podamos ver su versión live action.

Gracias a esta obra, su autora no solo puso su nombre en muchos rankings y en el corazón de los lectores, sino que también se instauró como una de las creadoras más interesantes de la literatura dirigida a jóvenes adultos (YA, en su siga en inglés). No solo eso, sino que además Oseman es reconocida por su importante contrbución a la inclusión, ya que en sus obras hay varios personajes pertenecientes al colectivo LGTBQ+.

Teniendo esto en cuenta y separándonos de Heartstopper, así como también del formato cómic, hoy hablaremos de una de sus novelas, ya que Alice Oseman escribe prosa y tiene varios libros publicados en inglés. En español se están editando poco a poco por Fandom Books.

El que nos compete ahora lleva el título Sin amor, una referencia clara al tema central de la historia: la asexualidad y el arromanticismo.

¿De qué manera abordará este tema tan invisibilizado en la ficción y en la realidad? ¿Qué nos tiene que contar Georgia, la protagonista?

Georgia y sus preguntas

Narrado en primera persona, Sin amor nos pone de inmediato dentro de la mente la protagonista y narradora, Georgia Warr, una chica que ya se despide de sus días como estudiante de secundaria y que está a punto de comenzar la universidad. Al final del párrafo inicial de la novela, leemos uno de sus pensamientos: «Guau, cómo me gustaría ser uno de ellos».

Lo que inspira esa idea es la visión de varios compañeros de colegio besándose en medio de una fiesta. La escena es fácil de describir y de imaginar: celebración de fin de curso, sin supervisión de algún adulto, con alcohol a mano, muchos adolescentes… ¿Resultado? Gente liándose a besos.

Georgia no está con nadie, pero desea estarlo, tal como nos deja claro en el primer párrafo. Porque claro, también es una adolescente que quiere disfrutar su vida, experimentar nuevas cosas, etc. De hecho, no solo eso: Georgia quiere vivir un romance porque le encantan las historias de amor. Lee fanfics de sus ships favoritos, la película que más le gusta es Moulin Rouge («Lo mejor que te puede suceder es que ames y seas correspondido» y esas vainas) y no le hace el asco a ninguna comedia romántica.

Inspirada por todo esto (y presionada por lo que se espera para alguien de su edad, hay que decirlo), desea enamorarse y que se enamoren de ella, tener una relación, besar a alguien y, llegado el momento, tener su primera experiencia sexual.

Esa fiesta de fin de curso es una oportunidad perfecta, sobre todo porque ahí presente esta su crush de hace años, Tommy. Guapo y amable, el chico muestra interés. Comienzan a charlar, la situación poco a poco toma otro cariz, aparece cierta tensión romántica y cuando están a punto de besarse… sale mal. Muy, muy mal.

Pero fracasos amorosos tienen todos. Y tampoco importa tanto, porque está a punto de comenzar a estudiar en la universidad y quizás nunca más vuelva a ver a Tommy. Además, en la universidad tendrá la oportunidad de conocer a muchas otras personas, enamorarse y ser besada y todas esas cosas que añora.

El problema es que sus planes siguen sin funcionar. Por más que lo intenta, por más que se fuerza, por más que su compañera de habitación la aconseja y le ayuda, Georgia no logra sentirse cómoda con situaciones románticas o sexuales. No logra sentirse realmente atraída por otros, ya sean hombres o mujeres. Por más que lo desea, Georgia no logra enamorarse.

Georgia y sus respuestas

La confusión de Georgia es palpable y la afecta de forma emocional y también en la relación con sus amigos. Su búsqueda de qué es lo que le sucede y qué es lo que realmente quiere deriva en muchos dramas con sus amigos, en especial con aquellos que ya conocía desde sus días en la escuela: Pip y Jason.

Georgia toma varias malas decisiones hasta que por fin entiende que quizás la respuesta que desea encontrar no sea la correcta. Porque sí, la chica tiene preguntas, pero se convence de que solo hay una respuesta posible, que es la misma que para la mayoría. Si no logra sentir nada por nadie, es porque aún no llega la persona indicada. Puede incluso que no sea hetero y le gusten las mujeres. Los caminos que toma son los que la vida, la gente y la ficción le han enseñado que son los correctos.

Desde su perspectiva comprendemos hasta qué punto la sociedad nos enseña que el amor romántico es esencial en la vida de todos. Hasta hace muy poco lo único que importaba era el amor heterosexual, y aunque hoy eso se ha ido ampliando lentamente a otras tendencias sexuales, la dictadura del romanticismo continúa, solo que más inclusiva.

Pero, ¿qué pasa cuando alguien no quiere o no puede enamorarse? ¿Cómo salir de esa visión del mundo tan extendida por la ficción, donde encontrar pareja le da un sentido a la vida, vuelve todo supuestamente mejor, más intenso y feliz? Pues se puede, aunque es muy difícil. Georgia y su viaje en busca de su respuesta a sus preguntas nos lo deja muy claro.

En la actualidad se han acuñado muchos términos para aquellos que se salen de la norma, ya sea en cuestión de género o de tendencia sexual. Para muchos esos términos pueden ser innecesarios o incluso ridículos. Desde una visión cis heterosexual, las letras que componen la sigla LGTBQ+ pueden ser solo una forma de ampliar algo que es muy simple y binario. Pero no es simple, ni es binario, ni es igual para todos.

Cada invididuo vive la sexualidad y las relaciones afectivas de diferente forma y por mucho, demasiado tiempo, hubo grupos completos de personas que no sabían como definirse porque ni siquiera había una palabra para describir la forma en que se sentían.

Cuando Georgia conoce y comprende el concepto de asexualidad, por fin encuentra sus respuestas, pero no solo eso. También se encuentra a sí misma. Entiende cómo se relaciona con los otros, qué desea de sus relaciones afectivas, qué es lo que la hace feliz. Así de importante es una palabra para algunas personas.

Gracias a este libro podemos entender esto, por mucho que nuestra experiencia sea o no distinta a la de la protagonista. Eso es lo que puede conseguir la buena ficción.