La ventana de Olduvai: en busca de un nuevo hogar

Entre las novelas chilenas de ciencia ficción más leídas del último tiempo, encontramos La ventana de Olduvai. ¿A qué se debe su éxito?

Escrito por Ktlean

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Es innegable que la ciencia ficción chilena goza de una saludable proliferación. Todo esto de la mano de editoriales que no llevan mucho tiempo en el mercado, pero que apuestan fuerte por la literatura de género local. De esos géneros, la literatura de anticipación ha sido quizás la más fortalecida.

En medio de esa ola de publicaciones, destaca una novela que representa el lado más duro de la ciencia ficción, lo que recuerda a grandes nombres del género, como Isaac Asimov.

La obra en cuestión se llama La ventana de Olduvai, y su autor, Hugo Riquelme (o H. A. Riquelme), ya es reconocido gracias a obras como Tres balas en la Pampa o El hombre sin nombre.

Evidente ha sido el éxito de La ventana de Olduvai, tanto entre los lectores como en rankings de ventas. La pregunta es, ¿por qué? ¿Qué hace que esta novela destaque y haga a muchos plantearse el leer ciencia ficción producida en Chile?

Libro disponible para la venta en el sitio web de Áurea Ediciones

La historia

Una huérfana de ascendencia alemana, residente en un hogar para niños de Osorno, que crece en plena dictadura militar y sin el cobijo de una familia «normal». Desde el principio, Hela Muschgay no las tiene todas consigo. Es más, su vida parece hecha para solo ponerle obstáculos en su objetivo de cumplir su sueño, es decir, convertirse en una científica aeroespacial.

Pero lo que sí le juega a favor es, primero, su talento innato para la ciencia y, segundo, el interés que su tutor, el profesor Giessen, no ha hecho más que avivar desde que es una niña.

Gracias a esto, y a pesar de haberse criado en el fin del mundo, en un país que no tiene la mira puesta en los avances científicos, mucho menos con los militares a cargo, Hela logra emprender el vuelo hacia suelos más propicios para cumplir su sueño. Años después, la mujer preside una de las empresas a la vanguardia en el diseño de motores para viajes espaciales.

Aunque el proyecto inicial de SpaceWater Inc. es ir a buscar agua a la luna, esto cambia radicalmente debido al evento de Umiat, desastre que le recuerda a la humanidad lo vulnerable que es frente a todo lo que venga del espacio.

Hela ve en esto la oportunidad de lograr que el gobierno de los Estados Unidos aumente el presupuesto destinado a la carrera espacial y, más importante aún, de posicionar a su empresa a la cabeza de esta.

Lo que puede parecer en un principio simple ambición o incluso avaricia, no es más que el deseo de emprender un proyecto mayor, algo que excede a presidentes, países, incluso a ella misma. Lo que Hela busca es darle un futuro a la humanidad.

La mujer cohete

Para un ciudadano promedio, puede ser un poco difícil ponerse en los zapatos de un grupo de científicos que están decidiendo el futuro de toda una especie. Pero si algo logra Riquelme con su novela es que logremos hacerlo.

Hela Muschgay es un personaje complejo. Esto no se debe a que su personalidad sea tortuosa o repleta de misterios. En esencia, es solo una mujer con una increíble inteligencia que durante su infancia deseó tener una familia con padre, madres y hermanos. En su lugar, solo tuvo un profesor viejo que, aunque la quisiera como a una hija, nunca pudo llamarla como tal.

La complejidad de la protagonista de La ventana de Olduvai reside en el hecho de que en gran parte de la novela, es un poco difícil estar de su lado.

Tom y Derryl, sus colegas, sirven como contrapeso a sus decisiones. Donde ella tiene un propósito mayor, estos quieren ver los frutos de su trabajo, darle empleo a cientos de personas y poner sus nombres en los anales de la ciencia sin por ello poner en riesgo sus vidas.

Ilustración hecha por Felipe Montecinos

Frente a la desesperación y el miedo de sus compañeros, la actitud de Hela se nos hace fría, demasiado calculada. Egoísta.

Pero para contrarrestar de verdad esta imagen, debemos recurrir a lo que se nos muestra de su infancia y adolescencia. Es ahí, en las escenas junto al profesor Giessen, donde conocemos el alma de Hela, la base de sus propósitos y anhelos.

Esta idea se potencia por la forma en que la novela está estructurada. Intercalando episodios ubicados en distintos puntos de la línea temporal, el autor no solo logra generar suspenso, sino que también va profundizando paso a paso en cada uno de los personajes y sucesos.

Para cuando nos acercamos al final del libro, la perspectiva de Hela se ha fundido con la nuestra.

El fin justifica los medios

La frase anterior no es precisamente un lema inocuo. Muchas empresas fascistas se han agarrado de ella para justificar las peores atrocidades. Pero por más que nos genere resquemores, a veces, es cierto.

En ocasiones, el fin justifica los medios.

La empresa de Hela parece ser una muestra de ello. Y lo es de una forma que recuerda a Hari Seldon, uno de los personajes más relevantes de Fundación, de Isaac Asimov.

Tal como vemos en el tomo que le da nombre a la larga serie de libros, el matemático creador de la Psicohistoria no solo es el único que prevee la futura caída del Imperio Galáctico, sino también el único que lo toma en serio. Decide, por tanto, tomar cartas en el asunto. Deja un plan basado en su ciencia y pone en marcha la creación de la Enciclopedia Galáctica.

Hari Seldon

Seldon es perseguido por sus vaticinios, pero el no da un paso atrás en sus afirmación. Lo mueve la certeza de que hace lo correcto, aunque los frutos de su proyectos estén muy adelante en el futuro; tanto, que ni él ni nadie de los que conoce gozará de ellos.

Hela, empujada por la misma certeza, trabaja igualmente para un futuro que ella no verá. En un futuro que sus amigos y seres queridos tampoco disfrutarán.

Su ojos están puestos en las estrellas, a años luz del Planeta Tierra y del presente. Los medios para conseguir lo que busca no importan. Lo que importa es el fin, es decir, que la humanidad vuelva a tener una oportunidad en el espacio.

Opinión personal

La ventana de Olduvai no es una solo una novela entretenida y bien escrita; es también un empujón para plantearnos cuán vulnerables somos como especie y como individuos.

Sin escatimar en datos científicos duros, ni por ello perder fluidez y enganche, esta novela presenta personajes que no están ahí para caernos bien. Su propósito es dirigir nuestra mirada hacia otras perspectivas, algunas tan lejanas como el mismo Júpiter o Marte.