Laura Dean termina conmigo: salir de una relación tóxica

Escrito por Mariko Tamaki y dibujado por Rosemary Valero-O´Connell, Laura Dean termina conmigo nos muestra las idas y venidas de una relación

Escrito por Ktlean

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Publicada a mediados del 2019, Laura Dean termina conmigo (Laura Dean Keeps Breaking Up with Me, en su título original) consiguió, entre otras cosas, unir a dos autoras que se cuentan entre los nombres más interesantes del cómic actual: Mariko Tamaki en el guion y Rosemary Valero O´Connell en el dibujo.

Con una historia sencilla que se ve reflejada de manera perfecta en el arte, Laura Dean termina conmigo nos cuenta la historia de Freddie, una chica lesbiana a quien su novia deja constantemente y por los motivos más nimios. Reflejo de lo que hoy no se dudaría en catalogar de «relación tóxica», el cómic muestra un drama adolescente cotidiano, pero profundo y real.

Editado en inglés por First Second Books y en español por Océano Travesía

Freddie y Laura Dean

Frederica (o Freddie, que es como la llaman sus cercanos) vive en Berkeley junto a su familia, compuesta por sus padres (que no están separados como la de la mayoría de sus compañeros) y su hermano menor. Va al colegio, tiene un grupo de amigos con los que disfruta de sus ratos libres, sobre todo con Doodle, su amiga amante de los juegos de rol. Pero si alguien le preguntara, al menos al principio del cómic, qué es lo más importante en su vida, seguramente la chica diría que Laura Dean.

¿Quién es Laura Dean? Pues tomen al típico personaje masculino popular y odiable de una película sobre amoríos adolescentes ambientada en una secundaria gringa, pero cámbienle el género y la tendencia sexual. Eso es Laura Dean, una «fuck girl», para usar un término wattpadiano. Guapa, atractiva, popular… y consciente, muy consciente de todo eso.

Al inicio del cómic, Freddie es su novia, pero pronto nos queda claro que eso no le impide a Laura Dean besar a otras chicas o dejarla plantada en todos los planes que hacen o, tal como dice el título, terminar con ella una y otra vez.

Así es la dinámica de la relación. Cuando Laura Dean quiere estar con Freddie, la llama o la busca. Disfrutan algunas horas, días o semanas juntas. Entonces todo es maravilloso y excitante, todo luce color de rosa. Sin embargo, la felicidad no dura demasiado. Pronto Laura Dean comienza a desaparecer de la vida de Freddie, a darle excusas, a mentirle y también a liarse con otra gente. Cuando la tensión se hace demasiado notoria, la joven «corta por lo sano» y termina la relación. Todo eso en un ciclo que no parece terminar.

Freddie, por mucho que su atracción por Laura Dean la enceguezca a veces, también se da cuenta que hay algo que no está funcionando. Por ese motivo, le escribe a Anna Vice, una consejera amorosa. Gracias a estos mails, podemos conocer los pensamientos de la protagonista e ir un poco más atrás en el tiempo para descubrir cómo fue que comenzó todo entre ella y Laura Dean.

La historia avanza, mostrándonos varias fases de este ciclo tóxico en el que Freddie se mueve como si orbitara a Laura Dean: casi sin capacidad de decisión, dejándose llevar, pero sufriendo cada vez más. Lectores y personajes secundarios cercanos a Freddie la seguimos, esperando el momento en que por fin diga basta. ¿Lo hará? Es la pregunta que viene a responder este cómic.

Guion y dibujo conjugados para mostrar

El arte está en los detalles, dicen por ahí, y en el cómic esa sentencia es muy cierta. A veces basta muy poco para que una obra que podría haber sido genérica y olvidable destaque entre las demás.

Es lo que sucede con Laura Dean termina conmigo. Porque, seamos sinceros, la historia no dista mucho de la clásica película para adolescentes: la relación amorosa con drama, los amigos, la familia, las fiestas, los cuestionamientos, etc. Quizás el rasgo que llama la atención en ese sentido es el hecho de que la relación en cuestión sea lésbica y no la típica chico-chica, pero en las características internas de la relación y de los personajes, esto es secundario.

Ambientada en Berkeley, en este cómic los personajes (la mayoría de ellos, al menos; distinto es el caso de Eric, por ejemplo, pero su historia es tratada de manera muy superficial) no sufren discriminación u oposición por su identidad de género y/o tendencia sexual. Los padres de Freddie saben que es lesbiana y que tiene novia, pero no tienen ningún problema con ello. Así sucede también en el colegio o donde sea que vayan.

La representación, aquí, ayudada por supuesto por el contexto social, viene a mostrarnos a personas del colectivo LGTBQ+ en un ambiente ideal para que puedan vivir sus vidas como les plazca. Se hacen alusiones a cómo eso ha cambiado con los años (la lesbiana que es mayor y que por ende tuvo muchas más dificultades para salir del clóset, por dar un ejemplo) y se valora el progreso, pero en el día a día, se respira la libertad y la tolerancia.

Esta historia nos muestra, en definitiva, que hay cosas que suceden en las relaciones, da lo igual cuándo, dónde o quiénes estén implicadas en ellas. Y eso se agradece, por el foco es otro. El foco es cómo afecta la vida y se sale de una relación de pareja que nos hace daño aunque no haya abuso ni violencia explícita.

Con Freddie como foco de la narración, nosotros también nos vemos inmersos en el drama de ella y Laura Dean. Queremos saber qué va a pasar, cuándo Freddie tomará una decisión definitiva, cuándo Laura Dean recibirá su merecido… Los personajes secundarios pasan frente a nosotros, pueblan las viñetas, pero por mucho que nos caigan bien, es muy probable que solo a posteriori pensemos «ojalá hubiera sabido más sobre él/ella/elle». Es lo que sucede con Eric y Buddy, dos amigos de Freddie que tienen una historia muy bonita e interesante, pero de la que apenas conocemos un par de aspectos.

Esto sucede porque para Freddie ellos también son secundarios. Solo se preocupa por lo que les pasa cuando presencia algún conflicto en primera persona o cuando cierto rasgo de la relación de ambos es comparable con la que ella tiene con Laura Dean.

En este aspecto, el arte es esencial para sumergirse en la historia justo de la manera en que desean las autoras. El trazo es sencillo, limpio, con personajes bien definidos por sus rostros y estructura corporal. En blanco y negro en su mayoría, destaca el color rosa pastel usado en algunas páginas. El color, en este caso, no solo embellece (hay viñetas que podrían ser perfectamente cuadros), sino que también destaca lo que debe ser destacado.

A veces estamos concentrados en el diálogo que tienen Freddie y Laura Dean, pero el color no está puesto en ellas, sino en Doodle, que se retira de la escena, no solo aburrida con el ir y venir de la pareja, sino preocupada por sus propios problemas. A veces se nos remarca un objeto, porque es el que de verdad le preocupa a Freddie o es crucial para lo que está ocurriendo. Etcétera.

El guion y el arte trabajan codo a codo para mostrarnos qué se siente estar en una relación como la que tienen Freddie y Laura Dean. Y lo hacen de tal manera que nos sentimos dentro y fuera del problema, las dos cosas al mismo tiempo, lo que nos permite tener una mejor perspectiva.

Últimas palabras

Laura Dean termina conmigo consiguió muchos premios y la alabanza general de los lectores poco después de su publicación. Ahora entiendo por qué. Es una maravilla visual, pero porque el arte tiene el soporte narrativo que se merece. O al revés, el guion de Mariko Tamaki encontró el dibujo perfecto para contar una historia que quizás, en otras manos, hubiera sido demasiado sosa.

Recomendado a cualquier persona, pero sobre todo a los más jóvenes, quienes tienen una edad similar a la de Freddie y quizás están metidos en una relación como la de ella.