Dioses chilenos: folklore en manos de Francisco Ortega

De mano del afamado autor Francisco Ortega, Dioses chilenos trae toda la cultura popular del país, combinada con mitología prehispánica.

Escrito por Chile en viñetas

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En Chile, la mitología ha sido raptada por Chiloé. Pareciera que esta isla tiene el monopolio de los mitos chilenos, ya que son los más populares y a los que se suele hacer referencia. La realidad muestra algo distinto, ya que hay mitos en todo el país y propios de cada región, los que forjan culturalmente a sus habitantes. Éstos tienen idearios comunes e incluso en 2021 se cree en aquellas explicaciones irracionales de los fenómenos naturales.

Cuando pensamos en la mitología griega, en realidad nos referimos a los dioses griegos, ya que eran el sistema religioso de la Antigua Grecia. En cierta medida, ocurre algo similar con toda mitología. De forma más o menos laxa podemos asimilar mitos a dioses, y esto es justamente lo que hace Francisco Ortega en Dioses chilenos, combinando mitos tanto históricos como urbanos.

El autor

Francisco Ortega (1974), nacido en Victoria, alcanzó una gran popularidad con su afamada Trilogía de los Césares. Su punto cúlmine que lo hizo conocido en el imaginario colectivo fue Logia, best seller nacional que combina ficción histórica con thriller conspirativo. También ha incursionado en la literatura infanto juvenil con Max Urdemales, el terror con Salisbury, la narrativa gráfica con Mocha Dick, 1899, 1959 y Alex Nemo, entre otros estilos.

Periodista de profesión, fue parte de la revista Muy interesante, en la que se abordaban creencias populares, ideas conspirativas, algo de historia, etc. Es en esta posición de periodista/escritor que publica Dioses chilenos y Alienígenas chilenos. Ambos son parte de una trilogía que abarca la idiosincrasia chilena, apuntando a sus mitos, creencias y dioses.

Dioses chilenos

Lo primero que hay que decir es que el nombre es un tanto engañoso, ya que no son solo dioses lo que veremos. Los mitos urbanos, así como hechos peculiares ocurrido a lo largo del tiempo, toman buena parte de los 17 relatos de la obra. En cada uno de ellos hay una mezcla entre biografía personal del autor, junto a entrevistas e investigación bibliográfica.

El mito surge como una forma de explicarse el mundo, principalmente en aquel momento en el que la razón estaba en un segundo plano. Como buena narración mítico/religiosa, el texto comienza con el Génesis, el mito de la creación del mundo, en este caso mapuche, donde se narra la forma en que Ngenechén creó los Ngen, los que se multiplicaron hasta la rebelión de uno de ellos.

En la misma línea que el génesis mapuche, otros relatos que abordan esta concepción de mundo son Las dos serpientes y el diluvio, El campeón eterno, el demonio y la luna y Apocalipsis. Estos probablemente sean los que más propiamente podemos llamar dioses chilenos, al indagar en la cultura nacional y responder justamente a lo que se entiende en general por dioses.

En lo que respecta a creencias populares, los capítulos El diablo es chileno, El monstruo del lago, De la tierra hueca a las montañas de la locura y La virgen de los hielos caerían dentro de esa categoría, al narrar vivencias que grupos particulares viven, que trascienden la individualidad y pasan a ser parte del imaginario colectivo de cierta población, como lo es la relación especial de Coihueco y Traiguén con el diablo, de los navegantes antárticos con la virgen de los hielos, la gente cercana a Villarrica con el monstruo del lago y así.

En lo que está más cercano a mitos urbanos o populares, se ubicaría Superman es chileno y La maldición del hombre de cobre, ya que abordan hechos que (aparentemente) efectivamente ocurrieron y en torno a los cuales se armó todo un imaginario fantástico, que está en manos de cada uno si creer en ellos o no.

El resto de los relatos que componen el libro también pueden irse ubicando en subcategorías, aunque ubicarlos todos bajo el nombre de dioses puede resultar un tanto antojadizo. Cabe destacar que hacia el final del libro se incluye un bestiario, donde se repiten algunos de los seres incorporados en otros capítulos y un glosario, los que complementan la lectura. Así mismo, se finaliza con la bibliografía que utilizó Ortega en su proceso de investigación.

Comentarios finales

Más allá de lo adecuado que sea el nombre del libro, sin duda resulta entretenido e interesante, tanto para conocer más de la cultura chilena (o más bien del territorio chileno) como para tener una buena historia que contar en esos silencios incómodos en los que seguro caeremos una vez pase la pandemia.

La forma de narrar de Ortega hace los relatos atrapantes, a la vez que los vuelve creíbles por muy extraños que puedan parecer, lo que sin duda se ve potenciado por el cariz periodístico que le impregna a su escritura. Probablemente podrían hacerse otros libros del estilo, incorporando otros “dioses”, y esto es justamente lo que hizo con Alienígenas chilenos, que va en la misma línea.