La grotesca transición de Junji Ito

Si eres fan de Junji Ito, quizás te hará decepcionado un poco el anime "Junji Ito collection", pero ¿qué define el estilo de este particular autor?

Escrito por Pía Marian

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Si como yo, eres fan del manga de Junji Ito, probablemente no habrás sentido mucho más que decepción ante el anime: Junji Ito collection, lo que es un poco sorprendente si lo pensamos ya que las historias están bastante bien adaptadas, el estilo de dibujo es fiel y la animación tiene buena calidad. Entonces, ¿qué es lo que no funciona?

La respuesta tiene que ver con algo que no muchas veces tomamos en cuenta a la hora de leer un manga, a pesar de que afecte tanto a la percepción que tenemos de la historia: El ritmo. Porque lo que marca el estilo de manga de Junji Ito no es solo el grotesco detalle de sus oscuras viñetas, también lo es el maravilloso ritmo, transición y remate de sus historias.

Primero, definamos la transición. Como explica Scott Mcloud en “El arte invisible”, la transición es el espacio temporal que hay de una viñeta a otra, lo que marca un ritmo entre cada una de ellas. Diversos tipos de transición requieren que el lector imagine las cosas de manera distinta para comprender lo que está pasando.

Ahora, vamos con Junji Ito.

Los mangas de este celebre autor oscilan entre tres subgéneros: El terror psicológico, el terror sobrenatural y el bodyhorror.

Aunque los dos primeros os pueden sonar bastante más conocidos debido a su popularidad, el bodyhorror es un poco más desconocido: Este subgénero se basa en la deformación corporal, el gore, la perdida de la humanidad (tanto moral como física) y el recordatorio de la propia mortalidad a través de la destrucción de la carne.

En sus historias estos elementos se hallan perfectamente coordinados para generar esa atmósfera tan característica. Las emociones de los personajes representadas en deformidades físicas notorias, muchas veces por causas sobrenaturales, pero, como se dijo anteriormente, lo que hace realmente funcionar estas historias es el ritmo que llevan.

Usemos como ejemplo una de sus obras más conocidas: Uzumaki. La que nos habla de un pueblo maldecido por los espirales.

Repasemos el inicio: La protagonista nos cuenta que cosas horribles han ocurrido en su pueblo natal (imagen en la que debemos destacar las extrañas formas del pasto en el que se encuentra de pie), posteriormente vemos estas formas en el pueblo. Se nos muestra cómo el padre de su novio se obsesiona con los espirales y esta obsesión avanza hasta llevar al remate del primer capítulo: Un detalladísimo plano de cómo este hombre se ha convertido a si mismo en un espiral.

Como podemos apreciar, todos estos hechos van presentándose con cierta lentitud, se nos dan pequeñas pistas, pero pronto los acontecimientos empiezan a ser más espeluznantes, las deformaciones corporales más notorias y el nivel de detalle de las mismas también aumenta. Para cuando llegamos al climax o al final de una historia, todas estas pequeñas piezas de información acaban de cobrar sentido, causándonos incomodidad y asco, no solo por su impacto visual, sino también porque, de alguna manera extraña y retorcida, sabíamos que algo así de horrendo podía ocurrir.

Cuando traspasamos esto a un anime con una duración limitada y que debe tomar en cuenta cortes comerciales, entre otras cosas, el ritmo de estas historias se pierde, quitándole mucho del impacto que el mangaka logra poner en el papel. Porque eso es lo que caracteriza el estilo de Junji Ito: Como nos hace descender a través de un espiral de locura donde la mente corroída viene de la mano con la destrucción de la carne mortal.