Love and Rockets: las Locas de Jaime Hernández

Love and Rockets es considerado el primer cómic alternativo y las historias de "Locas!" de Jaime Hernández fueron pioneras en la escena indie

Escrito por Claudio Cubillos

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Cuando uno piensa en cómics indie, en especial los del género slice-of-life, probablemente lo asocia con historias en blanco y negro, con temáticas muy íntimas y cotidianas. Muchos de esos elementos que hoy en día son tan populares, fueron innovados por los Hermanos Hernández (Jaime y Gilbert) en el que es considerado como el primer cómic “alternativo”: Love and Rockets.

Iniciado en 1981 como una publicación autosustentada, les bastó solo un número para que la editorial Fantagraphics decidiera publicarla de manera profesional, y de inmediato los Hernández Bros fueron aclamados por su estilo de dibujo y la naturalidad y efectividad con la que escribían interacciones entre personajes que se sentían reales.

Por un lado, Gilbert nos narraba las historias de Palomar, una villa centroamericana ficticia, en relatos muy influenciados por el realismo mágico de autores como Jorge Luis Borges o Gabriel García Márquez. Pero en la vereda opuesta, su hermano Jaime nos muestra la vida en Hoppers, un barrio chicano en California, y el día a día de Maggie, Hopey, Izzy, Penny, Doyle, Ray, Terry (y muchos más) en las llamadas historias de las Locas.

Maggie Chascarrillo y Hopey Glass son dos amigas/amantes seguidoras del estilo de vida punk (o lo que se entendía como punk en aquellos años, cuando la escena californiana estaba llena de bandas como Black Flag o Suicidal Tendencies) y, si bien tienen mucho en común, también son muy opuestas.

Maggie es más “aterrizada” y madura, mientras que Hopey es extremadamente cínica y amoral. Ambas tuvieron infancias difíciles, por lo que encuentran una catarsis solo con el sexo o bien con sus actividades favoritas: en el caso de Maggie, su trabajo como mecánica pro-solar, y para Hopey, tocar bajo en una banda de punk que pasa por una multitud de nombres.

La banda de Hopey y Terry

También suelen verse en compañía con su grupo de amistades, que incluyen a Penny Century, una mujer voluptuosa obsesionada con los cómics y los superhéroes; Terry, guitarrista virtuosa y ex-novia de Hopey; Daphney, una joven asiática de la escena alternativa; Izzy, una escritora con un pasado tormentoso, Doyle, un ex-convicto bueno para las fiestas; Ray, artista fracasado; y Speedy, el miembro de una pandilla local que constantemente se mete en problemas.

Pero al principio, L&R no tenía problemas en mezclar géneros, por lo que las primeras historias tenían varios elementos de sci-fi (el mejor ejemplo es Mechanix, donde aparecen desde dinosaurios hasta naves), además de la ocasional sátira a los superhéroes (como en la divertidísima Maniakk vs Ultimax). Eventualmente, luego del segundo año de publicación, Jaime decidió dejar esos elementos más fantasiosos de lado y enfocarse plenamente en llevarnos en un viaje por la vida de nuestras protagonistas (y también vemos mucho de la historia de los personajes secundarios) de una manera muy realista.

Un ejemplo de la mezcla de géneros que había en los primeros números de L&R.

Ya sea en el buscar empleo, giras musicales infructuosas, relaciones disfuncionales, viajes a países al borde del colapso o cualquier otro tipo de vivencia, no importa que tan “corriente” pueda parecer al principio, Jaime es capaz de ponernos en los zapatos de sus personajes, independiente de si estamos de acuerdo con sus decisiones o no.

Y eso es lo que hace que sus relatos se sientan tan reales. Sus personajes están llenos de falencias, tienen vidas complicadas y no siempre tienen finales felices. Algo que suele criticarse a los cómics mainstream es que el drama que tratan de plasmar a veces se siente un tanto un telenovelesco. Aquí es todo lo contrario. No importa qué tan dramático puedan sentirse algunos momentos, siempre es el tipo de historia que le podría pasar a cualquiera, con todo el melodrama y comedia que eso implica.

Otra cosa que hizo destacar a Love And Rockets desde el comienzo, fue el afrontar temas como el racismo, el libertinaje, la desigualdad social o el aborto de una manera directa, sin tapujos ni analogías. Además de que, claro, era un cómic donde la mayoría de los personajes eran de una minoría étnica o sexual, en tiempos donde aún había muchos estereotipos respecto a la representación de diversidades culturales en el noveno arte.

Love and Rockets duró hasta 1996, pero desde entonces los Bros han seguido revistando a sus entrañables personajes en distintos formatos, desde antologías anuales a “novelas gráficas”. Y al no estar atados a cosas como la continuidad ni reboots ni crisis multiversales ni nada por el estilo, los habitantes de Hoppers envejecen con su audiencia, con las historias actuales siendo protagonizadas por unas Maggie y Hopey de 50 años, más viejas y sabias, pero aun con la rebeldía que tenían en los 80 (además de muchos otros caracteres que se han unido a ese mundo, como la stripper católica Vivian Solis y su hermana, la joven skater Anoush).

La maestría en la simpleza de Jaime Hernández.

En el apartado visual, pocos se comparan a la maestría de Jaime en el blanco y negro. Sombras, contornos, contrastes, todo es un recurso para su estilo, muy minimalista y aun así totalmente expresivo. Los Bros son considerados como dos de los mejores caricaturistas de todos los tiempos, y basta con ver una página de cualquiera de sus cómics para darse cuenta cómo terminaron siendo tan influyentes para toda una generación de creadores independientes (e incluso algunos dibujantes mainstream).

Cuneta la leyenda que Frank Miller saco la inspiración para Carrie Kelley de este dibujo.

Para cualquiera que quiera experimentar lo que pueden ofrecer los cómics como medio artístico, o que sencillamente desee salir de lo que Marvel y DC ofrecen semana a semana, Love and Rockets es la «droga de entrada» más recomendable. Ya sea con Música Para Mecánicos, La Muerte de Speedy, La Educación de Hopey Glass, Chapuzas del Amor o ¿Es Así Como Ves?, demuestran que una historia “mundana” y personal puede ser tan compleja como cualquier novela literaria.