Análisis: «El Fin de la infancia» – parte dos

Segunda parte del análisis de la novela de Clarke, El fin de la infancia, donde explora la verdadera naturaleza humana y el lugar que ocupa en el universo.

Escrito por Marcelo Franco

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Continuando con el análisis de la novela de Arthur C. Clarke que se hizo previamente en Comiqueros, en esta segunda parte se revisará todo lo que sucede en el capítulo final del libro. Con esta segunda parte, se da por concluido.

No se puede relatar, a plenitud, la experiencia que se vive en El Fin de la infancia, eso es algo que el lector debe descubrir por si mismo. El objetivo de estas palabras ha sido simplemente mostrar algo que muchos desconocían, un tratamiento único de la ciencia ficción que es el sello de Clarke.

El fin de la humanidad

Durante el capítulo final de la novela se descubre la verdadera misión de los Superseñores. Estos tutores que habían guiado a la humanidad hacia la culminación de todas sus aspiraciones eran ahora testigos de cómo esta se iba desprendiendo de su propia naturaleza. Todo lo que una vez fue humano, ahora es algo distinto, algo eterno.

Rashaverak, un Superseñor.

Utopía y la perdida de la humanidad

Dentro de todas las hazañas atribuibles a la vigilancia que los Superseñores ejercían sobre los humanos, la supresión de todas las necesidades que pudieran llegar a tener era las más notable. Nadie pasaba hambre, frio ni tampoco sufría de abusos. Las enfermedades eran algo del pasado y quienes trabajaban lo hacían por placer. Las personas podían hacer lo que quisieran, de esta manera, florecieron las artes.

¿Es correcto afirmar eso? ¿El arte puede florecer en ausencia de necesidades? El hambre, el frio, la muerte, el dolor; elementos que ya no existían. No había grandes injusticias de la vida que justificaran el nacimiento de grandes obras, tampoco había necesidad de ello.

Superseñores a bordo de la nave.
Diseño de Neal Adams

Ante la ausencia de los males, ¿Qué clase de obras se podrían crear? La humanidad lo tenía todo, no había necesidad de trabajar por alcanzar ningún objetivo, puesto que estos ya no existían. No existía motivación por cruzar limites, puesto que ya fueron superados.

Incluso la imaginación y la creatividad desaparecieron. La humanidad se encontraba estancada. Sin nada que anhelar, no había motivos para esforzarse.

Las personas perdieron algo inherente a nuestra propia naturaleza, que iba más allá de la curiosidad.

El Supervisor

Karellen se presenta como el vocero de los Superseñores. Él mismo indica es un supervisor, lo que nos hace pensar inmediatamente en la idea de que hay una jerarquía donde no es el líder. Incluso una presencia superlativa como la suya, tenía un superior.

Este es un personaje complejo, que evoca gran admiración y tristeza al mismo tiempo, se puede notar un pesar en él, como si añorara algo imperceptible. En Karellen encontramos la faceta más humana de los Superseñores. Según él, la humanidad tenía un potencial ilimitado que se encontraba sin desarrollar todavía, en su infancia. Por el contrario, y pese a encontrarse en un estado evolutivo, miles de años por encima de la especie humana, ellos ya habían alcanzado todo su potencial. Eran todo lo que podían ser.

El Supervisor Karellen.
Diseño de Neal Adams

Se puede apreciar un poco de envidia por parte de Karellen hacia las personas, sobre todo hacia Jan Rodricks, ya que, a fin de cuentas, dentro de todos los hilos de la historia, él fue el único que pudo decidir su destino.

Nos queda la idea de que los Superseñores sufrieron una intervención similar a la humana y por eso se encontraban en esa posición.

Jan y la curiosidad

Jan es el personaje más interesante luego de Karellen. Él representa el último aliento de la humanidad que, sin saberlo, se había lanzado voluntariamente hacia su extinción.

En un mundo normal, habría sido alguien común, pero en estas condiciones tan extraordinarias sorprende encontrarse con un personaje como Jan. No solo conservaba su curiosidad, esta se encontraba más activa que nunca. Soñaba con la idea de conocer más sobre los Superseñores, específicamente, saber de dónde venían.

Resulta curioso el contexto en que se dan las circunstancias, aunque tampoco debería sorprender debido a la bohemia en la que se encontraba la humanidad, pero el protagonista descubre por accidente la estrella de la que provenían los Superseñores.

Jan es una sola persona, pero en él hay un breve resumen de la evolución humana. Mientras el resto de la humanidad se encontraban en un trance, él sale del mismo, para volver a nacer y comienza a ver el mundo con los ojos de un infante. Por medio de la observación del cielo, descubre el movimiento anormal de un punto de luz. No tarda en comprender que era la nave de suministros de los Superseñores yendo y viniendo cada cierto tiempo.

Jan visitando el planeta de los Superseñores.
Diseño de Neal Adams

En su incansable curiosidad, decide visitar su planeta como polizón en una nave que debía enviar distintas especies animales. Iba a ser descubierto, pero esta ya había despegado cuando lo hicieron, y prefirieron no alterar el itinerario demostrando que esto no les significaba nada.

Se suele decir que el mejor escondite es a simple vista. Demostrar que no tienes nada que ocultar. Esto es exactamente lo que hicieron con Jan. Fue recibido en el planeta natal de los Superseñores, y le permitieron una estancia guiada. Vio lo que ellos querían que viera, nada más, aun así, él se mostró profundamente agradecido, y no sin interrogantes, emprendió la vuelta a la tierra. Nunca imaginó que no volvería al mundo que había conocido.

Apoteosis o el fin de la humanidad

Para ascender hacia el conocimiento universal, la humanidad tuvo que desprenderse de aquello que la identificaba como tal. De alguna manera, tuvo que morir para poder integrarse al todo. Una persona, en su individualidad, no podría formar parte de esta concepción.

Animales y objetos humanos en el planeta de los Superseñores.
Diseño de Neal Adams

Las estrellas no son para la humanidad

Karellen afirma que las estrellas no son para la humanidad, esto es una frase que tiene una doble interpretación. El primero de ellos, es el contexto en el que el mundo se encontraba, el prólogo de la novela nos narra una carrera espacial perdida gracias a la llegada de los Superseñores. El libro se publicó en 1953 y el sueño de llegar a la luna era solamente eso.

Por otro lado, la frase no es del todo incorrecta, algo que esto hace eco durante el final del libro. La apoteosis que viven los humanos los hace uno con el universo, pero a costa de su propia naturaleza.

Los Superseñores y la noción del mal en la humanidad

Se deja entrever que no era la primera visita que hacían los Superseñores a la Tierra. Esto nos lleva al concepto cristiano de demonio. Esa apariencia de un ser humanoide de piel roja, alas, cuernos y cola terminada en punta es la representación tradicional de esta criatura mitológica.

De esta idea se desprende que la primera vez que vinieron a la Tierra, las personas les tuvieron miedo y que asociaron esa imagen con la noción del mal.

Karellen juega con la idea de que la humanidad no está lista para conocerlos, por eso conviene un plazo de cincuenta años para dejarse ver. De esta manera, ellos tendrían un tiempo para adaptarse a la presencia de los Superseñores, hacerlos parte de su vida, para que así, sin importar la apariencia que estos tuvieran, las personas no les tendrían rechazo al haberlos interiorizado con el tiempo.

El Centinela y la obra de Clarke

Se dice que Kubrick no pudo adaptar el Fin de la Infancia porque los recursos que existían en ese entonces eran insuficientes, de ahí que nace 2001: Odisea en el Espacio. Una obra que trabajarían en conjunto el directro junto a Arthur Clarke, cuyo argumento sería una extensión del cuento El Centinela publicado en 1951.

Imagen del monolito usado en la película 2001 Odisea en el Espacio. Concepto basado en el Centinela

Este cuento trae consigo un concepto que podría ser adoptado por muchas obras del escritor, sin ser esta la excepción. El Centinela es un objeto ubicado en la Luna que pareciera simplemente está ahí, como si observara o vigilara a las personas. ¿De dónde vino? ¿Qué función tiene? Son elementos que se dejan abiertos en el cuento y se desarrollarían en la novela y película.

No podemos evitar sentir que estas obras de Clarke pertenecen a un mismo universo, lo cual es impreciso, pero no resulta menos llamativo que estas tres historias tengan como elemento en común la vigilancia de una entidad desconocida hacia los humanos. Un protector o guía.