Reseña: El Recuerdo de Marnie

Omoide No Mani o “When Marnie Whas There” es una película adaptada del libro con el mismo nombre escrito por el Inglés Joan G. Robinson en 1967.

Escrito por FanoPetrikov

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Existe un estigma en las películas animadas que se ha ido derribando con el tiempo respecto a las capacidades que estas tienen de entregarnos un mensaje profundo y que nos remueva emociones internas, lo suficientemente fuertes como para poder reflexionar. El legado que Ghibli nos ha entregado ha permitido que este estigma desaparezca y hoy nos hace entrega de esta hermosa historia para iniciar su pausa indefinida.

Después de que Studios Ghibli anunciara su retiro indefinido de las producciones de largometrajes, situaron a “El Recuerdo de Marnie” como su última producción.

Paisajes preciosos, excelentes ilustraciones, una temática genial, filosofía y un soundtrack exquisito, estos componentes hacen del largometraje la original ganadora del Óscar perdido frente a “Inside Out” (Intensamente) en el 2014.

Omoide No Mani o “When Marnie Whas There”, es una película adaptada del libro con el mismo nombre, escrito por el inglés Joan G. Robinson en 1967. La ambientación donde se produce la historia del libro se desarrolla en el pueblo de Burham Overy, ubicado en las costas del Reino Unido, mientras que en el largometraje la historia transcurre en las costas de Japón.

Sinopsis

Anna, nuestra protagonista, es una niña citadina que no tiene relaciones con amigos ni personas de su edad. Lleva una vida calmada hasta que la contaminación de la ciudad y su asma la obliga a mudarse donde sus tíos, en el campo de Japón. Anna es una persona que siente un gran odio por ser como es, huérfana y criada por una tía, además, tiene una constante frustración interna por tratar de calzar en la sociedad y por relacionarse con alguien más. En el fondo, Anna guarda el rencor adolescente que todos hemos sentido alguna vez, sin motivos, sin compresión, contra las personas que más queremos, sintiéndonos estorbos y una carga que nadie merece llevar.

La joven tiene una pasión que no le ha mostrado a nadie, le fascina dibujar. Es por eso que apenas llega al pueblo lo recorre en busca de paisajes para retratarlos. Cuando llega a la costa ve al otro lado de la orilla una casona abandonada que la flechó a primera vista, obsesionándose con ella.

Al llegar y recorrerla en su estado de abandono, Anna se retrasa y sube la marea quedando atrapada. Un marinero del sector le ayuda a escapar mientras se queda fascinada mirando la casa a medida que se aleja, cuando de pronto se fija que la casa tiene luz a su interior, comenzando así el misterio.

Anna, en su segunda visita, se encuentra Marnie, una niña rubia de ojos azules que la mira con seguridad, como si la conociera de toda una vida. Es el inicio de una linda amistad. Un día, Anna va en busca de Marnie, pero nota que hubo una mudanza, hay más gente en la casa, y una niña recién llegada que dice haber encontrado un diario de vida escrito hace más de 50 años. El Diario de Marnie.

Análisis

Aristóteles denominó al ser humano como “un ser social por naturaleza”, y esta regla ha tenido pocas excepciones a lo largo de la historia. Frente a este crecimiento cultural, todos buscan relacionarse constantemente, pero Anna es la excepción a la regla. ¿Por qué?

Anna es la excepción porque ha crecido desapegada del entendimiento emocional, ha sido castigada por mandato divino de una enfermedad “de nuestros tiempos”, pues la contaminación a nivel mundial ha crecido obligando a muchos a la migración. Se siente un estorbo, cree que sus capacidades artísticas y su modo de pensar no sirven para nada. Es lo que todos hemos sentido en algún momento de nuestras vidas.

Su amistad con Marnie tiene un carácter posesivo, convirtiéndose en personas que se desean mutuamente. Marnie es su primer contacto con el sentimiento de la amistad y, por ende, es la luz en la caverna para un universo de emociones a las que no sabe cómo reaccionar. Se ven a escondidas, como amantes que están haciendo algo mal mirado o prohibido.

Es la parte de la película que nos muestra que como seres humanos necesitamos ser amados, necesitamos sentir algo en nuestras vidas que nos llene. No nos merecemos ser condenados por nuestras habilidades y/o defectos, no merecemos ser aislados, merecemos ser entendidos y queridos, aunque sea por nosotros mismos.

Pero no solo eso nos muestra la película, también nos muestra una filosofía platónica trascendental del amor.

El mundo inteligible del filósofo nos explica que las almas, el amor y lo realmente importante se mueve en lo imperceptible al ojo humano y solo se siente después de un largo entrenamiento de vivencias. Es aquí cuando el amor juega el rol importante, pues Marnie es nuestro personaje trascendental y el director Hiromasa Yonebayashi lo ha resalta de sobre manera. Ha conseguido darle los giros necesarios a la película como para sentir que nos están apretando el corazón con la palma de una mano constantemente. Ha inculcado detalles, tanto visuales como auditivos, que han conseguido que entendamos las sensaciones de los personajes.

Debe ser la película animada más linda que he visto, donde el estímulo audiovisual se combina perfectamente con el hilo de la trama. El drama adolescente que esta representa, entre la claridad del día y el terror de la noche, nos genera la empatía necesaria para querer verla una y otra vez. Quizá por eso las lágrimas fluyen, porque recordamos y entendemos emociones que hace tiempo que nuestro cuerpo no ha sentido.

¿Hasta qué punto nos permitimos odiarnos a nosotros mismos? ¿Estamos realmente dispuestos a sufrir el vacío interno? El ser humano busca en el mundo sentido para poder vivir. Viajamos y nos movemos todos los días en búsqueda de poder sentir aunque sea un poco de emociones en nuestro día a día. Hoy, más que nunca, tenemos que volver a nosotros y comprender que las personas que nos aman y lo que nosotros mismos amamos tienen un valor trascendental frente a los límites materiales y físicos que nos otorga el alma.

Todo vibra y de alguna u otra manera, el destino, la vida y el amor se abre camino para reencontrarse con nosotros mismos, para poder abofetear nuestra realidad y abrazarnos, remover el invierno que venimos sintiendo hace años y al fin darnos cuenta que la vida tiene un sentido: Vivirla.

Donde yo me encuentre, no te olvidaré, y donde tú te encuentres, por favor, nunca me olvides.