Rarezas de culto: Darkman (1990)

Una tragedia moderna, conoce esta película de superhéroes y venganza dirigida por Sam Raimi, llena de terror y humor negro.

Escrito por Jorge

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Tal como en los cómics, en el cine los superhéroes deben su existencia a Superman, cuya franquicia cinematográfica (desde un nacimiento glorioso en 1977 a una agonizante muerte en 1987) abrió las puertas a la primera ronda de producciones comiqueras iniciando con Batman, en 1989, y otras cuantas que, durante la primera mitad de los noventa, intentaron repetir el éxito del hombre murciélago. 

La primera de ellas fue Darkman, del año 1990, apuesta de Universal Pictures para contar dentro de su catálogo con las aventuras de un justiciero oscuro. Esta obra salió directamente de la mente del director Sam Raimi, conocido entonces por sus incursiones en el género del terror, con películas como Evil Dead (1981) y Evil Dead 2: Dead by Dawn (1987).

El argumento nos presenta a Peyton Westlake (Liam Neeson), un científico que se encuentra desarrollando piel sintética que servirá para reemplazar el tejido dañado en víctimas de quemaduras; sin embargo, sus experimentos son interrumpidos por el líder criminal Robert G. Durant (Larry Drake), quien ordena quemar el laboratorio de Westlake y dejarlo morir en la explosión subsecuente. 

Peyton sobrevive al ataque, irónicamente, con serias quemaduras en todo su cuerpo que solo pueden ser tratadas cortando los nervios de su tracto espinotalámico, para evitar que sienta dolor. Este radical procedimiento provoca daños profundos en su psique, además de brindarle una resistencia sobrehumana a las heridas físicas.

Desfigurado y completamente enloquecido, Peyton busca venganza contra Durant y su banda, mientras trabaja en perfeccionar su invento, cuyo único defecto es ser fotosensible; la piel sintética solo se sostiene durante 99 minutos expuesta a la luz y es la única manera a través de la cual podrá recuperar la vida que perdió y a su novia Julie (Frances McDormand).

Desde siempre un ávido lector de cómics, Raimi buscaba realizar una adaptación de La Sombra o Batman, pero al no poder conseguir los derechos de ninguno de estos personajes optó por crear uno original, tomando como inspiración historias tales como El Fantasma de la Ópera, El Hombre Elefante y las películas de terror clásicas de Universal. 

El impredecible manejo del lenguaje cinematográfico de este realizador convierte esta tradicional historia de venganza en un delirante relato de introspección sobre la pérdida de la cordura. La nula capacidad de Peyton para lidiar con la frustración apela a nuestros más primitivos instintos y provoca en nosotros una respuesta que viene desde la visceralidad. 

Bajo ese aspecto, bien podríamos considerar la película como una especie de antítesis de Robocop (1987), en la que un hombre atrapado en la lógica fría, propia de su condición de máquina, busca recuperar su humanidad; Darkman es la misma travesía, pero desde el extremo opuesto de la condición del ser, desde la ardiente naturaleza de una bestia. 

Estamos ante la historia de un monstruo que quiere convertirse en humano; es la deformidad, física y psicológica, el elemento extraordinario que lo mantiene al margen del mundo, y su viaje como héroe se traza a partir de la derrota de sus demonios internos.  

Como en la mayoría de sus trabajos, mezclas de terror y un exagerado humor negro, Raimi concede a la cámara una intervención activa dentro del desarrollo de la acción; son sus bruscos desplazamientos, sus vistas subjetivas y sus planos aberrantes los que hacen avanzar la historia y se integran a ella de manera orgánica. 

Complementa la atmósfera el trabajo de Danny Elfman en la banda sonora, que se aleja de lo tópicos rimbombantes recurrentes en las producciones de esta categoría; en esta ocasión, Elfman se permite desarrollar una partitura excepcionalmente trágica y alejada de las típicas melodías heroicas. 

La sinergia de estos elementos, en los que también intervienen técnicas de animación, fotomontaje y stop motion, acercan la calidad narrativa de Darkman al aspecto gráfico y estilo de los cómics; y le concedieron su estatus de culto como joya autoral, con dos secuelas en vídeo de menor impacto. 

Estos reconocimientos también le valdrían el beneplácito de la crítica, entre ellos, del guionista Peter David (Hulk, Young Justice), que la catalogó como “La película perfecta de Superhéroes de todos los tiempos”; y la elección de Sam Raimi como director, años más tarde, de la trilogía cinematográfica de Spiderman, con Tobey Maguire en el rol principal (2002 – 2007); y de la secuela de Doctor Strange, Doctor Strange: Multiverse of Madness, a estrenarse el 2021.