Reseña «El cuento de la princesa Kaguya»: La propuesta existencialista de Isao Takahata

Isao Takahata supo trabajar con una historia atemporal para dar luz a una de las mejores películas animadas: El cuento de la princesa Kaguya.

Escrito por Felinesio

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Studio Ghibli es una de las casas de animación más reconocidas, principalmente gracias al talento de Hayao Miyazaki. Conocemos de sobra muchas obras que han salido de la mano de este señor: Mi vecino Totoro, Porco Rosso, Kiki: entregas a domicilio, etc.

Sin embargo, se suele infravalorar o incluso olvidar a otro de los grandes escritores que tuvo Ghibli: Isao Takahata. Él junto a Miyazaki fueron los que nos han dado algunas de las mejores películas animadas de los últimos tiempos. Lamentablemente Takahata falleció el 2018, pero no sin antes dejarnos un último legado 5 años antes: El cuento de la princesa Kaguya.

Su última historia es probablemente una de las mejores de la casa de animación, a pesar de no figurar entre las más conocidas de la misma. ¿Qué hace especial a la historia de esta princesa?

El destino contra Kaguya

La historia en sí es bastante sencilla, nos muestra cómo un recolector de bambú con su mujer encuentran a un bebé «brotando» de un bambú. Así, y con diferentes regalos que comienzan a aparecer en los bosques, ambos asumen que su destino es convertirse en una princesa. Con ello, será llevada a vivir a la capital para aprender a vivir una nueva vida.

El conflicto surge cuando ella es llevada a la gran ciudad y es apartada de todos los amigos que conoce durante su corta infancia. Esto último es clave, pues al igual que un bambú, la chica crece muy rápido. Esto marca, de alguna forma, el cómo se le arrebata la infancia, y de paso se hace una crítica a estas costumbres en el no tan antiguo Japón. De hecho, esta crítica se sostiene por gran parte del largometraje, pues se deja en ridículo, en diversas ocasiones, a las tradiciones de princesas y el cómo las obligan a casarse con alguien que no conocen.

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Con ello planteado, la niña debe vivir con todas estas tradiciones que le fueron impuestas. Así, por una parte, está el padre adoptivo de Kaguya, que cree firmemente que debe ser una princesa y casarse con alguien importante. Pero más tarde nos daremos cuenta de que este hombre se obsesiona con la idea del poder y las riquezas que pueda traer su hija adoptiva. En el otro lado de la moneda está la madre, la cuál los acompaña a la capital, pero realmente lo único que quiere es ver a su hija feliz haciendo lo que ella desee.

Sin entrar en spoilers mayores, la trama se comienza a resolver de una manera desgarradora hasta el final. Ves como la protagonista sufre por diversas cosas, pero a la vez, la película no deja de ser una hermosa experiencia cinematográfica. Esto es gracias al cuidado con que se trata la historia, pero también por su particular animación.

Este film dista un poco de la animación típica de Estudio Ghibli. La película trabaja con el dibujo a mano, con un estilo que hace que toda la película parezca un extenso pergamino japonés. Esto es simplemente sensacional y sabe ser mucho más expresivo que la animación digital. En síntesis, este tipo de dibujo transmite muchos más sentimientos que varias técnicas de animación.

Con estos dibujos sensacionales, se le suma una banda sonora muy buena. Logra que toda la película se sienta como un relato atemporal, pero con ideas que se pueden llevar al presente.

Aún con sus grandes detalles técnicos, todo se vuelca siempre en su historia. Kaguya prefiere ponerse a ella por delante de los deseos de su padre, una manera muy interesante de tratar el existencialismo por parte de Isao Takahata.

Poco más puedo decir sobre este film sin entrar en spoilers mayores. El cuento de la princesa Kaguya es una película hermosa y fabulosa, que lamentablemente ha sido infravalorada. Jamás la veremos con la fama que tiene, por ejemplo, Totoro. Al igual que el director de la película, pasa un poco desapercibida al lado del abrumador nombre de Hayao Miyazaki. Sin embargo, esto no quita que la historia de Kaguya sea un film imprescindible para cualquier amante del cine.