J no subete – El dilema de la sensualidad

Este manga de Asumiko Nakamura, nos muestra la vida de J, una mujer transgénero que lucha por convertirse en una diva como Marilyn Monroe.

Escrito por Fer

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Asumiko Nakamura es una de las mangakas más prometedoras de la actualidad. La autora es reconocida por sus obras yaoi, un género caracterizado por historias recargadas de estereotipos de género y una representación irreal de las relaciones homosexuales entre hombres. Parte de su éxito se debe justamente a que la artista se aleja de esta línea.

Sus mangas cuentan historias que mezclan dramas verosímiles con un arte casi surreal, definido por sus trazos curvos y un estilo muy particular de dibujo. J no subete, o Todo sobre J, no rompe esta tradición, y durante sus seis tomos sumerge al lector en la problemática vida de J, una mujer trans que está obsesionada con Marilyn Monroe.

¿Qué es la sensualidad?

Marilyn Monroe es, fue y será la mujer más sensual en la historia moderna. Su breve paso por el mundo definió lo que entendemos por sensualidad, presentándolo como algo más que solo un momento de pasión inspirado por una persona particularmente bella. La sensualidad es algo que se vive desde las entrañas y se traduce en todos los aspectos de la vida.

J, nuestra protagonista, lo sabe bien. Incluso cuando era una niña, era sensual, inconsciente de que el universo adulto (oscuro y retorcido) no es capaz de dimensionar que una joven tan inocente sea, a la vez, una pequeña Marilyn. El parecido es incluso físico: J comparte los rizos rubios, la voz angelical y la mirada profunda de la diva hollywoodense.

Cuando J aparece en escena, el manga parece postrarse ante ella.

Un sello artístico de Nakamura es su uso magistral del espacio vacío, concepto arquitectónico que se traduce, básicamente, en la idea de «menos es más». En este caso, lo menos se reduce hasta no existir. Es en los pesados bloques de negro que rodean a J, en donde se esconden sus sentimientos y sus ideas, o donde se ahogan cuando el vacío es reemplazado por el ritmo ajetreado de las ciudades estadounidenses.

Lo mismo ocurre con los personajes secundarios. Más allá del estilo personal de Asumiko Nakamura, con figuras humanas elásticas, como hechas de plastilina, que contrastan hermosamente tanto con los fondos más rígidos de sus viñetas como con los espacios vacíos, estos niños, hombres y mujeres que J va conociendo no la definen tanto como ella los modifica a ellos.

El amor en los tiempos del materialismo

En 1953, con el estreno de Los caballeros las prefieren rubias, Marilyn Monroe le recordó al mundo que el mejor amigo que una mujer puede tener son los diamantes. J no subete se desarrolla durante la segunda mitad del siglo XX en Estados Unidos, por lo que el consumismo y la superficialidad son elementos narrativos importantes dentro del manga. ¿Cómo se acomoda la sensualidad, basada en el sentir más profundo que puede experimentar un ser humano, en un mundo tan hueco? Incluso Marilyn se convirtió en un objeto de consumo.

Todo sobre J no solo es la vida de una mujer trans en una época intolerante, sino también la lucha constante de una persona que siente mucho para no sentir nada. Para la suerte de J, aunque de buena no tiene nada, la joven efectivamente crece para convertirse en una femme fatale. No la que recordamos de las películas de James Bond, sino la figura literaria que inicia Lady Macbeth: una mujer que arrastra a los hombres a la locura.

El erotismo es el arma que J tiene para enfrentarse al mundo. Este manga está destinado para un público maduro, pues el sexo no tiene nada de romántico aquí: es sucio, violento, doloroso y confuso como solo puede serlo una batalla, y cada encuentro encamina a J a la victoria de la guerra que tiene con su propio cuerpo, por mucho que las personas que conoce en el camino insistan en imponerle que es hombre.  

Y si así es el sexo, el amor no mejora mucho. Sin embargo, en el adjetivo es que se encuentra el pequeño detalle, porque sí mejora, es solo que le toma tiempo hacer efecto. J y el resto del elenco deben reaprender a sentir antes de permitirle al amor volver a sus vidas, o bien aparecer por primera vez, porque algunos personajes ni siquiera conocieron la calidez del afecto familiar.

Conclusión: la sensualidad no se vende

La sensualidad no es algo que pueda comercializarse. Aquel producto que nos venden en la forma de cuerpos exuberantes y encuentros sexuales no es más que un placebo. Marilyn no es sensual porque era bonita, ni su sensualidad se puede medir en la cantidad de amantes que tuvo. Por encima de todo lo material, la estrella más grande del cine del siglo XX destacó por su sensibilidad mágica, la que ella convertía en un carisma sin igual.

Lo mismo ocurre en J no subete. Desde un pueblo en Ohio hasta un internado para varones, a la frenética y alocada Nueva York o los paisajes playeros de California; J es acompañada constantemente por este brillo que brota de ella misma, aunque trate de aplacarlo con una imagen comercial, o incluso cuando es el ambiente que la rodea el que se esfuerza por apagarlo. Hombres y mujeres por igual se sienten atraídos por la belleza física de la protagonista, pero quienes llegan a amarla son solo los que vieron lo que hay por debajo.

La sensualidad es algo que se vive en carne y hueso, pero especialmente en espíritu y sentimiento. Asumiko Nakamura supo traducir ello a la perfección en este manga de inicio a fin, en el guion y en el arte que lo construye. Algunos capítulos son difíciles de leer por la dureza de su contenido, pero es un buen recordatorio de que lo importante es que te inspire algo, incluso si es asco por una sociedad enferma y vacía.

Cualquier cosa es mejor que no sentir nada.