Maus (1980): el despegue de la novela gráfica

Maus (1980), de Art Spiegelman, que cuenta la historia de supervivencia de sus padres en Auschwitz, marcó la historia de la novela gráfica.

Escrito por C.B.

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En la Norteamérica de los años 50, la industria del cómic se vio amenazada seriamente por un simple decreto.

El Comics Code Authority, tras una deliberación en el senado, se impuso en 1954 como una regulación comercial que impedía la distribución de historietas sin el característico sello de aprobación.

Una de las razones, la principal al menos, fue la preocupación de los sectores conservadores acerca del contenido altamente violento y erótico de la mayoría de publicaciones y su impacto en los más jóvenes: revistas Pulp, cómics de terror, romance, historias policiales, etc.

Así, la censura se impuso y con ello el monopolio de la industria se lo llevaron dos empresas cuyas historietas se adaptaron sin problema a las regulaciones: Marvel y Detective Comics. El resto es historia…

Sello del Comics Code que debía llevar un cómic para ser distribuido

Contracultura y cómix

Y nunca mejor dicho. Porque en este panorama es que se alzarían voces contestatarias y contraculturales que abogarían por un campo de mayores pretensiones artísticas. De este impulso nació el concepto de novela gráfica acuñado por Will Eisner con su obra A Contract with God.

Pero aún más oculto, casi en las sombras, se movía toda una serie de artistas y tendencias artísticas. Nacía el cómix underground. Una corriente experimental, adulta y crítica con el mercado del momento.

Dentro de esta corriente underground se sitúa un artista que sintetizará tanto esta tendencia como la de la novela gráfica que había abierto Eisner. Hablamos de Art Spiegelman y su obra magna, Maus (1980).

Un artista en formación

Spiegelman nació en Estocolmo, Suecia, y sus padres, judíos polacos, emigraron a Estados Unidos cuando él tenía alrededor de dos años, en 1951. Nació después de la Segunda Guerra Mundial y no vivió lo que sus padres presenciaron y sufrieron por la invasión nazi y el holocausto.

De modo que su crianza fue bastante normal. Creció con una predilección por el arte, leyendo cómics y dibujando desde pequeño. Revistas MAD, cómics para adultos, historietas humorísticas, constituían su formación artística.

Viñeta de Breakdowns (2008), obra donde Spiegelman habla en detalle de su infancia

Así que en 1972, cuando el historietista Justin Green le pide colaborar en una antología de cómix, aceptó con una idea extravagante: una historia sobre el racismo en Estados Unidos representada con gatos y ratones.

En esta época Spiegelman ya era un artista de tiempo completo, consagrado a sus trabajos de ilustración de las gomas de mascar Topps y revistas para adultos. La idea para la revista de Green, Funny Animals parecía bien encaminada, pero pronto se dio cuenta que de racismo él entendía poco y nada.

Nacimiento de una obra

Necesitaba una experiencia de primera mano, algo que le tocara a sí mismo para hablar con propiedad. Recordó entonces las historias que escuchaba de sus padres y que nunca asimiló completamente: Europa, la guerra, nazis, judíos, campos de concentración, Auschwitz…

Había nacido Maus, una historietilla de tres páginas publicada ese mismo año en Funny Animals que trataba del relato de un padre a su hijo, Mickey, antes de dormir. Un relato que involucraba la persecución judía por parte de los nazis, representados como gatos y ratones, una metáfora para los depredadores y las víctimas.

Primera versión de Maus, aparecida en Funny Animals n°1

La historia no se quedaría ahí, pues en 1980, en el segundo número de la revista dirigida por Spiegelman y su esposa Françoise Mouly, RAW, publicaría el primer capítulo de lo que sería Maus tal y como la conocemos.

Tan solo en 1992 se publicarán los dos volúmenes en un solo libro. Ese mismo año ganará el premio Eisner y el Pulitzer, el primero en su categoría.

Una novela gráfica problemática

Las dos partes de la obra

Adentrándonos en la obra como tal, Maus plantea una historia cautivadora, tierna pero sumamente dolorosa y trágica. Artie, el álter ego del autor, visita a su padre Vladek Spiegelman para conocer su historia de supervivencia como judío en Europa durante la Segunda Guerra.

Así, en un primer vistazo tenemos dos historias pasando al mismo tiempo: el presente entre Artie Vladek y su relación como hijo y padre; el pasado como la vida de Vladek antes de la guerra, cómo conoció a su esposa Anja, su escape de Polonia tras la invasión nazi y su posterior detención en los campos de Auschwitz.

Lo más llamativo, el elemento que ha hecho famosa a esta novela gráfica, es su representación animal de los judíos y los alemanes. Pero esta metáfora llega a inundar la obra con la representación de distintas nacionalidades como otras especies animales.

Esto ha llevado a reflexionar largamente a la crítica sobre el significado de esto. ¿Son las diferencias nacionales algo natural? ¿Son una simple convención? ¿Qué es la identidad exactamente?

Sumado a ello, el dibujo en blanco y negro con líneas simples y limpias nos pone ante una obra que quiere hacer de la experiencia algo universal, donde los lectores puedan identificarse con los personajes y puedan reconocerlos más allá de simples rasgos.

Incluso la relación entre el padre y el hijo es problemática. El conflicto entre un superviviente que sufre los efectos del trauma y de la vejez y un hijo que se siente incomprendido por él pero intenta acercársele a través del cómic, se plantea de una forma realmente emotiva y auténtica.

Universal y personal a la vez

Y es que Maus es ante todo un manifiesto de autenticidad. Es la historia de gente que ha sufrido lo innombrable y de cómo es posible hacer una vida tras ello. Es la historia de cómo las nuevas generaciones se conectan con las anteriores, cómo las valoran y cómo las entienden. Y todo ello de la manera más personal posible.

No es de extrañar que esta obra haya dado el pistoletazo de salida al género del cómic autobiográfico, que si bien ya existían un par de obras del estilo, ninguna había llevado el medio hasta una capacidad expresiva tan radical y había tenido tanto alcance en lectores y artistas.

Viñetas de la segunda parte de Maus

Varios temas se entrecruzan, el pasado interfiere en el presente, y la conciencia del artista llega a complejizar tanto la narración que se hace necesario prestar atención al detalle.

Hemos intentado hablar de una obra monumental de manera imperfecta, cuidando de no revelar mucho para que sea cada lector el que experimente la historia por sí mismo. Es una lectura obligada para cualquier fanático del medio del cómic, pero también para todo lector. Una hermosa historia sobre la historia y sobre el arte.