Drive My Car – Superar el duelo y crecer como persona

Adaptada de un relato corto, Drive My Car nos muestra la vida de Kafuku, luego de que su esposa muriese de forma repentina.

Escrito por J Martínez

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El cine oriental está en un boom hace algún tiempo, sobre todo después de que Parasite se convirtiese en la primera cinta internacional en llevarse el Oscar a mejor película en 2020. Es quizás gracias a esta popularidad que Drive My Car también está nominada tanto a mejor película como a mejor película extranjera. Bueno eso, y porque es un peliculón.

Dirigida y coescrita por Ryūsuke Hamaguchi, la cinta, adaptación de un relato corto de Haruki Murakami, nos muestra la vida de Yūsuke Kafuku, un actor y director de teatro que pierde a su esposa Oto, producto de una hemorragia cerebral. ¿Cómo afecta esto a Kafuku? ¿Cómo era la relación con su difunta esposa? Estas y más, son preguntas que la película logra contestar de manera muy satisfactoria, con una soberbia puesta en escena.

Pausada pero potente

Tal vez hay que dejar algo desde el principio, y es que -probablemente- lo peor de la película es su duración; 3 horas. Pero, al mismo tiempo, esto también es lo mejor de ella, ya que es lo que le permite respirar y hacer que absolutamente todos los diálogos tengan un peso e impacto mayúsculo.

También es que justifica de buena manera cada uno de los minutos que ocupa. Todas las escenas tienen un por qué. Incluso aquellas que parecen intrascendentes vuelven a aparecer en los momentos finales para cerrar algún detalle que en un comienzo había quedado en el tintero.

Quizás en lo único que la película se reserva para potenciar lo que quiere hacer sentir al espectador es en las actuaciones. Las conversaciones y diálogos son casi siempre con una voz un poco robótica, con muchos de los personajes mostrando 0 expresividad en sus rostros.

Evidentemente esto es una decisión deliberada, porque las escenas en las obras de teatro (además de los momentos finales) sí que muestran toda esa emoción que muchas escenas extrañan. No obstante, esto hace que esos momentos finales lleguen con una fuerza gigante, por lo que, de cierta forma, esta decisión logra justificarse.

El auto, casi un personaje más

Es muy llamativo cómo la cinta trata al vehículo del protagonista, y tiene todo el sentido del mundo (después de todo, está en el nombre). Al auto se le da protagonismo, destaca sobre los demás. Es notable como, por ejemplo, cuando está en la calle, casi todos los demás autos son de colores más planos, destacando aún más el color rojo y el modelo antiguo de éste.

Pero no solo en detalles visuales se queda. Dentro de él es donde los personajes más muestran sus emociones. Aquí es donde la relación entre Kafuku y Misaki Watari, su nueva chofer, termina por afiatarse. Es donde Kafuku madura como persona, aprende más sobre su relación con su Oto y, aún más importante, sobre su relación consigo mismo,

Paralelismos y evolución como personas

Lo más destacable de la obra tiene que ver con la profesión de su protagonista. Kafuku es un director de obras de teatro, lo que lo lleva a que la película esté constantemente mostrando otras historias que, comúnmente, forman paralelismos con alguno de los personajes (principalmente con Kafuku y Watari).

Por momentos (y gracias al auto también) esto es lo que permite que los personajes evolucionen. Y esta evolución es, justamente, la otra gran parte a destacar. El crecimiento como personas, tanto de Kafuku como de otros personajes, gracias a lo que han vivido, viven, escuchan y observan, es muy honesto.

Se critica la falta de comunicación, de honestidad y de valentía. Se muestra que a veces, a pesar de llegar hasta a odiar a una persona, se puede desear tenerle de vuelta, querer conversar con ella una vez más y hacer las cosas que, ya sea por falta de valentía o por comodidad, no se hicieron.

Pero sobre todo que, para lograr seguir viviendo, para lograr avanzar, o incluso para lograr amar, hay que poder aceptarse primero.

“Si realmente quieres descifrar a alguien, debes mirar primero tu interior, de forma honesta y profunda.”

Conclusión

Drive My Car fue una bonita sorpresa. Es el tipo de películas que, comúnmente, no se ganan una nominación a los premios, a pesar de que se merezcan todo el amor del mundo. Y aunque no es nada nuevo tener el duelo como eje central de la historia, la película sabe manejarlo de una forma maravillosa, llegando incluso a las lágrimas por la brutal honestidad de su tramo final.

Creo que su extensa duración está justificada, así que más allá de lo mencionado de las actuaciones deliberadamente planas, me cuesta encontrarle peros. También tiene un ritmo súper pausado, sí, pero es que lo necesita para que podamos digerir todo lo que los personajes dicen y muestran.

Sin duda, una de las grandes películas del último año. Y es una gran noticia que el cine no occidental se esté dando más a conocer últimamente.