Pacífica, repensar la Guerra del Pacífico

Sietch Ediciones presenta Pacífica, crónicas atemporales de la guerra, una antología binacional sobre la Guerra del Pacífico.

Escrito por Ktlean

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Con el ánimo de siempre aportar al género de la ciencia ficción no solo chilena, sino también latinoamericana, Sietch Ediciones (que tiene cuatro antologías en su haber, una de ellas en asociación con la ALCiFF), va en esta oportunidad un paso más allá, con una antología binacional y que gira en torno a uno de los hechos de nuestra historia bélica más recordados, manoseados y repasados en el colegio: la Guerra del Pacífico.

Es así que Pacífica, crónicas atemporales de la guerra, editada junto a Pandemonium Editorial por el lado peruano, nos invita a repensar la guerra desde la ciencia ficción y, más específicamente, la ucronía. Los dieciséis relatos que componen la antología (ocho peruanos y ocho chilenos) nos llevan a cuestionarnos qué hubiera pasado si, por ejemplo, Miguel Grau hubiera tenido contacto con un ser venido del espacio, o si Chile hubiera tenido mutantes poderosos en su ejército, o si los tres países involucrados en el conflicto hubieran sido separados del continente.

Dieciséis historias en torno a una guerra que, por mucho que pase el tiempo, sigue levantando espinas. Porque no todo está dicho sobre lo que ocurrió y ya es tiempo de hacer ficción con ello.

El contexto

A pesar de la importancia que se le da a la tradición castrense en Chile, lo cierto es que nuestra historia militar puede resumirse en unos pocos procesos, la mayoría de los cuales no implican enfrentamientos con otro país, sino a conflictos internos. Fuera del proceso de independencia y la guerra que compete a esta nota, el ejército chileno se ha hecho su fama (positiva o negativa, depende de la mirada política) manejando situaciones violentas contra el propio pueblo que ha jurado defender.

Quizás por eso mismo, para no enseñarles a los niños una cara tan negativa de las Fuerzas Armadas, es que se le da tanta importancia a la Guerra del Pacífico en la malla curricular. Basta pasear por las calles de cualquier población, villa o barrio de Chile para que se repitan ciertos nombres ligados al conflicto: Arturo Prat, Carlos Condell, Manuel Baquedano (muy famoso últimamente gracias a su malograda y también sobreprotegida estatua en el centro de Santiago), Aníbal Pinto, Ignacio Carrera Pinto y un largo etcétera. Si no bastan con los nombres de las personas, se pueden usar también los de los barcos (Esmeralda, Covadonga, Huáscar) o las fechas (21 de Mayo) y los lugares.

De esa guerra sacó Chile a algunos de sus más importantes próceres, sus gestas heroicas más épicas y la base para decir fuerte y claro «ganamos una guerra». Pero como ocurre en la historia (aunque muchos crean que no) hay cosas que cambian dependiendo de la perspectiva con que se le mire o desde qué lado de la frontera se analice. El conflicto que muchos enarbolan para hablar del arrojo, la valentía y el patriotismo del ejército chileno, comenzó (cayendo, claro, en un resumen simplificado de lo que ocurrió) por motivos económicos. Y tuvo muy poco de valiente y honorable. Fue una guerra y en las guerras lo que más hay es barro, sangre y dolor, pero muy poca, por no decir, nula belleza.

Habitualmente se echa tierra sobre el lado más negativo del conflicto para que Chile no quede como lo que de muchas formas fue: un ejército invasor movido por la codicia, con la mira puesta en los recursos naturales y respaldado por el gigantesco Imperio Británico.

Mucho se habla del Combate Naval de Iquique y de la valentía de Arturo Prat o de la masacre de los 77 soldados en el Combate de la Concepción, pero se habla muy poco de la invasión a Lima y de cómo los chilenos masacraron, violaron y destruyeron todo a su paso al llegar a territorio peruano. Y si bien se respeta el recuerdo de Miguel Grau, casi no conocemos otros nombres de soldados o héroes peruanos y bolivianos.

Por todo esto es que se vuelve tan importante la publicación como la de Pacífica, ya que no solo revisita el hecho histórico para retorcerlo y reescribirlo, sino que lo hace desde la vereda chilena y también la peruana, permitiendo conocer, por ejemplo, la historia de Alfonso Ugarte, héroe peruano que según la historia se lanzó desde el morro de Arica con la bandera de su país para que esta no fuera robada y mancillada por los chilenos.

Los cuentos

En las páginas de Pacífica hay cuentos para todos los gustos. Los hay totalmente ucrónicos, al reescribir gran parte del conflicto o el final de este. Así, vemos a un Chile que ya no se llama Chile y que es una república federal que avanza en su dominio del continente de la mano de seres poderosos en el cuento Los mutantes de Lynch, de J. P. Cifuentes Palma; o la separación de Chile, Perú y Bolivia de la geografía de América por obra de una raza superior escondida, hasta ese momento, bajo la tierra, en el cuento La otra tierra, de Jean Véliz D´Angelo; o cómo cambia el destino de la Tierra al ser esta la que, cansada de la maldad humana, se venga de los que solo saben inventar conflictos para matarse los unos a los otros, como ocurre en el relato Así comenzó, de Carlos Enrique Saldívar.

Los hay otros que se concentran en un hecho aparentemente pequeño de la guerra y lo amplían para el lector. Es lo que hace en su cuento, La batalla de…, Roberto Sanhueza. O se le dan otras explicaciones, en este caso fantásticas, a hitos históricos, como sucede en Arica, la Dama de Blanco y el Jinete Azul, de Rocío Qespi . O se pone en manos de los países enfrentados tecnología de avanzada, como en Sujeto de prueba, de Carlos de la Torre o en Torpedo Man, de Carlos Basso.

También se habla del dolor de la guerra (en todos, de forma directa o indirecta), mezclando realidad con ficción, como en el cuento Arco del Triunfo, de M. M Lou, y en Unas bridas para la muerte, de Raúl Quiroz.

En este libro suceden, en definitiva, cosas extrañas, ya que todo es una ucronía. Por eso Miguel Grau conoce a un extraterrestre en El regalo, de Alfredo Dammert, y hasta Lovecraft y sus Primigenios tienen algo que decir en el cuento Tarica, de Tanya Tynjälä.

Últimas palabras

Independiente o no de si hay un interés previo del lector en la Guerra del Pacífico, o si, por el contrario, es amante de la historia pero no un asiduo consumidor de ciencia ficción… Para ambos casos, la lectura de Pacífica, crónicas atemporales de la guerra puede suponer varias horas de entretención, aprendizaje y disfrute. Los cuentos son distintos entre sí, tanto en temática, en la forma en que abordan el género y en la mirada que se tiene del contexto. Es, además, una buena manera de conocer autores peruanos si (como es el caso de quien escribe esta nota) no se está muy familiarizado con la producción literaria de género en dicho país.

Antologado por Leonardo Espinoza Benavides, Hugo Luque Zavala y Tania Huerta, Pacífica cuenta con la participación de los autores peruanos Rocío Quespi, Carlos Saldívar, César Santivañez, Alfredo Dammert, José Güich, Carlos de la Torre, Tanya Tinjälä y Raúl Quiróz; y los autores chilenos Jean Véliz D´Angelo, Andrea Amosson, M. M. Lou, Alberto Rojas M., Roberto Sanhueza, Carlos Basso, J. P. Cifuentes Palma y Rodrigo Lara Serrano.

Una antología que bien merece una lectura.