Lo que Doomsday Clock hizo bien y mal

Doomsday Clock, la esperada secuela de Watchmen, es una excelente historia sobre el Universo DC... ¿Pero respeta los temas de la obra de 1986?

Escrito por Claudio Cubillos

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La influencia de Watchmen en el noveno arte es algo que ya ha sido explorado en muchas ocasiones, al punto que la obra de Alan Moore, John Higgins y Dave Gibbons ya es esencialmente considerada como el mejor cómic de la historia. Debido a lo anterior, que tuviese una secuela es algo que se veía poco probable, tanto por si algo así sería posible, como por si la eventual secuela estaría a la altura de uno de los pocos cómics que es usualmente incluido entre las mejores novelas de la literatura en general. Y, claro, sin olvidar el detalle no menor de que Moore dejó DC en malos términos en 1988, siendo justamente Watchmen uno de los motivos de su salida.

Pero, a pesar de todo lo anterior, DC decidió empezar a publicar en 2017 Doomsday Clock, una historia que no sólo continua los eventos después del capítulo 12 de Watchmen, sino que cruza a sus personajes con los del universo regular de la compañía. Algo que se veía venir desde hace tiempo y que pese a que hay una gran parte de la fanaticada que era (y es) extremadamente reacia a la idea, tuvo su semilla en el one-shot Rebirth, donde Dr. Manhattan era revelado como uno de los responsables de los acontecimientos de Nuevos 52, la versión actualizada del universo principal de Batman, Superman, Wonder Woman y tantos otros.

Los encargados de la titánica tarea fueron Geoff Johns, considerado como el arquitecto del universo DC post-2000, quien ha escrito tales historias de superhéroes como Infinite Crisis, Blackest Night, Flashpoint y aclamadas etapas en Green Lantern y Superman, además de Batman Earth One, con Gary Frank, quien también se hace cargo de los lápices en esta serie.

Y a través de 12 números, publicados entre noviembre del 2017 a diciembre del 2019 (esto fue debido a múltiples retrasos, con algunos capítulos tardando hasta tres meses en salir), tuvimos un cómic que, si bien recibió buenas criticas, no es visto al mismo nivel que su predecesora de hace 3 décadas. ¿Qué es lo que hace que Doomsday Clock se quede corto pese a ser fundamentalmente una excelente historia?

Empezando con lo bueno

El arte de Gary Frank es definitivamente uno de los puntos altos de la maxiserie

No hay manera de negarlo, Doomsday Clock es una carta de amor a la continuidad del universo DC, desde su incepción hasta la era moderna. Debido a que los Nuevos 52 habían alterado drásticamente la historia de la mitología de DC, varios personajes fueron modificados o derechamente olvidados. Dos grupos que en particular se vieron perjudicados fueron la Justice Society of America y Legion of Superheroes. Doomsday Clock los trae de vuelta y, de hecho, tanto Saturn Girl (de los legionarios) como Johnny Thunder (del primer equipo de superhéroes) cumplen roles bastantes importantes.

Siguiendo con lo positivo, Johns fue lo suficientemente listo como para saber que haber traído de vuelta a Walter Kovacs, también conocido como el divisivo-pero-popular Rorschach, hubiese sido una pésima idea. Independientemente de todas las interpretaciones que uno pueda tener del vigilante-vagabundo-lunático-derechista, su sacrificio es uno de los acontecimientos más memorables y esenciales de Watchmen, especialmente a lo que concierne su desenlace. En esta ocasión, el que se encuentra bajo la máscara es Reggie Long, hijo de uno de los personajes secundarios de la novela original.

De manera acertada, esta nueva versión de Rorschach es alguien que se guió solo por los pocos fragmentos que leyó del diario de Kovacs, lo cual parece ser casi un meta comentario respecto a la admiración mal guiada que algunos fans desarrollaron por Rorschach, algo que ha sido aludido por Alan Moore en varias ocasiones. El que este enmascarado sea una persona de color, también parece ser parte de esa crítica que se ha vuelto aun más relevante luego de la serie homónima de HBO.

Rorschach en Gotham es un sueño hecho realidad o una pesadilla, dependiendo de a quien le preguntes.

Otra cosa que Doomsday Clock hace muy bien, es tratar de atar las varias continuidades y multiversos que han plagado la existencia de la compañía desde ya varios años. Con Dr. Manhattan como narrador en el número 10 (en un capítulo que es casi como un eco del número 4 de la serie original), tenemos un viaje por distintas versiones del mismo hecho: la aparición de Superman y, subsecuentemente, de los demás personajes en trajes coloridos y nombres peculiares. Expandiendo en ideas previamente exploradas por autores como Grant Morrison, Mark Waid y el propio Johns, acá se nos presenta el metaverso como una explicación para los constantes cambios en la mitología de DC.

Y no se equivoquen, la historia en sí de Doomsday Clock es bastante buena, en particular lo relacionado a la subtrama de un mundo que se ha vuelto más paranoico con los superhéroes debido a la Teoría del Superhombre, que sugiere que la mayoría de los metahumanos fueron creados deliberadamente por grupos militares y que todos los orígenes de gente como Captain Atom o Firestrom fueron enmascarados como accidentes cuando siempre estuvo el propósito de crear armas vivientes.

Tratando de desarmar el reloj sin saber rearmarlo…

Pero donde se empiezan a notar las grietas en Doomsday Clock, es en lo que implica a los personajes originales de Watchmen. Si bien la serie de Moore y Gibbons es acreditada por haber sido uno de los cómics que ayudaron a que fueran percibidos como una forma legítima de literatura, también es, desafortunadamente, acreditada como una gran influencia, junto a The Dark Knight Returns, para los cómics noventeros que tomaron mal el mensaje de estas dos obras y decidieron hacer su propia versión de historias, que si bien se jactaban de ser oscuras y complejas, eran más bien juveniles y simplonas.

Esta tergiversación de Watchmen se vio aún más incrustada en la percepción general con la adaptación de Zack Snyder que llegó a las pantallas en el 2009. Los aspectos sutilmente satíricos del cómic fueron reemplazados por un énfasis en el sexo y la violencia, que parecen glorificar las mismas cosas que Moore estaba deconstruyendo en primer lugar. Y es ahí donde Doomsday Clock falla. Cae exactamente en lo mismo que cayó Hollywood: ver a Watchmen solo como una historia oscura sobre superhéroes decadentes.

Watchmen no es considerada una obra adulta y revolucionaria por tener violencia (el cómic nunca es más violento que Judge Dredd o la historias de Batman de aquellos años, y para que hablar siquiera de cosas como Heavy Metal o 2000 AD, que eran mucho más explícitas en esos aspectos) ni sexo (los cómics eróticos son tan antiguos como los de superhéroes).

Lo que hizo tan innovador a Watchmen fue tomar arquetipos ficticios y trasladarlos a un contexto real, y explorar que sería de un mundo donde los superhéroes fueran reales. El nivel de worldbuilding que Moore y Gibbons lograron en tan solo 12 números era la envidia de cualquier escritor del género que llevase años escribiendo sobre los mundos de DC o Marvel. La manera en que aprovecharon los recursos visuales únicos a los tebeos fue deslumbrante, y esa fue en gran parte la razón por la que Watchmen fue considerada “infilmable” como película por tanto tiempo. El nivel de detalle era algo que no se veía en el cómic promedio norteamericano, con la bien sabida anécdota de que los guiones de Moore superaban las 100 páginas… para cada capítulo. 

En resumen, Watchmen es una obra innovadora por miles de motivos. El ser una historia cínica y violenta, no es uno de ellos.

Johns, en cambio, decidió mirar por encima de todo eso e irse meramente por la lógica de que, como los personajes de Watchmen son moralmente ambiguos, eso significa que son una amenaza para el Universo DC, sin importarle mucho todo el desarrollo de personaje que Moore les dio en 1986.

¿Manhattan venció su indiferencia hacia la vida? Ahora de nuevo es apático hacia la existencia porque la historia necesita un antagonista. ¿La muerte de The Comedian es el catalizador de la historia original? Traigámoslo de vuelta para que tenga un momento con el Joker y para reforzar el punto de que todo los personajes de Watchmen son nihilistas desagradables, incluso si eso significa simplificar enormemente el punto que Moore estaba tratando de plantear realmente.

Llega un momento en que se siente casi como si el mensaje fuese «tener personajes con matices es algo malo», y que los superhéroes siempre tienen que ser como las dos grandes compañías los han presentado por ya casi 100 años.

Y el final se siente casi como una antítesis del desenlace de Watchmen. Mientras Moore nos dio un epílogo donde, si bien se había evitado la tercera guerra mundial, el precio a pagar fue la muerte de millones de personas en New York, algo que pone en jaque moral a todos los protagonistas, con un nivel de sofisticación y complejidad que provoca que aún se genere debate sobre las acciones de Ozymandias. Doomsday Clock, en cambio, termina de manera sumamente predecible, rayando con un “final feliz” cliché, que es casi como si nos trataran de decir: “los cómics de superhéroes siempre van a terminar igual: con algo que cambia las cosas drásticamente, pero tampoco tanto, de manera que ese status quo mensual se mantiene eternamente”.

Además, se siente como una oportunidad desaprovechada el no haber permitido a los héroes de Charlton interactuar con sus contrapartes de Watchmen.

Aterradora simetría

Y claro, puede que Johns y Frank hayan recurrido a los mismos recursos que Moore y Gibbons usaban, como los 9 paneles por página, las analogías visuales, la narrativa-dentro-de-otra-narrativa, y varios trucos más. Pero al final del día, Geoff Johns, si bien es un excelso escritor de cómics de superhéroes, no es el siguiente Alan Moore. El británico es alguien que cuenta con múltiples influencias, desde William Blake a Gabriel García Márquez, y que suele utilizar elementos de otros saberes, como el ocultismo, la política anarquista, el gnosticismo y similares. Para él, los cómics son un medio para explorar y desarrollar ideas más importantes que meramente “héroe vs villano de la semana”.

Al mismo tiempo que Doomsday Clock era publicada, Moore nos dio esto en un número de LOEG

Quizás, la mejor manera de resumir Doomsday Clock es: un excelente cómic sobre el universo DC y, como secuela de Watchmen, es solo “buena” cuando debió ser excelsa.