Literatura en el mando: The Last Door, Lovecraft y Poe

Dicen que The Last Door es una carta de amor a Lovecraft y a Edgar Allan Poe, ¿realmente los ha comprendido bien o solo imita la superficie? Averigüémoslo.

Escrito por Pía Marian

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En la historia del terror, podemos señalar una gran cantidad de autores que marcaron un “antes y después” en el género. Hoy, nos centraremos en dos de ellos: Edgar Allan Poe y Howard Phillips Lovecraft.

El primero, porque agarró todo aquello que se venía haciendo respecto a la novela gótica y lo deconstruyó, manteniendo buena parte de sus elementos, pero dándoles un aire nuevo. Cambió cosas como las emociones desbocadas de los personajes por una obsesión más íntima y sin el patetismo habitual del género. 

Por su parte, Lovecraft, una vez pasada su primera etapa como fan de Poe, dominó un terror más nihilista, basado en los límites de la comprensión humana y en los peligros de jugar con cosas que no podemos entender (algo similar a lo que hace Mary Shelley en Frankenstein).

Ahora, debemos tomar en cuenta que, más allá de su estética, ambos autores tienen diferencias notables. Sus temas suelen ser bastante distintos, yendo uno más al lado de las emociones humanas y el otro a los límites de lo conocido. Además, las obsesiones de los personajes de Poe suelen ser mucho más cotidianas, mientras que los monstruos lovecraftianos son seres alienígenas en todo sentido. 

Y conjugando lo mejor de ambos, tenemos a The Last Door

Esta aventura gráfica fue hecha en 2013 por The Game Kitchen para varias plataformas. En su primera y segunda parte tendremos que desenmarañar los misterios detrás de una criatura llamada El Pájaro. 

Nuestros personajes

En las dos entregas tendremos dos protagonistas diferentes: Jeremiah Devitt y el Dr. Wakefield.

Ambos tienen una característica muy común en la obra de Poe: el desencadenante de su desgracia es algo cotidiano. En caso del primero, la muerte de un amigo, y el segundo, la desaparición de un paciente; cosas que no tienen nada de sobrenatural en primera instancia, de manera similar a relatos como La caída de la casa Usher o El corazón delator.

Pero es aquí donde acaban las semejanzas.

Jeremiah Devitt parece sacado de un relato del maestro de Providence: un hombre inteligente, de una buena familia aunque esta se encuentre en decadencia, con una curiosidad insaciable y dispuesto a llegar al fondo del asunto a pesar de notar rápidamente que su propia integridad se verá comprometida. 

Llegado a un punto del juego, es difícil distinguir si continúa avanzando por estar demasiado metido para abandonar o porque su deseo de comprender la verdad supera al raciocinio. Ni siquiera en la secuela sabremos bien la respuesta.

Por su parte, el Dr. Wakefield nos recuerda mucho a Chevalier Auguste Dupin: un erudito de buena posición, con una inteligencia notable, que se guía por la evidencia y con motivos bastante difusos para realizar la investigación (algo que él mismo se cuestiona en la aventura que protagoniza).

En este sentido, la única diferencia entre los dos es que, mientras Dupin no se enfrenta a nada sobrenatural, el doctor si lo hace. Sin embargo, solo lo acepta cuando los hechos son algo incuestionable, decisión que probablemente el detective habría tomado si se encontrara frente a un caso similar.

Además, Wakefield no muere ni enloquece, como ocurre con los personajes lovecraftianos, sino que su destino es más parecido al protagonista de El gato negro, que mira sus actos con vergüenza, culpa y arrepentimiento. 

Una trama de Lovecraft con aderezo de Poe 

En primera instancia pareciera que toda la historia del juego y su forma de hacer terror están únicamente influenciadas por el maestro de Providence, con todos sus horrores inenarrables y que solo toma del autor gótico la figura del cuervo, en referencia a su poema más famoso. 

Sin embargo, la influencia de ambos es mucho más compleja de lo que parece.

El Pájaro tiene mucho de los profundos: sólo contemplar algo relacionado (como el símbolo del ojo que podemos ver en varios lugares del juego) puede causar inestabilidad en algunas personas, todos los que se relacionan con él acaban muertos o completamente locos, y solo se pueden encontrar alusiones a su existencia en determinados textos muy difíciles de encontrar.

Sin embargo, los misterios que no están relacionados directamente con Los Cuatro Testigos o El Dramaturgo son mucho más apegados a Poe.

Subtramas de fondo (como la historia del violinista obsesionado con la figura de su amada o el padre que explota a su hija para convertirla en una gran bailarina, haciéndola enloquecer hasta que termina matándolo) son completamente de este escritor: psicosis, fijación enfermiza y venganza. Tres temas que calzan completamente con su obra.

Sumado a todo esto, los ambientes que presenta también son una mezcla de los dos autores: las calles laberínticas y la isla de Éilís Mór tienen mucho del París descrito en La música de Erich Zann y la segunda de Innsmouth con sus nativos tan excéntricos como herméticos, mientras que las bibliotecas y mansiones nos traerán a la mente las descripciones de Berenice o La caída de la casa Usher. 

En conclusión

The Last Door podrá no ser la aventura gráfica más compleja, de hecho, sus puzzles son más bien sencillos, pero hay que darle crédito en algo que me parece muchísimo más valioso: pocas obras son capaces de comprender tan bien la estética de estos autores, mezclarlos a pesar de sus diferencias y entregar una carta de amor tan perfecta a los dos.

Si eres fan de ambos literatos, en estos momentos la primera y segunda parte de esta saga, en sus ediciones de coleccionista con todos los extras, se encuentran a 1.375 pesos chilenos en Steam (menos de 3 dólares), para que les eches un ojo.