El Diablo Viste a la Moda: Análisis desde las Ciencias Sociales

Estrenada el año 2006, El Diablo Viste a la Moda es un referente al momento de hablar del límite entre el trabajo y la vida personal

Escrito por Andrelo

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The Devil Wears Prada, o El Diablo Viste a la Moda -como se conoce en Latinoamérica- es una película que, a primera vista, podría parecer bastante superficial, pero mirada con detención esconde un trasfondo social sumamente interesante y rico de explorar. El film no trata de otra cosa más que los límites entre el trabajo y la vida privada.

Dirigida por David Frankel y protagonizada por Meryl Streep y Anne Hathaway, la comedia dramática está basada en la novela homónima escrita por la periodista Lauren Weisberger. Fue tal el éxito de la cinta que Meryl Streep fue nominada a los premios Oscar como mejor actriz.

¿Quiénes ponen las reglas del mercado? ¿Hasta dónde permitimos que la vida laboral influya en nuestra vida personal? ¿Todo fin justifica los medios? A lo largo de este escrito iremos tratando de responder algunas de estas preguntas en ayuda del Sociólogo, Magíster en Análisis Sistémico aplicado a la Sociedad, Mauricio Neculmán.

Argumento

Andrea Sachs es una joven periodista recién egresada de la Universidad de Northwestern. En su búsqueda de una oportunidad laboral para trabajar en un periódico de renombre, comienza laburando como segunda asistente de Miranda Priestly, la jefa de la prestigiosa revista de moda Runway.

Totalmente ajena a este mundo, Andy deberá someterse a la explotación laboral para poder forjar su carrera como periodista, dejando de lado su vida personal, lo que le traerá problemas con su novio Nate y su círculo más cercano.

Análisis

Pareciese ser que disciplinas tan distintas como la sociología y el cine no suelen converger de manera catedrática tan a menudo, sin embargo Mauricio explica que corrientes como la sociología francesa, a través de nombres como Pierre Bourdieu y otros, han estudiado el cine como reflejo de una sociedad.

La sociología hace un estudio del ser humano y cómo se desarrolla a nivel económico, social, cultural, político y su vida cotidiana. Todos estos tópicos se ven reflejados en El diablo viste a la moda, permeando de manera sutil cada pasaje que vemos durante la película.

Neculmán resalta que desde la forma pareciese ser una película bastante frívola, sin embargo en su fondo habla sobre cómo el mercado va regulando las dinámicas laborales, las formas en que se relacionan las personas y los equipos de trabajo. Esto lo podemos ver fielmente reflejado en el proceso de cambio que va viviendo Andy desde que entra a Runway.

La necesidad de rendir siempre al máximo y satisfacer de manera religiosa los requerimientos casi enfermizos de Miranda, no es más que un intento por poder ser parte -y permanecer- en una maquinaria laboral salvaje, en la cual, o te subes o te quedas abajo. Si bien en la película aborda el mundo de la moda, es extrapolable a todo campo laboral.  

En este punto se hace necesario hablar de la ética laboral, donde podemos apreciar las dos caras de la moneda; Emily siendo extremadamente competitiva, llegando incluso a poner en riesgo su propia salud, y por otro lado observamos una actitud colaborativa por parte de Andy, con un mejor manejo de habilidades blandas y ayudando a la primera cuando lo necesita.

Desde la sociología clásica Marx explica la explotación del hombre por el hombre, y cómo el capitalismo te inculca esta competitividad, llegando -en el caso de Andy- a perder niveles de intimidad con su pareja Nate. Ritos personales como cumpleaños quedan de lado por las exigencias laborales. Y se plantea la pregunta ¿hasta qué punto uno está dispuesto a transar la vida privada por el trabajo?

Interesante de analizar también es el personaje de Miranda Priestly, interpretado magistralmente por Meryl Streep, y cómo la sociedad ve a una persona que ha postergado la maternidad en pos de alcanzar la cúspide en su vida laboral. Recordemos que Miranda tiene dos gemelas no mayores de 12 años, por lo que se infiere que tuvo una maternidad tardía.

Socialmente siempre se ha castigado a las mujeres que han tratado de romper los moldes preestablecidos. A lo largo de los años han sido sindicadas como rupturistas las que han decidido estudiar, trabajar, querer tener derecho a voto, practicar alguna clase de deporte “creado para hombres”, etc. Hasta los días de hoy, aún genera ruido las que abiertamente deciden no querer ser madres.

En una escena, Andy comenta que todo el mundo ve a Miranda como una sádica por todo lo que hace, pero que, si ella fuera un hombre todo el mundo hablaría de lo bien que hace su trabajo. Esto no es más que un reflejo de lo difícil que es posicionarse en puestos de jerarquía para el género femenino, teniendo las mismas o mayores competencias que el hombre.

Finalmente, imposible no indagar en el personaje más desagradable de la película: el novio Nate. En la primera junta con amigos, Andy cuenta que fue contratada por una revista de modas, es ahí cuando Nate con su personalidad disimuladamente tóxica pregunta si fue una entrevista por teléfono.

Esta clase de comportamiento se va repitiendo a lo largo de toda la película, llegando incluso a cuestionar la ética laboral de Andy, diciendo que se vendió y que ya no es la misma. El chantaje emocional en la escena del cumpleaños no es más que otra forma de no querer apoyar el crecimiento laboral de su novia. Ojalá termines trabajando en un carrito de churros, Nate (sin desmerecer, obviamente, a la gente que trabaja en carritos de comida).

Para terminar, el sociólogo Mauricio Neculmán dice que esta cinta pareciese ser una comedia para pasar un buen rato un sábado por la noche, sin embargo, refleja mucho del comportamiento de la sociedad, e invita a reflexionar de cómo opera el mercado y hasta qué punto cada uno decide poner el límite.

Nos leemos luego.