Reseña Lady Bird: Un viaje nostálgico a la adolescencia

La carta de presentación de Greta Gerwig como directora en el año 2017 nos dejó con una encantadora y nostálgica película, la historia de Lady Bird.

Escrito por Felinesio

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Greta Gerwig hizo su debut como directora con una de las películas más comentadas del 2017. Sin embargo, quizá muchos y muchas la conozcan por su más reciente film, Little Women, pero fue con Lady Bird que presentó sus cartas al mundo el cine.

A pesar de la gran cantidad de nominaciones que recibió a diferentes premios, fue un largometraje que pasó bastante desapercibido para el público general. La verdad es que Lady Bird es una cinta bastante inteligente y muy bien hecha, pero ¿realmente merecía tantas alabanzas?

Y sí, esta reseña contiene spoilers de la trama.

Se nos presenta a Christine, nombrada a sí misma como «Lady Bird», una estudiante de 17 años que está en su último semestre en una escuela católica. Y, de hecho, esa es toda la película. Pues a medida que avanza la historia, esta sólamente nos cuenta sus últimas aventuras en la secundaria. Pero es ahí donde radica el encanto del largometraje.

Cada una de las vivencias de Christine tiene capacidad de evocarnos algún recuerdo de nuestra propia adolescencia. Sus problemas son tan cotidianos y normales para esa edad, que no podemos no empatizar con su propia rebeldía. Eso mismo la convierte en una película apta tanto para adultos como para jóvenes, pues todos hemos pasado por esa etapa donde probamos muchas de nuestras primeras veces, y no sabemos muy bien hacia dónde vamos. 

El tener tantas situaciones cotidianas hace que la trama se llene de clichés, pero en ningún momento se sienten forzados, pues usualmente el propio argumento se burla de ellos. Esa es otra de las virtudes de Lady Bird, su humor tan característico. No alcanza para ser una sátira ni una parodia sobre la sociedad norteamericana, pero sabe usar muy bien sus diálogos para presentar un humor menos directo y más inteligente.

Sin embargo, al intentar hablar de tantos temas, muchos no terminan de cerrar del todo. Por ejemplo, en algún momento se menciona la depresión del padre de la protagonista y el cómo el éxito no asegura felicidad. En ese caso, es algo que nunca termina de cerrar, quedando en el aire, al igual que otras subtramas.

De todas formas, ello no es impedimento para que los conflictos de la protagonista estén muy bien trabajados. Y es que Christine quiere un novio perfecto que le dé una primera vez de ensueño, quiere ser diferente a su familia y ama a su madre, pero la odia a la vez. Estos (y muchos otros dramas) son los que nos hacen cautivarnos con su historia; ella es un personaje tan humano, que a ratos pareciera que nos vemos a nosotros cuando jóvenes en pantalla.

Esto no es solo producto de su guión, sino que también del excelente y brillante trabajo de Saoirse Ronan. Su actuación se siente real y sincera, confirmando su increíble talento como actriz.

En algún momento, Lady Bird tiene su primera relación sexual, una nada especial y con un cualquiera. También se frustra su plan para tener la casa de sus sueños y pareciera que todo le sale mal (o al menos no como ella quería). Es ahí donde se produce mucha empatía con el espectador, pues nos hará querer decirle: «Bueno, así es la vida Christine».

Así mismo, el conflicto que mejor se trabaja es la relación madre e hija. En poco tiempo nos damos cuenta de que ambas se aman, pero no se agradan, pues son muy diferentes. Ese drama hace que sus personalidades choquen constantemente; la de hija rebelde y la de madre estricta. Pero hacia el final, cuando Lady Bird finalmente abre sus alas y se va de casa, no puede evitar amar y extrañar todo lo que quería dejar atrás.

Y de eso se trata todo. Cuando crecemos, no podemos evitar extrañar ciertas cosas de nuestra adolescencia por mucho creyésemos que las odiamos en ese momento, al igual la protagonista. De hecho, sin ser una autobiografía, la trama está fuertemente influenciada por la vida de Greta Gerwig, por lo que es normal esa cercanía a la realidad.

Esta película no es perfecta ni de cerca, tiene un montón de cosas que se sienten incompletas y diálogos o situaciones que no van a ningún lado. Pero eso la hace bella, su propia imperfección. Lady Bird está llena de clichés, pero no del cine, sino de nuestra vida, pues al final, es la historia de la mayoría de nosotras y nosotros.