El aire que nos faltó: el nuevo libro de Magdalena Salazar

Entra en la intimidad de una familia desde la voz de cada uno de sus miembros. De esas familias que se ahogan por "El aire que nos faltó".

Escrito por Cuarto Literario

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Dentro de las novedades de Editorial Planeta, bajo su sello Emecé, llegó El aire que nos faltó, de Magdalena Salazar. Una novela que explora los vínculos familiares desde la mirada de sus cuatro integrantes: un padre abandonado por su mujer 15 años menor; una hija con dificultades luego de nacer con asfixia; un hijo que debió forjarse solo; y una madre que, luego de la muerte de su hija, descubre que nunca vivió su vida.

La autora comenta: «Esta novela surge por querer darle valor a la intimidad en las relaciones familiares. Es desde la intimidad donde se teje la historia común y la privada, la percepción de la realidad, la identidad, los dolores, las alegrías».

La estructura de la novela El aire que nos faltó

La novela tiene cuatro capítulos o partes, donde habla cada miembro de la familia en diferentes etapas de la historia familiar. En la primera, el relato de Antonio (el padre) permite apreciar la monotonía de su vida, y el peso de la ausencia dolorosa de sus dos grandes amores: su esposa y su hija. El segundo capítulo de la novela nos permite entrar en el universo de Gracia (la hija), quien producto de una asfixia al nacer nunca logra comunicarse con quienes la rodean y vierte su intimidad en una libreta donde anota garabatos de un erotismo latente. «Literalmente a ella le faltó el aire. Sin embargo, siento que hay un aire simbólico que les faltó a todos los personajes. Siempre hay algo que falta en los vínculos, pero también algo que queda y esa dualidad es lo que construye la historia de las personas», explica la autora.

Autora de El aire que nos faltó
Magdalena Salazar.

En la tercera parte del relato conocemos a Juan, el hijo que abandona la carrera de Leyes para seguir su veta artística lejos de las imposiciones de su padre. Cierra la novela Isabel, relatando el instante en que deja el hogar familiar, para alejarse definitivamente de Antonio, padre de sus hijos, del que se siente completamente ajena a pesar de los años compartidos.

Esta novela coral recorre la vida íntima de una familia, el lector siente que los va conociendo por cada pedacito e historia que cuenta cada miembro. Sobre esta estructura fragmentada, la autora comenta: «El mayor desafío fue articular una historia común a partir de los relatos personales de cada personaje. Armar una vida a partir de cuatro percepciones. Representar la felicidad, el amor, el agobio y la tristeza desde distintas perspectivas para construir el tejido familiar. Finalmente uno queda con la sensación de que conoció a una familia, que entró en su intimidad».

Comentarios sobre el libro

Tal como explica Magdalena, ella logra hacer que el lector entre en esta familia, sea un espectador de su historia. El libro parte lento, como la vida rutinaria y monótona de Antonio. Cuesta enganchar con este hombre mayor y solo, lo que puede ser un riesgo para la novela. Pero hay que darle una oportunidad.

Cuando entra la voz de Gracia, la hija con discapacidad, el relato explota. Es la mejor parte del libro, va volando la narración. Se abre una ventana a la vida de una adolescente que nació con problemas y no pudo desarrollarse como una mujer en plena salud. A pesar de esto, siente como todas las adolescentes, tiene las mismas dudas y curiosidades, pero no puede explorar y aventurarse como el resto de su generación. Es el capítulo más bonito y emotivo.

Con cada capítulo vamos entendiendo más de esta familia, se nos rebelan más detalles y se nos clarifican otros. Empatizamos con Juan, un adulto que de niño tuvo que construirse solo, ya que sus padres estaban muy ocupados con su hija. Algo que pasa en muchas familias con un hijo o hija discapacitada, sin quererlo dejan a los sanos más apartados, sin ver realmente cómo eso los afecta.

Por último habla la madre, de quien esperamos saber durante todo el libro, ya que todos hacen referencia a ella, que manejaba el hogar. Escuchamos su razón para haber dejado a su marido, conocemos que fue siempre una cuidadora y nunca se cuidó, hasta que no pudo más. Nos abre su verdad y podemos entenderla.

Conclusión

El aire que nos faltó es un libro cargado de verdad. Tiene bastante poesía y frases que más de alguno querrá anotar. Hay otras instancias donde te puedes identificar (dependiendo de la historia de cada lector) e incluso puedes reflexionar sobre tu propia familia o plantearte hechos de tu vida. El cineasta Sebastián Lelio decía que decir «familia» implicaba decir «disfuncional». Que todas las familias lo son, acá entramos en una, en su privacidad, en su disfuncionalidad, y la entendemos. Pero no es incómodo, Magdalena Salazar escribe de tal manera que, aunque estés asistiendo a los secretos de una familia, no dé pudor estar conociendo esos secretos.

Es un libro corto, de 115 páginas. Como decía parte un poco lento, pero luego enganchas y quieres conocer las versiones de cada miembro de la familia. Algunos podrían decir que no tiene una trama real, que no pasan cosas, pero es un libro reflexivo donde no es necesario que haya giros marcados y acciones súper dramáticas, está bien construido y funciona muy bien para el público lector que, como yo, disfruta de este tipo de narraciones.

Vamos a terminar con las palabras de María José Ferrada sobre la novela (que tiene una levísima diferencia con mi percepción): «Magdalena Salazar escribe con una extraña mezcla de fuerza y delicadeza sobre la complejidad de las relaciones familiares. La honestidad de sus personajes incomoda y alivia en partes iguales. Una novela sobre el tránsito del tiempo por seres y espacios. Los lazos: su luz y oscuridad».