Raya y El Último Dragón: La unión hace la fuerza

La nueva película de Disney, Raya y el último dragón, nos recuerda la importancia de permanecer unidos ante la adversidad.

Escrito por Zahorí Balmaceda

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Raya y El Último Dragón es la apuesta más reciente de Disney y, a diferencia de las últimas películas de la misma empresa, esta apunta a reunir cierto público en los cines de manera presencial, aunque hasta el momento gran parte de sus ingresos han sido gracias a la recaudación en su plataforma digital, Disney+.

Esta historia lleva a los espectadores a un mundo ficticio que se rige por sus propias reglas —algo que Disney sabe hacer muy bien—, pero que es notoriamente influenciada por algunas de las culturas que han marcado la existencia de la humanidad, aunque resaltando un poderoso mensaje que la raza humana aún no termina de aprender

Imagen promocional de Raya y El Último Dragón.

Sinopsis

Kumadra es un mundo donde las naciones conviven en paz y mantienen una cercana relación con ancestrales dragones.

Cuando los druun —criaturas que roban almas y convierten a los seres vivos en piedra— son liberados y los dragones se sacrifican para salvar a la humanidad, los pueblos se vuelcan en una guerra por obtener la gema de Sisu, nombre de la última dragona que se sacrificó para crearla.

Cola, Garra, Columna, Colmillo y Corazón rompieron toda paz, siendo Corazón la tierra poseedora de la gema que “actualmente” debía ser protegida por Raya, hija del líder de Corazón, quien en un descuido desencadena que la gema se rompa y los druun sean liberados de su cautiverio.

Seis años después, Raya busca al último dragón para que este vuelva a salvar a la humanidad, pero en lugar de una valiente criatura encuentra a Sisu, una insegura pero noble dragona que acompaña a Raya en la travesía por encontrar los fragmentos de la gema en las naciones enemigas, haciendo amigos y siendo constantemente perseguidos por Namaari, heredera al trono de Colmillo que buscará detener a Raya a toda costa.

Raya encuentra a Sisu.

Un mensaje diferente

Disney es una empresa acostumbrada a vender sus historias con una premisa fundamentada en el amor en cualquiera de sus interpretaciones y, aunque Raya y El Último Dragón no se queda atrás, sí tiene un mensaje más enfocado en permanecer en comunidad.

Aquí no hay un “príncipe azul” ni una “princesa en apuros”; de hecho, el grupo de personajes que guían la historia es muy variado, desde una bebé, criaturas adorables, un hombre adulto que perdió algo más que su familia e incluso cierto personaje antagonista.

La travesía de Raya, pese a que comienza con un único objetivo, muta para conseguir un bien mayor que beneficie a todos y no solo al “egoísmo” de la protagonista —totalmente fundamentado por la naturaleza humana que la película refleja bastante bien—.

Raya y Namaari se enfrentan en Columna.

Todo por Namaari

No es novedad que los villanos “se roben la película”, pero dentro del universo de Disney el hecho de que algunos personajes secundarios tengan una mejor configuración resalta descaradamente, en especial cuando de animación se trata.

En Raya y El Último Dragón, es Namaari quien demuestra tener más desarrollo dentro de la misma historia. Su viaje es una curva que serpentea, mientras que la de Raya es una línea directa que sólo se desvía al final de la película.

Namaari aparenta tener una forma de pensar que poco a poco se desprende de su verdadero razonamiento y su valor también muta, incluso cuando se le presenta como un personaje fuerte que no puede llegar más lejos. Tal vez sus últimas acciones en pantalla son las más inesperadas en toda la cinta.

Namaari muestra respeto por los dragones caídos.

Más preguntas que respuestas

Un serio problema en Raya y El Último Dragón son los agujeros de trama que, si ves la película con ojos de adulto, entorpecerán la forma en que comprendes la historia, en especial si esperas una explicación que —probablemente— jamás llegue.

El público infantil no tendrá problemas con esto, incluso cuando las interrogantes de la película llegan al punto de abusar del límite de la lógica, adulta o infantil.

Tal vez la mejor recomendación en este sentido sea disfrutar de las “sorpresas”, incluso cuando sean predecibles y no tengan sentido.

Raya le pide a Sisu que no la acompañe en Garra.

Recomendación particular

Las películas con altos presupuestos tienen, por obvias razones, buenos doblajes. Raya y El Último Dragón es una de las pocas excepciones a la regla. Hay una buena sincronización, pero hay un molesto tono de normalidad que no logra mezclarse con el sentido universal del idioma. A veces escuchas con tranquilidad la voz del personaje y en otros momentos resalta demasiado —algo que no está permitido en ningún doblaje—. Mientras más sorpresa cause, menos preparado estará.

La mejor recomendación es ver la película en su idioma original, donde es posible que incluso algunas cosas tengan más sentido que en cualquiera de sus traducciones —por juegos de palabras, expresiones más exactas, etc.—.

Danna Paola interpretando la voz de Raya en español latino.

Apreciación personal

De las últimas películas de Disney, debo admitir que esta ha sido una de las peores decepciones, principalmente porque esperaba más de ella y es costumbre en el mundo de la animación crear películas animadas que sean capaces de entretener tanto a adultos como a niños y, como ya mencioné, no es algo que ocurra en Raya y El Último Dragón.

Namaari le cuenta a Raya la leyenda del final de Sisu.

Tiene una lógica que a veces se contradice a sí misma y el universo es demasiado amplio, lo cual no estaría mal en una serie, pero aquí obliga a los personajes a tener que explicar muchas cosas, incluso las que no son necesarias.

Namaari, uno de los pocos puntos en la trama que puede salvar la película y otros detalles menores siguen sin ser suficientes para salvar la historia y es lamentable tomando en cuenta el tiempo de producción que se le dio incluso en tiempos de pandemia.

Tráiler de Raya y El Último Dragón.

Lo positivo es que las malas historias hacen ruido en los números de Disney y tarde o temprano las cosas deben mejorar por el bien de las próximas generaciones fílmicas.