Ganimedes: La humanidad de los dioses griegos

Zahorí Balmaceda presenta su tercera novela: Ganimedes, príncipe de Troya, una reescritura del mito griego.

Escrito por Ktlean

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A veces no somos conscientes de lo relevante que es en nuestra sociedad todo lo creado por los griegos. Tal vez nuestro idioma no deriva del de ellos de manera tan directa como lo hace del latín, ni nos domina una versión modernizada de una religión que haya marcado el punto más esplendoroso de su historia, pero su herencia tiene marcas indelebles en nuestra cultura.

Probablemente uno de sus legados más imperecederos es su literatura, ya sea la que comprende toda su mitología, sus gestas épicas (La Ilíada, La Odisea), sus tragedias y comedias (Edipo Rey, Medea, La Orestiada, Las nubes, entre otras) o sus fábulas. En muchos casos han sobrevivido textos griegos hasta nosotros (otros se perdieron con el tiempo o en tragedias como el incendio de la biblioteca de Alejandría, donde se estima que se perdieron, por poner un ejemplo, más de cien tragedias escritas por Sófocles); otras cosas han sobrevivido en una mezcla de tradición oral y compendios modernos.

Independiente de cómo absorbamos la literatura creada por los griegos, esta es clave para entender la producción literaria hasta el día de hoy, ya sea a nivel estructural o a nivel de contenido. Seguimos abordando de una u otra manera los mismos temas que para ellos eran tan importantes: la búsqueda de la gloria, el destino, el amor y los celos, la venganza, etc. Eso, sin contar cuando derechamente tomamos la tradición griega (o greco-romana, en su defecto) como inspiración directa.

De hecho, en años recientes ha vuelto a despertar toda una ola de reinterpretaciones y reescrituras de mitos e historias griegas. La autora Madeline Miller saltó a la fama con las novelas La canción de Aquiles (fue la primera, aunque para los lectores de habla hispana sea la más reciente) y Circe, ambas profundizaciones y modernizaciones de personajes claves dentro de la mitología helena. También destaca entre las más recientes novedades Ariadna, de Jennifer Saint, y para qué decir el boom en la literatura juvenil que causó Rick Riordan con su saga de Percy Jackson (su fama fue tal que luego abordó otras mitologías).

Lo griego está en todas partes, ya sea evidente o no.

Y ahora está dentro de las obras literarias de Zahorí Balmaceda, autora de Little Sadie (Áurea Ediciones, 2020) y Saoirse (Forja Editorial, 2019).

A lo largo de 308 páginas, Ganimedes, príncipe de Troya se adentra en la gran aventura vivida por el personaje mitológico que le da el título, un joven que llamó la atención del dios más importante del Olimpo, Zeus, debido a su gran belleza y pureza.

Este libro nos cuenta entonces cómo es que Ganimedes abandonó su tierra, cómo conoció a algunos de los dioses griegos y qué fue lo que le llevó a ser tan importante como para que exista una constelación en su honor.

Disponible en preventa en el sitio web de Áurea Ediciones

El que llamó la atención de los dioses

El escenario inicial es Troya, mucho antes de la guerra que la haría famosa a lo largo de la historia. El protagonistas es el tercer hijo de los reyes, un joven de dieciséis años que a diferencia de sus hermanos no siente interés por las armas ni la guerra, así como tampoco desea gloria para sí mismo. Es solo Ganimedes, un príncipe troyano sin aspiraciones al trono, que disfruta de la compañía de su amiga, Kasia, una esclava del palacio.

Pero Ganimedes está destinado tener de todo menos una vida tranquila, mucho menos prosaica. Por más que él no le dé importancia, posee una belleza sin igual, la que atrae las miradas tanto de hombres como de mujeres. Y, sabremos después, tanto de mortales como de dioses.

El primero que ambiciona su compañía es Ícelos, un griego amigo de su hermano mayor y que trae consigo no solo las ropas, sino también las costumbres helenas. Entre ellas las relaciones pederasticas. Eso es lo que desea cuando compra a Ganimedes con diez mil caballos, oferta que los reyes troyanos no pueden rechazar. El joven reniega de su destino, pero tampoco está en su poder hacer algo al respecto.

Para su fortuna (o no), algo más imponente que él o sus padres se interpone en los planes de Ícelos. Y es que tal como su belleza lo ha puesto en la mira del ateniense, también ha hecho que los dioses del Olimpo se fijen en él. De esta manera, Ganimedes comenzará una aventura que lo llevará a distintas ciudades de Grecia para que conozca a varios dioses: Atenea, Artemisa, Dionisio, Hefesto, entre otros.

Pero no emprenderá su viaje solo. Lo acompañarán Pegaso y un hoplita de nombre Astros, el encargado de custodiarlo en cada fase de su recorrido, las que se asemejan muchas veces a pruebas puestas por los dioses.

Dioses y humanos

La mitología griega es imperecedera no solo porque es el vestigio de una cultura trascendental en la historia de occidente. Es imperecedera porque es interesante y entretenida. Tiene drama, comedia, enredos, amoríos, celos, venganza, pérdida y dolor. Todo lo que vemos en series, películas y libros ambientados en la actualidad, posiblemente ya fue tocado por ella (con los rasgos propios del contexto griego, claro).

Pero si buscáramos algún rasgo que atraviese gran parte de las historias que la componen, encontraríamos sin duda una permanente tensión entre dioses y humanos, entre mortales e inmortales. Ambos grupos están separados por tantas cosas (el paso del tiempo, el poder, la muerte), pero al mismo tiempo unidos por tantas otras que la atracción es inevitable. No importa qué tanto posean los dioses, de todas formas se encaprichan con los mortales. Y es así que surgen casi todos los dramas.

Y es así cómo surge la historia de Ganimedes.

Su relación con Zeus es una de las más polémicas en el repertorio del dios (hecho considerable teniendo en cuenta la enorme cantidad de relaciones polémicas que se le adjudican), no solo debido a su género, sino también a su juventud. Es imposible olvidar que en el arte, Ganimedes es representado en muchas ocasiones como un joven que apenas ha superado la pubertad o incluso como un infante.

Este aspecto choca en nuestra sociedad actual (y está muy bien que así sea), pero en la cultura griega no tenía la misma connotación, tal como la homosexualidad no era percibida de la misma forma que en occidente luego de la llegada del cristianismo. Pero independiente de eso, la historia utiliza palabras claves para darnos a entender que lo hecho por Zeus no era precisamente correcto o que respondía a la fluida, por no decir retorcida, moral de los dioses. De ahí la relevancia que se le da a la acción del «rapto».

En Ganimedes, príncipe de Troya, tenemos la oportunidad de adentrarnos en la mente del propio joven. Con la historia narrada en primera persona por él, vemos el mundo y los hechos a través de sus ojos. De esta manera, los dioses son más que nunca esas figuras superiores a los humanos, pero aquejados por casi todas las debilidades de estos: Hefestos es consumido por los celos, Atenea odia perder, Dionisio es egoísta, Hermes es impaciente, Artemisa no perdona los errores… Y Zeus se enamora o encapricha de mortales, atraído por ellos como una polilla es atraída por la luz.

Lo que hace la mirada de Ganimedes aún más interesante es que él y su familia honran secretamente a Prometeo, no a los dioses helenos. Adorar al titán que le dio la luz y el conocimiento a los humanos posiciona al protagonista de una forma particular frente al Olimpo. No es que no crea en los dioses que lo han llamado, pero sí los mira con una distancia que los hace comprenderles aún mejor.

Y su camino nos recordará que por mucho que los Zeus y el resto de los dioses tengan poder sobre los humanos, hay algo que no pueden arrebatarles. Algo que permite a Zahorí Balmaceda reescribir esta historia, profundizándola de tal manera que Ganimedes se convierte en un héroe moderno y, por tanto, tan imperecedero como la mitología que lo cobija.

Porque ni Zeus, ni nadie, puede ir en contra de su libre albedrío. Los mortales, al igual que nos dioses, siempre pueden escoger.