Mundos por venir: la libertad del descubrimiento

Escrita por Arturo Sierra, Mundos es una historia de ciencia ficción pura: viajes interestelares y planetas por descubrir

Escrito por Ktlean

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Un nuevo libro se añade a la colección Vintage Pulp de Sietch Ediciones, esta vez en forma de novela corta (de menos de cien páginas) y perteneciente al género de la ciencia ficción.

Del autor Arturo Sierra, Mundos por venir logra entregar una historia en su reducida extensión, creando además toda una cultura espacial e intergaláctica que bien podría seguir expandiéndose. Pero, ¿qué nos depara este pequeño libro? ¿Qué aventuras tendremos a bordo de la nave interestelar Elbrus?

La historia

Neaní está atado a la dictadura que rige su planeta, Cárpatos. Desea huir y encuentra la oportunidad cuando la grumete de la nave interestelar Elbrus desaparece, lo que abre una vacante. Se presenta a la entrevista, armado de una formación como arqueoprogramador y hecho un cúmulo de nervios. Los motivos de estos son todo lo que le empuja a salir de su hogar, pero también los oficiales que lo entrevistan: Prima y Secundo, capitana y segundo al mando de la nave.

Sin embargo, contra todo pronóstico, es aceptado como grumete. Comienza así su estadía a bordo de la Elbrus, una nave que se dedica al comercio de información (como todas las interestelares en esta historia), yendo de planeta en planeta alrededor de la Esfera. Como grumete, la importancia de Neaní dentro de la tripulación es reducida, incluso se le considera prescindible en caso de catástrofe, ya que aún debe ganarse su puesto como Tercio.

Pero el tiempo pasa, de una manera incomprensible a nivel práctico para nosotros, porque acá los viajes a través del espacio cumplen con las normas físicas. Un trayecto puede durar siglos, y el tiempo de espera en un planeta al llegar significan diez años para gastar el dinero ganado.

Es al final de su viaje donde ocurrirán la serie de hechos que lo cambiarán todo.

El viaje y la búsqueda

Ya que conocemos todo a través de los ojos de Neaní, pronto nos empapamos de sus objetivos como personaje. Primero, quiere encontrar un lugar mejor donde vivir. Un mundo que no estuviera dominado por unos dioses tangibles y dictatoriales, donde poder ser libre. Así lo afirma en las primeras páginas:

«En algún otro lado tenía que haber un mundo mejor, quería creer, y si el intento de alcanzarlo le costaba la vida, valdría la pena.»

Mundos por venir, página 10

Pero ya habiendo huido de Cárpatos y con el correr del tiempo, se hace evidente que ahí no terminan sus deseos. Pronto, lo que Neaní quiere se profundiza aún más, al tiempo que se vuelve todavía más inalcanzable. Porque lo que él quiere es descubrir más mundos, explorar, no dejar nunca de sorprenderse. Ser un viajero eterno. Esto lo entiende y lo asume mejor durante los años que pasa en Vláncamo, planeta donde la tripulación descansa durante casi una década. A pesar de la buena vida que lleva allí, llega un punto en que no lo llena.

«Su hogar, si es que tenía alguno, no era ningún mundo sino la nave; su época, si es que tenía alguna, no era ningún siglo sino la eternidad.»

Mundos por venir, página 36

Para nuestro protagonista, esta búsqueda infinita, ese sin fin de mundos por venir, pronto se vuelve un motivo de inquietud, de intranquilidad. Es lo que quiere, pero sabe que no le traerá felicidad.

Al final de la aventura, su propósito chocará con el del resto de la tripulación de la Elbrus, cuyos objetivos se van desvelando de forma más lenta por un asunto de perspectiva. Neaní tendrá que tomar decisiones que lo afectarán a él, a sus compañeros y a un planeta entero.

Opinión personal

Siempre me sorprende cuando un autor logra construir un mundo literario y elaborar una trama con todo lo necesario para funcionar en pocas páginas. Mundos por venir es una excelente muestra de esto. Bien escrito, con personajes interesantes (aunque quizás Prima y Secundo pudieron haber podido dar más de sí) y, lo mejor de todo, un universo con detalles y particulares. A pesar de ser un tomo pequeño que no llega a las cien páginas, Arturo Sierra incluso se permite trazar aspectos del lenguaje hablado en los planetas de la Esfera.

Mención aparte merecen también los Savantes, niños alterados químicamente para conseguir el sueño de la humanidad de crear Inteligencia Artificial. Primero presentados como un aspecto más de la realidad interestelar creada por el autor, pronto se vuelven trascendentales dentro de la trama.

Un libro excelente, que se lee con fluidez (algo que no siempre se consigue solo con una reducida extensión) y que deja con ganas de más.