Crítica a Mortis 2022

Editorial Arcano IV trae de regreso a Mortis. Dos duplas de autores invocan a la encarnación del mal, esperando no perecer en el intento.

Escrito por Orin

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Si tuviéramos que explicar qué es Mortis a un(a) no iniciado(a), diríamos que es el tipo chileno para el horror. O sea, es un personaje, una obra, una metáfora que ha permitido a diversos autores locales narrar historias de horror en distintos soportes (radioteatro, música, historietas, etc.).

Como lo aclara una nota previamente publicada en este sitio, “Mortis puede ser  protagonista, antagónico, un personaje secundario o simplemente no aparecer en las narraciones” pues se trata de la personificación del mal, “un mestizo entre el Drácula hollywoodense, el Mefistófeles de Goethe y el Diablo criollo”.

“[…] el concepto de tipicidad no se plantea como categoría estética que atañe a la definición del personaje, como producto autónomo del arte, sino que define cierta relación con el personaje, que se resuelve en una ‘utilización’ o aprovechamiento del mismo”.

Umberto Eco, Apocalípticos e integrados, Barcelona: Debolsillo, 2011 [1era ed. 1965], p. 231.

Este año 2022, de la mano de editorial Arcano IV, el siniestro doctor vuelve a ser invocado por dos duplas de autores del cómic nacional, que buscan arrastrarnos al terror entre intrigas, tinta chorreante, suspenso y tinieblas achuradas.

Si bien cada dupla aborda de manera singular el desafío, no obstante ambas comparten una histórica y a la vez contemporánea manera de concebir el horror: aquel que, invisible, controla el destino de las vidas ordinarias: el poder.

Mortis según Ferrada y Abarca, o la metáfora de Judith y Holofernes

La nueva colección de historietas dedicadas a Mortis se compone de tres grapas; dos de ellas fueron creadas por el guionista Miguel Ferrada y el dibujante Víctor Abarca: El péndulo y La senda del exceso.

El péndulo

En una de las viñetas finales de la primera obra, boceteado en un plano del fondo, se halla citada la pintura Judith decapitando a Holofernes (c. 1598) de Caravaggio, el célebre artista del barroco italiano. La sutil cita sintetiza la temática de ambas obras: una alegoría moral en la que la virtud femenina vence al vicio masculino.

Caravaggio, Judith decapitando a Holofernes, c. 1598. Óleo sobre tela, 145 x 195 cm.,Galleria Nazionale d’Arte Antica, Roma

En este sentido, Ferrada y Abarca nos ofrecen dos historias hermanas donde la crítica de género remite a una misma moraleja y a una misma concepción de Mortis como el señor del infierno que controla a su antojo al vil ser humano a través de la tentación, de la lujuria y la promesa de sabiduría.

En esta interpretación omnipotente de la encarnación del mal, la codicia del hombre sucumbe ante el ingenio femenino, solo para que los horrendos planes de Mortis para con la humanidad sigan su inexorable curso.

Lo problemático de esta decisión editorial –a saber, las historias hermanas– es la semejanza en su estructura argumental. Un crimen pasional contextualizado por la ciencia ficción y la ambición de poder; la lujuria, el sadomasoquismo y la mujer sacrificial como componentes de un rito satánico de iniciación; ambos relatos conducen a un mismo clímax.

La senda del exceso

Dos interpretaciones de Judith –la mujer cautiva y sacrificial, la mujer objeto sodomizada– que terminan siendo una y la misma; dos propuestas que, si bien demuestran una coherencia conceptual, dejan sin espacio en la colección a otras manifestaciones tradicionales de Mortis.

Ahora bien, no obstante las semejanzas argumentales entre El péndulo y La senda del exceso, estas piezas son tratadas mediante lenguajes gráficos levemente diferentes por Víctor Abarca.

Ambas propuestas visuales evidencian economía de recursos en la composición de la viñeta; pero mientras en La senda del exceso la economía se degusta como decisión estilística, en El péndulo se siente como la solución ante la premura de la fecha de entrega.

La senda del exceso

El terminado gris de La senda… armoniza tanto la relación entre figuras y fondo como también las formas libremente definidas por manchas de tinta. Estas características otorgan una atmósfera pictórica que homogeniza el trabajo de Abarca página tras página, y lo vuelve coherente con la libidinal y macabra oscuridad del relato.

Sin embargo, la homogeneidad no está presente en El péndulo. Antojadizamente el fondo aparece y desaparece, en un momento se describen los objetos que lo conforman y al siguiente se vuelve una mancha gris, o simplemente se suprime en un blanco que recorta las figuras. Podríamos suponer que lo anterior responde a decisiones narrativas, pero luego de la lectura la conclusión no es esa.

El péndulo. Nótese la arbitraria presencia de aquel «ojo parlante» (pues el globo de texto surge de él…), inexpresivo e inútil en términos narrativos.

Con todo, lo más problemático son las viñetas lisa y llanamente mal utilizadas. Viñetas que aportan poco o nada a la narración, dibujos sin carga dramática alguna; zancadillas que –una vez más en el contexto nacionalhacen preguntarnos por la real tarea editorial.

Mortis según Roez y Fattori, o el mal pandémico inmortal

En tanto manifestación del mal, metáfora de todas las penurias de la humanidad, Mortis es susceptible de mitificación. Una explicación cuasi divina para todas las calamidades que pudieran vaticinar la extinción de nuestra especie, rastreable a lo largo de la historia en manuscritos e imágenes.

Tal planteamiento argumentativo, en el panorama más reciente del cómic chileno, es sinónimo del joven guionista Alexander R. Roez. Un guión que satisface enormemente gracias, en gran parte, por la concreción visual que logra Chris Fattori.

Apocalipsis 6:8

Esta dupla creativa nos entrega Apocalipsis 6:8, una obra homogénea de principio a fin, tanto en la consistencia visual viñeta a viñeta, página a página, como en el virtuoso diálogo entre guión y dibujo.

Si en Ferrada y Abarca había síntesis, economía, en Roez y Fattori hay exceso, derroche de recursos, y ahí es donde se produce la comunión de lenguajes. Un relato que vincula el pasado lejano con el presente a través de ficcionar la presencia sobrenatural de Mortis en la Edad Media de la peste negra, lo que permite a ambos autores desplegar sus particulares estilos.

La característica narración historiográfica, profusamente informada de Roez es encarnada por los protagonistas de la historia –en particular por Libby, un joven monje estudioso de las Santas Escrituras–, transformando el denso contenido textual en argumento, en diálogo entre personajes, en acciones que movilizan la historia.

Y si bien esta estrategia narrativa promueve una concepción tradicional de historieta –es decir, el dibujo ilustrando un texto–, es algo que claramente acomoda a Fattori pues puede dar rienda suelta a la representación de repulsivas situaciones y violentos acontecimientos, generando una ominosa atmósfera a lo largo de la obra.

En la colección, Apocalipsis 6:8 ofrece un paréntesis, una interpretación más clásica del siniestro Mortis, un mal activo, evidente, literal y más protagonista del destino trágico del ser humano.

Si tuviéramos que indicar un “pero” sería la –a nuestro juicio– innecesaria mixtura de procedimientos manuales y soluciones digitales en el apartado visual –a estas alturas estandarizadas en el cómic nacional e internacional–.

La texturización digital de fondos, el inconstante valor de la línea, y el todavía incipiente dominio narrativo de los recursos digitales genera cierto ruido a los amantes del arte más artesanal. (Por supuesto que con esto queremos decir que nos encantaría leer una historieta de Chris Fattori trabajada puramente en tintas o pigmentos sobre papel, sin intervención digital. ¡Las intuiciones pictóricas demostradas en Mortis nos dejan ansiosos y expectantes!).

El futuro editorial de Mortis

Como esbozamos en un comienzo, relatar las vilezas del siniestro doctor funcionan como una excelente excusa para que diversos autores y autoras se aventuren en el género del horror. Y, por suerte, sabemos que tenemos una exitosa y espeluznante tradición local en este respecto. Pero, por lo mismo, deberíamos ambicionar un proyecto editorial mayor.

Sería interesante ser testigos de una iniciativa con más recursos que, en vez de limitar a las y los autores, les ofrezca mayor libertad. Con esto nos referimos a equipos creativos amplios de guionistas, dibujantes, entintadores y coloristas que, de la mano de Mortis, ayuden al cómic nacional a abandonar el blanco y negro y los formatos de extensión reducida.

Los tres relatos analizados se sienten apretados, como si estuvieran luchando contra un formato impuesto por la precariedad del medio. No estamos seguros de que la grapa sea el soporte para este título con tanta historia, y menos ese formato tan regular de viñetas, ese diseño de página estandarizado que constriñe al dibujo.

¿Podría Mortis motivar a que se invierta más en el cómic local?

Con todo, a pesar de los difíciles tiempos que hemos vivido, tenemos a Mortis de regreso. Es algo que debemos valorar profundamente, felicitando por cierto a todo el equipo creativo, tanto a autores como a la producción editorial.