The Lighthouse, la luz que nos guía hacia el horror

Enmarcada en el "folk horror", The Lighthouse es un relato lleno de mitos, envuelto en una atmósfera claustrofóbica e incómoda.

Escrito por NaxMal

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Toda esta nota, es un spoiler. Ver The Lighthouse antes de leer.

Noche, plano general, interior.

Dos fareros sentados uno frente a otro en una mesa de madera. La cena está frente a ellos. El más viejo sirve alcohol.

– La pálida muerte con su semblante convierta las cavernas marinas en nuestras guaridas. ¡Dios que escucha las olas romper a nuestra alma suplicante, se digne proteger! Por cuatro semanas.

– No señor, gracias.

Dialogo The Lighthouse (A24)

Ese es el extraño brindis que le ofrece Thomas Wake (Williem Dafoe) a Ephraim Winslow (Robert Pattinson). Son las primeras palabras que se oyen a los 7 minutos con 11 segundos en la cinta “The Lighthouse” (Robert Eggers, 2019), que también sirven como una metáfora de todo lo que vivirán los protagonistas durante la película

Robert Pattinson y William Dafoe, The Lighthouse

Está enmarcada en lo que llaman la era del folk horror”. Un estilo que se destaca por los cánones de los paisajes (aquí un faro, la isla y el inmenso mar que lo rodea), ideologías extremas, lo ancestral y misterioso de algunas culturas (como en Midsommar, de Ari Aster).

Es por lo que Robert Eggers, al igual que lo hizo en The Witch (el primer protagónico de Anya Taylor Joy), nuevamente dio muestra de su magistral pulso para el horror psicológico, creando atmósferas espeluznantes, bebiendo de distintas vertientes, como cuentos escritos por Edgar Allan Poe o el mismo Lovecraft, porque la iconografía de la cinta bebe tanto de aquellos relatos, como de obras de Albrecht Durer, Knut Ekwall, pero sobre todo de Theodor Rombouts y Sascha Schneider (y esta fue una referencia descarada a la obra Hypnosis, ¡miren!).

Además, hizo que se viera como una película filmada en la época en que la historia se desarrolla (finales del siglo XIX). Por eso usó lentes de aquellos años y uso una relación de aspecto de 1.19.1, que además le da el toque tan claustrofóbico. También se inspiró en directores como Murnau, Stiller, Fritz Lang y en general del cine fantástico mudo y algo del expresionismo alemán. También le dio un diseño sonoro tan inquietante e incómodo, que jamás te deja en paz.

Los arquetipos de los personajes son notablemente folclóricos en la mitología, como Thomas, un viejo marino desdichado e irritable que ya no puede navegar y que ahora solo sirve como un farero, que guía a los barcos que surcan su tan venerado mar. Podría decirse que es una mirada de Proteo, un dios del mar, mientras que Ephraim Wislow, un joven que es enviado para servir como su ayudante, es Prometeo.

Toda la película se desarrolla en una atmósfera claustrofóbica, oscura (en blanco y negro) y hostil para el joven recién llegado. Es tan incómodo para Ephraim como para nosotros, los espectadores, quienes sentimos la horrible atmósfera del lugar, como si la pantalla fuese una ventana de nuestra propia casa. Una ventana que vamos a querer tapiar, por la horrible tormenta que se avecina.

Desde el inicio, la película nos muestra mitos folclóricos, como cuando Winslow encuentra un pequeño tallado en marfil de una sirena, que guarda en su ropa.

Todo se complica cuando una noche, el mismo Ephraim, intenta subir hasta la cima del faro y ve a su anciano compañero desnudarse frente a la luz. Allí el joven comienza a alucinar con tentáculos sobre el faro, visiones que lo llevan a hundirse en el mar y con una sirena varada en la misma isla.

Sirena tallada en marfil

La cinta está llena de excesos, sobre todo de alcohol. Es en una borrachera donde Wislow reconoce su verdadera naturaleza. En su anterior trabajo de leñador, asesinó a un hombre y decidió tomar su identidad y arrancar. Su verdadero nombre es Thomas Howard.

Wave exige a Howard hacer las peores tareas y, aunque las hace, el viejo farero no las reconoce y lo obliga a repetirlas hasta que él quede satisfecho.

Para el final, todo se quiebra cuando Howard encuentra el cuaderno de anotaciones de Wave, que ha llenado con infracciones inventadas por él, y hasta recomienda despedirlo sin pagarle.

Una lucha entre los dos Thomas se desata, hasta que el Thomas joven le ruega que lo deje subir al faro (cosa a la que Wave, jamás accedió). Al negarse, el joven Thomas Howard mata al viejo y sube a la luz. Enloquece. Cae por las escaleras. Todo se va a negro. En la siguiente imagen, son las gaviotas comiéndose las entrañas del joven Thomas.

Las actuaciones de Williem Dafoe y Robert Pattinson son desquiciadas, grotescas, pero, sobre todo, descomunales. Son la encarnación de lo que la misma película transmite en su entorno.

The Lighthouse no es una película sencilla ni cómoda de ver. No está hecha con la fórmula de El Conjuro y sus derivados, o de SAW, ni las Brujas de Blair (la primera, un peliculón) ni nada por el estilo.

Es parte de un viejo/nuevo estilo (ya mencionado) que le está dando un nuevo aire a un género, que en un momento estuvo a punto de irse por la fórmula fácil y los “screaming”.

A esperar los nuevos proyectos de directores como el mismo Eggers, Aster, entre otros, para que nos lleven a lugares a los que no queremos ir. Estando allí no podemos escapar, pero que tampoco nos queremos (ni podemos) perder.