El castillo en el cielo: la primera película de Studio Ghibli

La primera película de Studio Ghibli, El castillo en el cielo, es una buena historia de aventura, pero, ¿representa totalmente el espíritu de Miyazaki?

Escrito por Ktlean

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El castillo en el cielo, estrenada en el año 1986, es, técnicamente, la primera película producida por Studio Ghibli. Cierto es que para muchos ese título lo ostenta Nausicaä del Valle del Viento, pero el estudio solo se consolidó como tal con la historia de Laputa, el castillo flotante.

Ambas películas comparten muchos puntos en común. Basta verlas para saber cuál era el mensaje que su guionista y director buscaba entregar, mensaje que se fue repitiendo de una manera u otra a lo largo de sus próximas obras.

¿Qué podemos encontrar entonces en El castillo en el cielo? ¿Es un fiel reflejo del espíritu de Ghibli? ¿O este se fue puliendo con el tiempo?

La historia

El Castillo en el cielo comienza con un intento de secuestro. Un grupo de bandidos, liderados por una extraña mujer, intenta llevarse a una niña llamada Sheeta. Pero la situación es más complicada de lo que parece. La protagonista no parece estar a salvo en el dirigible, y lo que comienza como un secuestro termina convirtiéndose en su vía para la libertad.

Sheeta cae desde muchos kilómetros de altura y en vez de morir, es rescatada por Pazu. De la mano de este joven minero, tendrá que enfrentarse a los dos bandos que quieren atraparla; por un lado los piratas, y por otro el ejército, con los burócratas que lo controlan. Todo con el fin de quitarle la piedra que cuelga de su cuello, poseedora de un poder que ni ella misma comprende del todo.

Pronto comprendemos que la vida de la protagonista, su pasado y el de su familia, se relacionan con el misterio de Laputa, un castillo que flota en el aire y que Pazu también busca en honor a su padre. El lugar es un equivalente al mito de la Atlántida; un lugar que representa riqueza, avance tecnológico y poder. De ahí la razón de que muchos la busquen y quieran conquistarla. Sheeta y su piedra son la clave para conseguirlo, convirtiendo la película en una persecución constante.

La búsqueda de la ciudad flotante

Con un ritmo dinámico y bien logradas escenas de acción, El castillo en el cielo es quizás una de las películas más rápidas de Ghibli. Todo sucede de forma vertiginosa, sin apenas pausas desde que Sheeta y Pazu se encuentran. Esta rapidez no impide que entendamos bien la historia, porque esta es bastante simple: hay un lugar que ambos bandos quieren encontrar, los malos por motivos egoístas, los buenos por curiosidad.

En medio de la trama, es imposible no sorprenderse ante la capacidad de los animadores y dibujantes por crear escenarios. Entre esos el que más deseamos ver y que cumple con nuestras expectativas es la propia Laputa, que es a la vez máquina, ruina y vegetación. Es fácil sentir la misma impresión de los protagonistas al verla por primera vez y descubrir algunos de sus secretos. Sobras las ganas de explorarla aún más; el problema reside en que al descubrirla Sheeta y Pazu, también la descubren aquellos que solo pretenden usarla para el mal.

Acá es donde ambas fuerzas chocan, y el mensaje de la película (y de Ghibli en general) se hace aún más evidente. Tal como en Nausicaä del Valle del Viento, un ecosistema, en este caso Laputa, peligra debido a la ambición humana. No solo con un fin económico y por hacerse con los tesoros que el castillo oculta, sino para usar su tecnología como arma para dominar el mundo.

El castillo en el cielo es, entonces, el destino de Sheeta. Encontrarlo es el sueño de Pazu, que desea demostrarle a todos que su padre decía la verdad. Y es un lugar hermoso, lleno de secretos e historia. Pero también es un peligro, una historia que es mejor dejar en el misterio.

Roles de género

El castillo en el cielo fue estrenada hace más de treinta años y eso se nota. No en la animación, que si bien ha mostrado mejoras en el tiempo transcurrido, muestra una calidad bastante alta. Es una mejora respecto a su antecesora y eso es evidente. Su antigüedad queda clara cuando nos damos cuenta en cómo se cumplen los roles de género habituales, algo que Ghibli fue puliendo bastante con el correr de los años.

Dejando de lado las frase «compórtate como un hombre» repetida varias veces, y el hecho de que Sheeta cumpla tareas domésticas en la nave del Clan de Dola como cocinar y lavar la loza solo por ser una niña. Incluso dejando de lado la escena en que hombres bastante mayores que ella le dirijan un interés que puede considerarse romántico… Lo que más llama la atención es cómo ambos protagonistas cumplen tareas que se condicen con lo que antes se consideraba propiamente «masculino» o «femenino».

Pazu es un muchacho tan adorable como el resto de sus compañeros de estudio, pero desde el primer momento cumple un claro rol de protector. No solo eso, sino que dirige la acción a pesar de que es Sheeta quien posee todas las armas para ser la guía. Aunque carga la piedra, esto no repercute realmente en su personalidad. La mayor parte del tiempo es una damisela en peligro que debe ser rescatada.

Esto no impide que uno se encariñe con ellos. Sin embargo, es interesante ver cómo esto fue cambiando en las siguientes películas de Studio Ghibli. En ellas las protagonista no siempre necesita un salvador, sino más bien un compañero. Los roles se vuelven más parejos y eso se agradece.

Opinión personal

El castillo en el cielo no es la mejor película de Hayao Miyazaki. Probablemente no está ni siquiera cerca de serlo. Vista con los ojos de la actualidad, hay momentos en que genera cierto nivel de incomodidad. Su mayor logro es a nivel estético, el mensaje naturalista que entrega y lo entretenida que es toda la aventura. Es, en definitiva, una película para pasar un rato agradable.