Susurros del corazón: en busca de los sueños

Studio Ghibli nos presenta Susurros del Corazón, una historia de amor adolescente que surge entre libros, violines y gatos.

Escrito por Ktlean

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En el año 1995, Studio Ghibli estrenó en Japón Susurros del Corazón. Ya se habían producido los éxitos Mi vecino TotoroKiki: entregas a domicilio, y aún estaban por venir otros como La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro o El castillo ambulante. Entre esas grandes historias, esta parece simple y cotidiana.

Lo es, pero quizás allí resida precisamente su atractivo.

Con personajes cercanos y un escenario urbano que destila el encanto propio de Ghibli, Susurros del corazón nos cuenta una historia de amor que nace en medio de libros, violines y gatos. Todo en medio de la importancia de los sueños que nos pueden llevar a descubrir quiénes somos realmente.

La historia

Shizuku, una niña de catorce años, tiene como propósito leer veinte libros durante las vacaciones. Para ello visita regularmente la biblioteca municipal, donde trabaja su padre. Cuando esta se encuentra cerrada, le pide a la enfermera del colegio que abra la del establecimiento. Da igual de donde saque los libros, ya es normal que en las fichas de préstamos se tope siempre con el mismo nombre: Seiji Amasawa.

Este desconocido se vuelve una obsesión para Shizuku, pero no será la última a lo largo de la película.

Un día, mientras se dirige en tren a la biblioteca municipal, un esquivo gato se sienta a su lado y baja justo en la misma estación que ella. La muchacha lo persigue, olvidándose incluso de la comida que debe llevarle a su padre, y a raíz de esa persecución conocerá su segunda gran obsesión: una tienda de antigüedades. En especial, Shizuku se siente atraída por el muñeco de un gato vestido con traje y sombrero de copa. El dueño de la tienda lo presenta como «El Barón».

Pronto todos los lugares y personas que le interesan a la protagonista demostrarán estar muy cerca unas de otras. De la mano de sus nuevos amigos, descubrirá la forma de conocerse mejor a sí misma. Iniciando el camino para encontrar y cumplir sus sueños.

Libros y violines

A medida que Susurros del corazón va avanzando, notamos cada vez con más fuerza que es una historia de amor. Una de amor adolescente, para ser precisos. Contada a la manera del estudio, el afecto crece con fuerza a pesar de la falta de muestras físicas de cariño. Todo se basa más en el entendimiento entre dos individuos que en el romance propiamente tal. No es algo extraño de ver en otras películas de Ghibli, casi un sello personal.

En el caso de Shizuku y Seiji, vemos cómo los unen los libros que ambos leen en un inicio. Luego, lo hará la música y en especial el sueño del muchacho de convertirse en un luthier, un artesano que crea violines. La protagonista se dará cuenta que ella no posee un proyecto a futuro como él, que «vive el día a día». Su incipiente relación la empuja, por primera vez en su vida, a buscar algo que la defina, que le muestre quién es en realidad.

Ambos jóvenes darán los pasos iniciales para cumplir sus sueños, tantearán camino, y lo harán separados pero apoyándose. Susurros del corazón nos mostrará entonces una forma de amar que implica sacar lo mejor el uno del otro, de respetar los deseos de quien tenemos al lado y ser un soporte.

Un mensaje que a veces no vemos los suficientes en las historias de amor en pos de que la pareja se concrete contra viento y marea.

La historia de El Barón

Una vez Shizuku decide buscar su sueño, vemos que sus obsesiones se conjugan en una sola. Hayao Miyazaki muestra su habilidad como guionista cuando la muchacha por fin se sienta frente al escritorio y comienza a escribir un cuento tomando como inspiración el muñeco que le fascina en la tienda de antigüedades.

La tarea le toma tiempo, le quita horas de sueño e incluso pone en riesgo sus notas en el colegio. Pero ella sigue adelante, a pesar de las dudas de su familia frente a sus propósitos. Está decidida a probarse a sí misma. Y lo consigue, pero las cosas no son tan fáciles, incluso después de llegar al final de una meta.

Porque la historia que ella imagina para El Barón es solo el principio, tal como el final de esta película es, de cierta forma, solo su principio. Esto también es algo habitual en las películas de Ghibli. No terminan, solo quedan en pausa. Son el trozo de la vida de alguien que nos han decidido contar, dejándonos claro que hubo un antes y habrá un después.

Opinión personal

Sin ser la más espectacular de las películas que nos ha entregado este alabado estudio, Susurros del corazón cumple su propósito de enamorarnos de los personajes y la historia. Tiene aspectos mágicos insertos en una realidad muy cotidiana, pequeños chispazos de maravilla que potencian lo demás, en especial a su protagonista. Todo en medio de la estética tan propia de Miyazaki.

Una historia bonita, cercana y, sobre todo, real.